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Recapitulación de The walking dead: The same boat

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

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ATENCIÓN: SPOILERS

Esencialmente femenino, donde lo masculino queda fuera de campo o relegado a un papel meramente accesorio, The same boat es un episodio que adquiere resonancias genéricas y un nivel de tensión extremo a partir de una serie de decisiones fundamentales, que indican también todo un posicionamiento de la serie y las potencialidades que esto le brinda.

Había dos chances obvias para encarar el secuestro de Maggie y Carol: la primera era establecer un montaje paralelo entre lo que sucedía con las secuestradas y la búsqueda del grupo de Rick; o directamente centralizar todo en la misión de rescate. En vez de eso, la mayor parte de The same boat comprime todos los conflictos en el espacio cerrado –y definitivamente claustrofóbico- donde tienen prisioneras a las dos mujeres. Mientras tanto, los demás son sólo la voz de Rick a través del comunicador, y el único hombre visible es Donnie (Rus Blackwell), quien es apenas funcional para mostrar el carácter de las mujeres que protagonizan toda la narración.

Es así que se van entablando tres duelos, con personajes que chocan y se complementan a la vez. El primero se da entre Maggie y Michelle (Jeananne Goossen): ambas empatizan a través de sus experiencias pasadas y actuales –el acercamiento incluso se da más desde el lado de Michelle que del de Maggie-, pero lo que las separa es el deseo de sobrevivir y las circunstancias extremas en que se encuentran. Por algo cuando Maggie dice “no planeo morir hoy”, Michelle le contesta “yo tampoco, pero una de las dos está equivocada”. El segundo se establece entre Carol y Molly (Jill Jane Clements), quien no sólo no es precisamente simpática, sino que su aspecto deplorable se fusiona con sus frases repletas de crudeza. Carol parece estar siempre en desigualdad de condiciones, totalmente impotente, cediendo a un pánico extraño –tanto que parece fingido- y en crisis consigo misma, y frente suyo tiene a una mujer que está de vuelta de todo, y a la que nada parece importarle.

Pero es el tercer duelo el más potente y terrible, y se da entre Carol y Maggie con Paula (Alicia Witt en una excelente labor), la líder del grupo y quizás la verdadera protagonista del episodio. Lo de Paula, tanto desde sus palabras como desde sus acciones, exhibe de forma patente lo que pueden cambiar las personas frente a determinados sucesos, o cómo revelan su verdadero ser: uno puede intuir algo de esa simple madre con un simple trabajo como secretaria que fue en su pasado, y a la vez no, nada queda de ese individuo, sino un ser despiadado, que reniega de la maternidad, que desprecia el miedo y que, tal como ella misma afirma, vio e hizo todo.

Desde la dirección, Billy Gierhart elude la tentación de abusar de los planos cortos y se permite ir estableciendo con precisión y criterio varios planos de conjunto que reflexionan con lucidez sobre los planteos discursivos y el accionar de los personajes. Y todo termina derivando en una serie de hechos sangrientos y terribles, donde lo que se aprecia es cómo hay un bando de muertos y otros de supervivientes, aunque no necesariamente hay ganadores y perdedores. Lo que sostiene Paula –“ustedes no son los buenos”- pesa en Maggie y Carol, quienes finalizan ese vía crucis agotadas, como si ya no tuvieran más para dar. Lo cual es lógico, porque The same boat es un capítulo terrible, angustiante  por la coherencia que exhibe en la construcción de los acontecimientos que componen la narración y que finaliza de la única manera posible: con un disparo de Rick a la cabeza de uno de los Salvadores. La frase realmente inquietante que sobrevuela todo el episodio es “todos somos Negan”. La dicen varios Salvadores, pero también la podría decir Rick, o Maggie, o Carol. Todos son Negan. ¿Quién es Negan?

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