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MAR DEL PLATA 2012: mini-críticas de FANCINEMA

Lo más importante de los festivales son las películas y desde FANCINEMA les hacemos un lugar especial. Recomendaciones día a día de todas las película que vemos en el 27° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Nuestras mini-críticas, un clásico. 96 PELICULAS RESEÑADAS


7 cajas, de Juan Carlos Maneglia y Tana Schembori / 8 puntos


El lugar donde transcurre toda la película se llama Mercado 4 (una especie de La Salada paraguaya) y es un personaje más de la película. Sus puestos, recovecos, vendedores de diferentes nacionalidades, le servirán a Víctor, el protagonista, para escaparse y mantener a salvo las 7 cajas que el dueño de una carnicería y sus ayudantes le recomiendan que saque a “pasear” mientras la policía realiza un allanamiento en el local. La cinta es un thriller/policial contado con todas las herramientas que tienen a su alcance los realizadores: tiene un ritmo veloz, no se detiene y logra que el espectador se enganche a pesar de que muchas veces se habla en guaraní y no se entiende lo que se dice (los subtítulos están en inglés, pero no en castellano). Tenemos ante nosotros a un filme noir contemporáneo, en el que todos los elementos están aggiornados, siguiendo la escuela que hace unos 15 años volvió a poner en boga Pizza, birra, faso, combinando realismo social con cine de género, y dándole a la tecnología (los celulares son tan preciados como el dinero) un gran protagonismo en el relato. 7 cajas tiene con qué para mantenerse por varios años en la memoria del público. Gabriel Piquet


A casa, de Julio Alves / 5 puntos


La opera prima de Julio Alves sigue el camino transitado hace unos cuantos años por José Luis Guerín en su documental En construcción. La cámara fija siguiendo una situación o situaciones diversas, mientras tres albañiles construyen una casa y sus voces en off relatan sus vivencias (muchas de ellas relacionadas con la inmigración ilegal). Tengo que admitir que no me enganchó el tema, no me llamaron la atención los personajes. Desde lo visual es bastante poderoso el trabajo del director, más cuando se acerca al final de la construcción. Se excede en duración, podría haber contado lo mismo en un cortometraje. Gabriel Piquet


A la cantábrica, de Ezequiel Erriquez / 4 puntos


Mientras escribo sobre esta película pienso en la sinopsis, en las intenciones del director, y en lo que finalmente se ve en pantalla. Esto último es lo que me preocupa. Uno adivina las intenciones de una película sobre una etapa de transición, sobre la pre-adolescencia y el crudo escenario que se presenta en pantalla pero, en una película donde pasan tantas cosas, es increíble que nada llegue demasiado. Hay varias razones: el guión contiene líneas de diálogo que son, literalmente, increíbles; pero si a esto sumamos el “detalle” de que estas mismas líneas son dichas de un modo casi mecánico, lo que tenemos son enunciados donde apenas parece existir la conexión entre los personajes. Por otro lado, al buen trabajo de planos descriptivos se oponen brutalmente planos descuidados donde se pierde el foco de la acción, donde la cámara divaga sin encontrar el foco y, finalmente, en elecciones inexplicables que en la búsqueda terminan atentando contra la narración (pienso sobre todo en algunos primeros planos). El final brusco, presuntamente metafórico, aparece luego de un largo devenir de planos prácticamente inconexos sin ningún sentido de secuencia, razón por la cual apenas se podrá distinguir el subtexto. Es que, lamentablemente, a veces las intenciones no alcanzan. Cristian Ariel Mangini


A musica segundo Tom Jobim, de Nelson Pereira dos Santos y Dora Jobim / 5 puntos


Este es el caso de un documental en el que hay que dejar bien separado al artista de lo que narrativamente vemos. Trabajado completamente con imágenes de archivo, viendo a varios de los intérpretes que hicieron sus temas, algunas performances en las que el propio Jobim aparece tocando y cantando en diferentes épocas, pasando del blanco y negro al color. Este enganchado de imágenes tiene un trabajo de edición interesante, aunque es verdad que confía en la música, lo cual no es difícil con un artista como Jobim. Pero lo meramente audiovisual no aporta nada nuevo, es un trabajo de  pizarrón (parafraseando al fútbol) y se fue a lo seguro. Para eso es mejor escuchar sus trabajos en un equipo de audio en tu propia casa. Gabriel Piquet


