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Blackhat: amenaza en la red

blackhat posterTítulo original: Blackhat
Origen: EE.UU.
Dirección: Michael Mann
Guión: Morgan Davis Foehl
Intérpretes: Chris Hemsworth, Leehom Wang, Wei Tang, Viola Davis, Holt McCallany, Ritchie Coster, Christian Borle, John Ortiz, Yorick van Wageningen, Tyson Chak, Brandon Molale, Danny Burstein
Fotografía: Stuart Dryburgh
Montaje: Mako Kamitsuna, Jeremiah O’Driscoll, Stephen E. Rivkin, Joe Walker
Música: Harry Gregson-Williams, Atticus Ross, Leopold Ross
Duración: 133 minutos
Año: 2015


7 puntos


Mundo Mann

Por Rodrigo Seijas

(@fancinemamdq)

blackhat1Tremendo fracaso el de Blackhat: amenaza en la red. Duro, muy duro, incluso para alguien que sabe de tropezones fuertes, como es Michael Mann: el film, que costó 70 millones de dólares, arrancó con sólo algo más de 4 millones en su primer fin de semana en Estados Unidos, y a las pocas semanas ya estaba fuera de cartelera, sin haber llegado siquiera a los 10 millones. Rápidamente, la distribuidora decidió ir marcha atrás con su estreno en otros mercados internacionales -por ejemplo Australia, país de origen de Chris Hemsworth- y lanzar la película directamente a los formatos hogareños. Incluso el lanzamiento en China -a pesar de la importancia que tiene dentro del reparto y los escenarios donde transcurre el relato- está en duda. Claro que el fracaso, si se hace un análisis un poquito meticuloso, era totalmente anunciado: la apertura tuvo lugar en un momento pésimo -una semana después de Búsqueda implacable 3 y el mismo día que Francotirador, dos rivales que le quitaron todo el público posible-, no había un protagonista o un elenco con capacidad de convocar espectadores, el subgénero prácticamente no tenía antecedentes exitosos y los tráilers no terminaron de vender apropiadamente el producto en cuestión.

Pero el fracaso fue anunciado principalmente porque Mann en los últimos tiempos se quedó sin espectadores y hace un cine que no conecta con las audiencias: no hay nadie que filme como él pero tampoco nadie -o somos muy pocos- interesado en lo que realiza. La explicación no pasa tanto por los temas que aborda o la frialdad que demuestra en numerosos pasajes de sus films: cineastas muy exitosos como Christopher Nolan lo han tomado como referencia -para bien y para mal- y aplicaron a sus films su mirada sobre el profesionalismo, la lealtad, la ética y coherencia en los oficios, incluso la fascinación por el espacio urbano. Quizás la respuesta pase por los tiempos del cine de Mann, quien siempre se toma unos instantes de más para todo: para analizar y retratar cada proceso; para contemplar el paisaje; incluso para que cada personaje explique (desde el lenguaje hablado o corporal) su perspectiva sobre un tema en particular. Para el realizador de Fuego contra fuego no sólo importa la acción, sino también las transiciones, porque busca esos momentos que llevan a los personajes a accionar de una determinada manera.

Blackhat: amenaza en la red es una nueva instancia de las ambiciosas construcciones cinematográficas de Mann, con su relato centrado en una fuerza de seguridad conjunta de estadounidenses y chinos que debe recurrir a la ayuda de un convicto, Nick Hathaway (Hemsworth) para acabar con una red criminal cibernética, en una búsqueda desesperada que va de Chicago a Los Angeles, y de Hong Kong a Jakarta. Como siempre en la filmografía del director, la ambición va por lugares un tanto inesperados: no por el tópico de lo cibernético como un ámbito donde dejamos a la vista todos nuestros secretos y adquirimos una notable fragilidad; ni tampoco por el ritmo endiablado desde el suspenso o las secuencias -hay sólo un par, muy puntuales, como en todos los thrillers y policiales del cineasta-; sino por cómo va dejando en evidencia la manera en que las fronteras que nos brindaban tanto seguridad como temor se han reposicionado o directamente han desaparecido. Si los juegos de lealtades y traiciones de Colateral se daban en una única ciudad que era Los Angeles; los de Miami Vice comenzaban en Florida para expandirse a toda Latinoamérica; y los de Enemigos públicos atravesaban todo Estados Unidos durante la Gran Depresión; los de Blackhat: amenaza en la red directamente abarcan todo el globo, con viejos enemigos transformados en aliados -de ahí la alianza de los estadounidenses con los chinos, que se comportan con igual profesionalismo y por momentos son los verdaderos protagonistas de la historia-  y un villano en las sombras, que recién aparece sobre el final.

En base a esto, Mann concibe una película cosmopolita, que piensa de manera crítica el concepto de cosmopolita y con personajes cosmopolitas, en constante choque y tensión desde sus metodologías, en un mundo al que la cámara contempla fascinada, explorando la acumulación de superficies y apariencias, con una plena consciencia del tiempo, que el director sabe, obviamente, que es la materia prima del cine. Por eso los momentos extras, de contemplación, de asimilación de quién se es y dónde se está -por caso, Hathaway en uno de sus primeros minutos de libertad, en un aeropuerto-, son los que funcionan, paradójicamente, como impulso para los súbitos estallidos de violencia, para esos segundos donde el tiempo se acelera, donde todo va a mil. Y aún en esas secuencias secas, a alta velocidad, Mann se permite pequeñas pausas, de gran significación, no sólo estética sino incluso política -durante un violento tiroteo hay un plano contrapicado, que es en verdad una subjetiva del personaje de Viola Davis, que es totalmente ejemplar al respecto-.

No puede dejar de resaltarse igualmente las fallas de Blackhat: amenaza en la red, que son unas cuantas y que evidencian que Mann es un director coherente hasta en sus defectos. No sólo ciertos estiramientos le quitan fluidez y potencia a la narración, sino que los personajes femeninos no terminan de tener el trazado apropiado para adquirir vida propia y el antagonista queda demasiado difuso como para que realmente pese su duelo con Hathaway. Pero esto forma parte de la apuesta permanente de Mann por una concepción del trabajo como un ritual que marca a fuego a las personas y los personajes casi impenetrables en su definición a partir de una ética del laburo. El suyo es sí, un cine que puede ser por momentos expulsivo, pero también fascinante y convencido de sí mismo, aunque haya quedado fuera de su tiempo. Estamos hablando de un cineasta plenamente consciente de los cambios que ocurren en el mundo, pero aún así aferrándose a las reglas del pasado, y pagando el costo por ello. El desastre financiero de Blackhat: amenaza en la red quizás haya sepultado su carrera, lo cual sería una terrible injusticia para un verdadero profesional y definitivamente un autor cinematográfico.

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