Abril en Nueva York, de Martín Piroyanski / 3 puntos


Construida a imagen y semejanza de muchas, muchas, muchas películas independientes estadounidenses de parejas que sufren crisis y se pelean, se aguantan, se separan y se reencuentran en Nueva York, llevando a cabo sus propios proyectos entre bohemias y problemas económicos. El guion se construye a partir de ciertos caprichos narrativos y partir de allí la película pierde toda verosimilitud. Situaciones que parecen importantes al comienzo son olvidadas rápidamente -y perdidas en el hilo narrativo- y un cierto maniqueísmo en la construcción de los personajes, hacen que el relato sea errático. La dirección no logra dar el tono con el ritmo en ningún momento y resuelve la trama con el viejo recurso del último minuto, que simplifica toda la problemática de la relación de pareja, donde la manipulación y el abuso psíquico es mucho más profundo que la bobera a la que parece reducirla Piroyanski. Daniel Cholakian


Aftershock, de Nicolás López / 5 puntos


Esta película de Nicolás López con la colaboración de Eli Roth tiene dos partes bien definidas. La primera es un poco larga pero funciona de manera fluida, se nos presentan todos los personajes en un par de situaciones divertidas y nos va preparando para el desastre total. La principal característica de estos 45 minutos es su sentido del humor que increíblemente luego abandona para siempre. Y aunque desde el principio se podían observar ciertas arbitrariedades y algunos problemas de guión, cuando sucede el episodio mortal que pone en jaque a los personajes todo se va literalmente al carajo, incluso la película en sí. La segunda parte es desordenada, parece contener algunos guiños a los minutos iniciales pero evidentemente todo se ha perdido, y empieza una película de terror seria y pavota, llena de arbitrariedades de un guión que tiende a desaparecer. Además, López y Roth nos dejan una mirada cuanto menos cuestionable sobre la gente que habita las cárceles. Matías Gelpi


Age is…, de Stephen Dwoskin / 6 puntos


Una cámara íntima que semeja videos caseros, primeros planos cerrados, detalles de arrugas, de rostros y cuerpos ancianos, cansados, una sucesión de imágenes al compás de música o sonido de ambiente, la observación de la vejez como en cámara lenta. Sin ninguna palabra, inspirado en La vejez de Simone de Beauvoir, Dwoskin dibuja esta suerte de despedida del mundo audiovisual, justo tiempo antes de su muerte. Más allá de lo poéticas que puedan resultar esas imágenes en combinación con la música, el film se vuelve demasiado extenso: por momentos, pareciera que estamos frente a una sucesión casual de imágenes ubicadas al azar, un retrato objetivo de esos cuerpos cuya interpretación deberemos buscar en las páginas de la novela de Beauvoir. Julieta Paladino


Apocalyse: a Bill Callahan Tour Film, de Hanly Banks / 6 puntos


El documental arranca con Bill Callahan leyendo varias críticas del New York Times, en una de ellas dice “que era más extraño cuando era joven” seguramente en referencia a su etapa con su otro proyecto musical, Smog. La película intercala los shows del músico con imágenes de EE.UU, de eso que algunos denominan la Norteamérica profunda y a la que muchos músicos de country/folk le han cantado. “Amo América y creo que alguien tiene que hablarle o yo tengo que hablarle”, y segundos después arranca a cantar una canción que describe con ironía lo que el resto del mundo piensa o cree que es América. Las imágenes de diferentes ciudades o rutas y una situación con un cabrito que queda atrapado en un alambrado servirán para que diga “todo lo que escribo involucra un auto o un animal”. Realmente si no te interesa el artista, no te vas a meter en el documental y te vas a aburrir. El público más grande que estaba en la sala se levantó y se fue. Desde lo visual no aporta nada nuevo, más bien es algo visto muchas veces. Las letras de las canciones y la música es lo que nos mantuvo sentados a los que nos quedamos. Gabriel Piquet


Augustine, de Alice Winocour / 4 puntos


Toda película basada en una historia real tiene el problema particular de descansar en la fuente para auto-explicar el sentido de su realización. Algo de ello ocurre con Augustine. Su realizadora no construye dramáticamente el conflicto de la historia largamente contada del Dr. Charcot, su paciente Augustine y su descripción de la histeria, con la cual de algún modo antecede a Sigmund Freud. De tal modo, el film ilustra la pequeña trama que devino en avance médico, intentando develar una relación tormentosa entre médico y paciente. Contada con un estilo afectado, la película recurre constantemente a una fotografía sin carga dramática alguna, cuidada, marcada por los contrastes tenues y el difumado permanente, y a la música incidental que pretende acentuar las situaciones más dramáticas, a las cuales sólo transforma en aburridas. Daniel Cholakian


Berlin telegram, de Leila Albayaty / 6 puntos


Una banda integrada por tres mujeres y un hombre está tocando sobre un pequeño escenario de un bar, mientras realiza su performance el cantante comienza a llorar. Ni bien se termina la canción, se va rápido. A través de una narración que tiene mucho de diario íntimo la protagonista nos cuenta con su voz en off que se fue de Bélgica, llegó a Berlín huyendo de una relación de cinco años con un hombre que la dejó por otra el mismo día que le juró amor eterno. Conocerá nuevos amigos, volverán viejos conocidos, formará una nueva banda, se volverá a enamorar. Todo esto intercalado con imágenes de Berlín, ensayos de su banda, imágenes de Portugal y El Cairo. La película tiene buena música (la protagonista y directora canta muy bien), interesantes momentos con diálogos de los personajes contando sus historias de separaciones, pero uno de los puntos flojos es que no funcionan todas las historias o personajes secundarios (la hermana con el taxista o uno de los guitarrista de la banda). Gabriel Piquet


Beyond the hills, de Cristian Mungiu / 7 puntos


Los relatos sobre los conventos donde los religiosos se recluyen, internalizan hasta el extremo el discurso místico y viven como demoníaca toda ruptura a ese discurso patológico compartido, tienen una larga tradición en la cinematografía mundial. Cristian Mungiu cruza el discurso asentado sobre la iconografía renacentista y conventual con una estética realista clásica, dándole a su película constantemente una atmósfera extraña. El espectador vacila ante ese relato del encierro autosuficiente y la presencia de una sociedad exterior que si bien altera el orden monacal, no lo cuestiona. Alina visita a su amiga de la infancia Voichita, recluida en el convento, con la intención de irse juntas de allí. En ese mundo y la lógica que el encierro contribuye a construir, la tensión en los deseos de las amigas es la clave para poner en crisis sus historias. La película se alarga en la intención del realizador de presentar muchos personajes y situaciones que coadyuvan a la resolución final de la historia de esta tensión que es, más allá de un discurso sobre la ortodoxia religiosa, un relato sobre la sobrevivencia de una sociedad tradicional que no termina de asumir la modernidad. Daniel Cholakian


Blancanieves, de Pablo Berger / 8 puntos


Si uno podía creer que dentro de las remakes de cuentos de hadas tradicionales no iba a haber nada nuevo bajo el sol, estaba muy equivocado. En efecto, la última película de Pablo Berger nos presenta una historia totalmente diferente de Blancanieves, un drama ambientado en España y lleno de elementos locales como la música y el baile flamenco y las corridas de toros. Más allá de las posibles distancias culturales ante este último “espectáculo” de maltrato animal típicamente español, que cumple un rol muy importante dentro del desenlace de la historia, no dejan de conmover las actuaciones de los actores durante todo el film pero principalmente en la “corrida” y el espectador puede casi palpar la emoción de la protagonista al torear por primera vez frente a un gran público. Además, la película es visualmente muy cuidada: totalmente en blanco y negro y muda, con un trabajo de fotografía impecable y llena de elementos pintorescos que ayudan a situarnos en una historia verosímil, sin perder la sensación de estar frente a un cuento. Julieta Paladino


Boxing Club, de Víctor Cruz / 5 puntos


Llamativamente parecida a Boxing Gym de Wiseman, la película de Cruz se pretende como un ensayo de observación sobre un gimnasio de Almagro. La verdad es que se me pierde esa idea de «ensayo». No hay un trabajo de campo demasiado riguroso, en todo caso, las virtudes técnicas pretenden compensar esa falta, más desde lo visual que desde lo sonoro, donde queda la impresión de que se podría haber explotado más este último aspecto. Hay un seguimiento bastante neutro en la mirada de algunos personajes que no intenta ensalzar rasgos heroicos, sino potenciar la idea del sacrificio en condiciones precarias. Cuando los recursos son escasos, la voluntad se destaca. En este punto, el entrenador y su persistencia parecen ser una confirmación de ello. Asoma algo de vitalidad en un breve pero desopilante diálogo sobre El padrino que se sostiene en un intervalo. Pese a todo, el documental nunca despega y ocurre lo mismo que con tantos otros de este Festival: podrían durar cinco minutos como seis horas. Guillermo Colantonio


Cortos España Alterada-Programa 1 / 9 puntos


La serie de cortometrajes de realizadores experimentales españoles incluye Enero 2012 (o la apoteosis de Isabel la católica) del grupo colectivo Los hijos, Ja arriba temps de remenar les cieres (Jorge Tur Moltó) y The silence between the shoots, de Lluís Escartín Lara. Los dos primeros cortos tienen su centro de acción en España, reflejando el conflicto económico, social y político que atraviesa este país. Son registros tomados con cámara en mano en distintas circunstancias: en Enero 2012, somos paseados por Madrid desde el micro de turismo. Vemos lo que el turista promedio quisiera ver (museos, bonitas calles, centros comerciales) pero al pasar también está el mundo real, los rostros desesperanzados, las protestas. Jorge Tul Moltó, se inserta de lleno en la huelga general del 29M-2012, mostrando en Barcelona desde adentro la represión policial y la manifestación del pueblo. Lluís Escartín elige Egipto para entrevistar y reflexionar respecto a la mirada acerca de la mujer, la sociedad, la paz, desde la mirada del arte como mayor arma de poder. Este cortometraje da un cierre a la idea que se venía gestando, la necesidad de un cambio, de igualdad social y económica desde el Egipto post revolucionario. Jesica Berman


Cuando cae la oscuridad, de Kathryn Bigelow / 7 puntos


O lo que hubiera sido La Saga Crepúsculo si la hubiera filmado Kathryn Bigelow. Mucha sangre, sexo, pasiones desatadas, lealtades encontradas, tiros, trompadas, unas cuantas explosiones, más un deliberado alejamiento de los mitos vampíricos (de hecho, ni se nombra la palabra “vampiro”), en pos de un acercamiento al western más reflexivo y situado en la era contemporánea. La directora narra la historia de un joven que se enamora de una vampira, es mordido y termina formando parte de una “familia” de chupasangres, con un ritmo pausado atravesado por súbitos estallidos de violencia y momentos de gran tensión. Aún con sus baches narrativos (el film estira demasiado algunas acciones y en el final se enreda demasiado), ya podemos contemplar aquí los cimientos de la filmografía de la realizadora de obras como Vivir al límite, Días extraños y Punto límite: las dinámicas grupales, el análisis de las tribus, las modalidades de la violencia, la seducción de la marginalidad, el choque de las miradas masculina y femenina. Poco cambiarían los intereses de Bigelow con el tiempo. Sólo moldearía su estilo, hasta convertirse en una de las directoras más interesantes de la actualidad. Rodrigo Seijas


Daemonium, de Pablo Parés / 8 puntos


Se trata de una miniserie independiente argentina de ciencia ficción y acción conformada por cinco capítulos que, a medida que vayan saliendo, serán publicados de manera totalmente gratuita por Youtube. En el marco del Festival, fueron proyectados los primeros dos de la serie y una suerte de documental sobre la producción de la misma. Para los amantes del género terrorífico-fantástico será realmente una gran sorpresa encontrar un producto de semejante calidad tanto en su guión como visualmente y en lo que respecta a efectos especiales, que no tienen nada que envidiar a las producciones de Hollywood. Y, lo más sorprendente es que, hasta el momento, la serie está siendo autofinanciada por sus realizadores. Realmente se trata de un producto muy bueno y hay que destacar también la composición de cada personaje, tanto a lo que respecta con su personalidad como a la construcción de cada disfraz. Dentro del equipo que integra esta productora se encuentran varios de los integrantes de Farsa, que se popularizaron por sus películas de terror y principalmente de zombies, con la saga Plaga zombie. Todos los técnicos son profesionales que trabajan con gran cuidado de cada mínimo detalle. Por el contrario, varios de los actores no son profesionales, sin embargo se desempeñan muy bien y, para mejorar su dicción y también para lograr un mayor alcance en los demás países de habla hispana, toda la serie fue doblada en México a un castellano neutro. Julieta Paladino


De martes a martes, de Gustavo Triviño / 5 puntos


De martes a martes sigue el derrotero de un hombre joven -buen esposo y mejor padre-, que trabaja en un taller de costura, hace changas como patovica en fiestas privadas, y todos los días se ejercita en el gimnasio. Un cuerpo que impone respeto pero que todos parecen ignorar salvo para menospreciar y humillar a su poseedor. Benítez hace de sus silencios y parquedad una puerta abierta al maltrato y al sometimiento. Hasta el momento en que un hecho delictivo y moralmente repudiable genera un quiebre en la actitud del protagonista motivado por hacer realidad sus deseos. Giro que no sólo hace trastabillar el verosímil sino que expone los agujeros del guión, la inconsistencia de los personajes y la manipulación como procedimiento elegido para pasar información. Más allá de las licencias (conseguir por Internet una dirección a través de la patente de un auto), de las contradicciones (llamar indistintamente a un celular y a un conmutador sin razón evidente), de las elecciones (forzar la aparición de personajes para deducir el pasado no comunicado de otros; la estereotipación de las clase sociales, el uso del azar como motor de la acción, etcétera), de las explícitas señales anticipatorias y de algunas remarcadas actuaciones, las buenas intenciones del film -que se sellan con los carteles finales-, no alcanzan para pretender exponer la ambigüedad de un antihéroe cuestionable ni para que el espectador atento no vea asomar un discurso que, marchando por los márgenes de la ética, termina desbarrancándose en puro paternalismo bien pensante y peligroso. Javier Luzi


Después de Lucía, de Michel Franco / 1 punto


Este film mexicano venía de ganar premios en varios festivales, ser elegido como representante de México para los Oscars y de ser seleccionado como integrante de la sección de Cannes Una cierta mirada. “Una cierta mirada… de derecha”, dijo medio en broma, medio en serio Gabriel Piquet, y esa frase encaja a la perfección para describir este bodrio ultra inflado. La película de Michel Franco recurre a unas cuantas trampas de ciertas cintas festivaleras ansiosas de premios y recomendaciones, que luego quieren traducir en una taquilla abundante: un tema importante (el bullying) y estilo de puesta en escena “independiente” (encuadres bien trabajos, planos fijos y largos, actuaciones y personajes contenidos, que estallan sólo en determinados momentos), pero envuelto en un paquete ideológico reaccionario y vacío de contenido. El relato, centrado en una joven que luego de perder a su madre en un accidente se muda junto con su padre al DF, para terminar siendo víctima del abuso sistemático y cruel de sus compañeros, daba para muchísimo más. Sin embargo, prefiere contar básicamente la historia de un grupo de adolescentes ricos y aburridos destrozando la vida de una compañera, sin explorar el papel de las instituciones familiares, educativas y judiciales, o a lo sumo ofreciendo las conclusiones más obvias y pueriles. Encima, cuando el asunto deriva en el thriller de venganza, es incapaz de sostener un verosímil, con un guión que se cae a pedazos. Lo peor es que el realizador demuestra no poseer confianza en las imágenes y termina él mismo cometiendo bullying con el espectador, al que somete a planos y escenas agresivas e innecesarias. Al final, los yanquis lo habían hecho mucho mejor en los setenta, con Carrie. La peor película del Festival (y quizás de todo el año, aún incluyendo los estrenos comerciales). Rodrigo Seijas


Diamond Flash, de Carlos Vermut / 7 puntos


Es la opera prima de Carlos Vermut, dibujante de comics y cortometrajista español. El film aborda los parámetros del cine de género y el comic. No hay un personaje protagonista y la narración está dada por un hilo conductor que tarda en descifrarse. Con una cantidad de planos fijos y acciones en fuera de campo, hasta la mitad de la historia no se entiende demasiado qué es lo está ocurriendo, o por qué uno eligió ir a verla. El reparto es principalmente femenino, excelentemente bien dirigido compensa lo violento y sobrecargado del film con las actuaciones naturales y creíbles. Es una propuesta sencilla, con poco presupuesto, sin una banda sonora que profundice en la intensidad emocional pero que quiere sorprender y sacar del lugar más común conocido por el espectador.  De a momentos aburrida, en otros atrapante. Recomendada para ver por las noches. Jesica Berman


Dicha para todos, de Alexander Mackendrick / 8 puntos


La premisa es simple: en una isla alejada del continente (cerca de Escocia por lo que se entiende) un pequeño pueblo y sus habitantes tienen que combatir contra un mal más aterrador que la guerra, el hambre o las pestes: “no hay whisky” dirá uno de los lugareños. Esa ausencia lo llevará a la muerte, la tristeza de todo el lugar se acrecienta. Un día un barco con 50 mil cajas de la preciada bebida encallará en las costas de la isla, y a partir de ahí comienza la historia. La película nos muestra a esa pequeña comunidad, sus virtudes, sus miserias y varios personajes que irán enriqueciendo la historia. Un coronel que quiere hacer cumplir la ley, un profesor que quiere casarse pero todavía vive bajo el ala de su castradora madre, un sargento que intenta obtener matrimonio con la hija de uno de los lugareños que más interesado está en robar el barco para poder tomar el whisky. Todas estas historias manejadas con un pulso firme nos dan un pantallazo de lo que sería una comunidad de postguerra en el Reino Unido. Tres momentos sublimes son a través de la utilización del montaje: Mackendrick nos muestra la falta de whisky, el robo al barco y cómo se esconden las botellas ante la llegada de la ley, sumando rostros, acciones, manos que nos llevan a terminar en un gag visual. Gabriel Piquet


Domestic, de Adrian Sitaru / 8 puntos


La película comienza con un velorio en el cual vemos a un personaje contando a cámara algo que después descubriremos qué es. Escena siguiente, los habitantes de un edificio discuten un tema en lo que parece ser una reunión de consorcio improvisada: la discusión, un perro que duerme en la puerta de un departamento y ensucia los pasillos según algunos de los inquilinos. De ahí en más iremos conociendo algunos de los integrantes del edificio, sus vidas, casi todas relacionadas con  animales (gato, perro, conejo, gallina, paloma). El film es maravilloso desde la puesta en escena (planos que parecen teatrales, semi estáticos, con pequeños movimientos de cámara), los personajes entran y salen con mucha fluidez y los diálogos son magistrales. Es increíble cómo Sitaru logra que los textos, aunque sean pisados por varios actores hablando a la vez, parezcan un mecanismo de relojería. Hay dos escenas memorables, la primera una familia compuesta por tres personajes (padre, madre, hija), todo gira alrededor de una gallina que no se animan a degollar para comerla; la otra es una escena con cinco personajes en una mesa festejando lo que parece ser Noche Buena, mientras discuten teorías de Jesús, Dios y los extraterrestres. Gran película para una Competencia, con toques de humor y drama matizado de la mejor forma. Gabriel Piquet


Doomsday book, de Kim Jee-woon y Yim Pil -sung / 8 puntos


Los directores imaginan un triplete de posibles y bien distintas versiones para el fin del mundo. Brave New World, una comedia zombie, narra sobre cómo influiría la contaminación y radiación en un futuro no muy lejano. Heavenly Creature, tiene como protagonista a un robot capaz de tomar decisiones por encima de un ser humano, el conflicto se desata cuando los técnicos deciden cambiarlo por uno nuevo. Y Happy Birthday, es el apocalipsis visto desde la mirada de un individuo con sus contradicciones y sentimientos disparados por este acontecimiento. Gran película de ciencia ficción realizada por dos directores consagrados en su país. Jesica Berman


El estado de las cosas, de Joaquín Maito y Tatiana Mazú / 7 puntos


Mediante entrevistas a vendedores y compradores de cosas usadas este film muestra cómo funciona el consumismo como lógica de mercado. El estado de las cosas analiza el papel que juegan los objetos en nuestra sociedad y cómo configuran las relaciones. La ironía es el elemento más presente. Se replantea el valor que se les da a las cosas y lo variable que es según cada persona. Se podría decir que se separa al objeto del sentimiento para volver a verlo como objeto y así poder analizar los mecanismos que funcionan entre medio. La película, también, intercala con momentos de humor que la hacen muy llevadera y permiten que el mensaje llegue de una forma más eficaz. El hecho de dejar algunos momentos de las entrevistas que en la formalidad tendrían que ser editados funciona muy bien, permite enlazar el mensaje con lo cotidiano y no que sea un planteo en abstracto. Aunque de puesta sencilla, no necesitaba más, podemos resaltar buenos efectos de cámara que permiten mostrar al objeto como principal protagonista. Melody San Luis


El fantástico mundo de Juan Orol, de Sebastián del Amo / 6 puntos


Hace algunos años en el Marfici el director de cine colombiano Luis Ospina me dijo “a vos que te gustan los policiales clásicos podrías descubrir a un tipo muy particular que filmó en México y Cuba sobre gángsters, charros y rumberas”. Siempre tuve curiosidad por conocer a ese realizador y un día vi Gángsters contra charros y entendí lo que me quiso decir Ospina. Juan Orol era un tipo muy especial, ninguneado en su país adoptivo (México), fue considerado por la crítica el peor realizador de su tiempo. Es verdad que no era un virtuoso, pero tenía un encanto en esa película que vi que me atrapó y aunque nunca fue reconocido, todo de alguna forma vuelve y esta película es un sincero homenaje. El film tiene muchos tópicos de los biopics norteamericanos, comienza con un Juan Orol viejo, viendo una retrospectiva suya en 1982 mientras le cuenta su historia a un acomodador del cine: Orol le dice que estuvo casado cinco veces y muchas de sus mujeres fueron bellas actrices. Filmada en blanco y negro/color de acuerdo a la época, hay muchos nombres reales (directores, actores) pero la historia juega mucho con ficcionalizar al estilo Ed Wood con quien comparte no sólo la estética sino a un personaje interesante que puede sostenerse por sí solo. Toques de humor, algunos momentos dramáticos exagerados, hacen que nos identifiquemos con su universo. Es lo antes mencionado (el parecerse mucho a las biografías fílmicas norteamericanas) lo que también vuelve obvias algunas formas narrativas y no aporta nada nuevo. Como siempre con este tipo de personajes, inmediatamente al salir de la sala uno quiere ver sus películas. Gabriel Piquet


El fin del amor, de Mark Webber / 7 puntos


Webber sale victorioso en esta historia de un padre que debe lidiar con la crianza de su pequeño hijo a raíz de la muerte de su mujer y construye un relato que, si bien no puede evitar ciertos clisés del indie americano, nunca traiciona la incomodidad que propone desde el comienzo con cortes continuos y fuera de foco como visibles signos de deterioro existencial (y de la dificultad de filmar a la criatura, que está increíble). Es una película de amor pero al mismo tiempo una muestra de lo difícil que es amar con responsabilidad. Cuando parece desbarrancarse en lugares reparadores, enseguida los evita. Otro eje es la reflexión implícita sobre los actores jóvenes. La cuestión autobiográfica ocupa un terreno considerable al respecto y pone en tensión los mecanismos del documental y la ficción. Hay una escena en una fiesta (con referentes actuales de la misma generación asfixiados en la más absoluta banalidad) que produce una molestia digna de una película de Cassavetes, director que sobrevuela en estos tensos momentos de personajes que no saben qué hacer con sus relaciones afectivas y un hermoso faro que iluminó el concepto de lo independiente como ninguno. Guillermo Colantonio

-7 puntos / El tema de la paternidad, tratado desde el lado masculino. Mark debe cuidar a su hijo, quien le da tanto como le quita en esta vida. Este viudo de unos treinta y pico, vive en una casa compartida con dos amigos, no paga el alquiler desde hace un tiempo, se le dificulta conseguir trabajo como actor (excelente la escena en la que concurre a un casting con su pequeño hijo). Todo esto lo iremos viendo con el día a día en que Mark trata de educar a su pequeño, Isaac. La película logra sostenerse y volverse totalmente creíble gracias a la excelente química entre los protagonistas (padre e hijo en la vida real). Una gran película, no es pretensiosa, emociona y vuelve a mostrar lo difícil de ser padre. Gabriel Piquet


El impenetrable, de Daniele Incalcaterra y Fausta Quatrini / 8 puntos


La película comienza como un viaje y en el devenir del mismo todo cambia, partiendo de la intención inicial del director- heredero de 5000 hectáreas en el chaco paraguayo- de donar sus campos a los habitantes originarios del lugar. Lo que en la trama se revela es la realidad del modelo económico injusto, aniquilador y ambientalmente devastador que modela el régimen de tenencia de la tierra en Paraguay. Incalcaterra debe enfrentarse no sólo a la burocracia, capaz de otorgar el mismo terreno a dos personas diferentes, sino también con el poder paraestatal de los dueños de la tierra. La película da cuenta de un modo sintético, sencillo y extendido del modo en que las prácticas cotidianas (ocupación de tierras, judicialización, sometimiento de los pueblos originarios) reproducen un régimen económicamente injusto: Paraguay es el país con peor distribución de la riqueza en la región más desigual del mundo. Daniel Cholakian


El intermediario del Diablo, de Peter Medak / 7 puntos


Había visto la película de Peter medak cuando era adolescente en VHS, tenía un buen recuerdo. Muchas veces trato de no rever por dos razones: la primera es que todavía me falta mucho por conocer, la otra es que me puedo desilusionar con ese recuerdo que me quedaba de otro momento de mi vida. La invitación era tentadora, la daban en fílmico, en pantalla grande; y no me equivoqué: el film conserva todos los momentos que tenía en la memoria. Los movimientos de cámara (travellings, utilización de lentes gran angular) le dan un plus al verla en una sala que a uno lo hacen feliz aunque la película tenga su meseta narrativa. La historia del compositor de música John Russell, que pierde a su mujer e hija en un accidente de tránsito con posterior mudanza de ciudad y casa para olvidar el penoso suceso, tiene momentos del más puro suspenso, con elementos 100 % cinematográficos (puertas que se abren o cierran, ruidos que se escuchan por toda la casa perturbando al protagonista, vidrios que estallan), todo esto utilizado de forma magistral para crear un clima cada vez mas agobiante en una casa de grandes proporciones. Medak comentó que le gustaba cómo filmaba las escaleras Hitchcock. Hay que decir que él también las filma muy bien. The haunting de Robert Wise fue su principal influencia. Obviamente todo lo que aprendió lo trasportó a su relato visual. Gabriel Piquet


El limpiador, de Adrián Saba / 7 puntos


Lima atraviesa una epidemia producida por una extraña enfermedad pulmonar que es fatal. Las víctimas son cientos. La ciudad es un páramo y Eusebio está encargado de limpiar los lugares donde mueren las personas, vaciar el lugar y quemar todo lo que allí encuentra. En uno de esos operativos de limpieza encuentra a un niño sano escondido en un armario. Mientras no encuentre una institución o un familiar que se haga cargo, lo lleva a su casa. La película es la historia de esa relación, de la construcción de la identidad entre un niño solo y un hombre sin descendencia y de la relación con esa muerte amenazante de uno y de otro. Callada, austera, inteligente, El limpiador tal vez se exceda un poco en su duración. Nada más que en eso. Por lo demás revela un trabajo muy cuidado, de un joven director que controla los elementos de la narrativa cinematográfica y merece sin dudas ser tenido en cuenta en el futuro. Daniel Cholakian


El muerto y ser feliz, de Javier Rebollo / 8 puntos


Si algo tiene Rebollo es que nunca se parece al cine español que uno ha visto. Y su modernidad es apabullante. Los géneros son utilizados para diseccionarlos y deconstruirlos y así narrar evitando cualquier clasicismo. En este caso una road movie sin mapas ni brújulas ni otro destino más que uno aleatorio. Santos (José Sacristán) es un asesino a sueldo español que vivió en Buenos Aires y ahora padece una enfermedad terminal. Toma el auto y se pierde por las rutas argentinas rumbo al norte, donde en el camino encuentra a Erika (Roxana Blanco), una joven que también parece huir. Y juntos se harán compañía mientras el dolor y el fantasma de un contratista lo persiguen a él y la infancia familiar a ella. Como quien explota y divide el producto audiovisual cinematográfico, la banda sonora utiliza una voz narradora (desdoblada: femenina mayoritariamente y masculina en contadas ocasiones) que adelanta, retrasa, completa, niega, contradice, falsea lo que la imagen (nos) muestra, poniendo en duda su confiabilidad, por su carácter fabulador y mitómano. A la par, el sonido se aquieta y desaparece súbitamente en algunos momentos para, en otros, volver a llenar de canciones (como en un falso musical) el relato. El humor se asoma siempre por los resquicios menos esperados y se apodera de las situaciones escapando de los estereotipos. Ecos de Favio y de Martel se cuelan en las imágenes y en los espacios recorridos mientras uno intuye también una mirada que es menos el ojo prepotente de un extranjero que el atento observar devenido de un cariño sincero. Javier Luzi


El ojo del tiburón, Alejo Hoijman / 7 puntos


En sus mejores momentos, el film pone la cámara frente a los protagonistas de este documental -dos adolescentes en una comunidad pesquera- y deja que fluya el relato, es decir, que se vaya decantando la vida de estos jóvenes, mientras van creciendo, tomando más responsabilidades, vinculándose con el género femenino y saliendo solos por la selva, cual Tom Sawyer y Huckleberyy Finn. Allí podemos ver cómo los personajes surgen con naturalidad frente al dispositivo cinematográfico, mutando a medida que trascienden la mera superficialidad de la imagen. A la vez, el film se convierte en una meritoria exploración de un tiempo y un espacio particular, como sólo el cine puede hacerlo, problematizando también los límites entre documental y ficción. Los problemas pasan cuando el cineasta quiere resaltar a través de un discurso explícito lo que ya estaba presente en la imagen y la historia, es decir, cómo la cámara cambia a las personas filmadas, y viceversa. Ahí termina cayendo en el guiño canchero e improductivo. Aún así, la película se sobrepone a sus propias trampas. Rodrigo Seijas


El sueño de Lú, de Hari Sama / 8 puntos


Nada sencillo es contar la historia de una madre soltera a quien se le muere su pequeño hijo. Hari Sama lo asume con una decisión notable y evitando toda apelación a la sensiblería. Hay allí un drama terrible. Un dolor insuperable. ¿Cómo tramitarlo? De eso se trata El sueño de Lú, esta muy interesante película que se sostiene con una actuación notable de Ursula Pruneda Blum, una actriz que apela a todo su cuerpo para narrar el dolor con absoluta contención. La película es ascética y en ello va su profundidad. La exterioridad sería banal y el realizador la evita constantemente. La iluminación, bellísima, es sin embargo fría, calculada, trabajada para dejar siempre a Lú, la protagonista, desamparada. Los pocos momentos urbanos, son narrativamente perfectos y allí se notan las decisiones de puesta en escena del director. Y por si todo eso fuera poco, la música de la película paga por sí sola el precio de la entrada. Daniel Cholakian


Elle s´appelle Sabine, de Sandrine Bonnaire / 8 puntos


Sandrine Bonnaire plantea algo básico: filmar a su hermana de 38 años, quien es autista, realizando además una crónica de su juventud, su deterioro en la adultez, el maltrato y la ignorancia de las instituciones y cierto intento reciente por resurgir física y psicológicamente. Lo que daba para el golpe bajo de la década termina siendo… un golpe al corazón. Un masazo más bien. Es que la cámara nunca juzga a la protagonista, lo cual no quiere decir que no problematice sus conductas. Para Sandrine, el hecho de que Sabine sea autista no le quita deberes, no la salva de un reproche, no le da vía libre para maltratar a los demás. Esta carga de responsabilidad baña de dignidad a Sabine, una persona que básicamente lucha por ser humana, por entablar un lazo con quienes la rodean. La secuencia final, donde una Sabine de 38 años observa sus imágenes de joven, viajando por Estados Unidos, recordando -a puro llanto- quién fue y puede volver a ser, es tan brillante como conmovedora. El cine aquí se convierte en un pasaporte a la memoria, al auto reconocimiento y, finalmente, a la identidad. Rodrigo Seijas


Era uma vez eu, Veronica, de Marcelo Gomes / 7 puntos


Verónica (gran actuación de Hermila Guedes) terminó la carrera y ha conseguido la residencia en un hospital general en Recife. La relación con su padre es maravillosa. Tiene un muchacho al que llama cada vez que quiere sexo y unas amigas compinches. La vida empieza a plantear cierta toma de decisiones con algo más de responsabilidad. Y en ese instante hay cosas que comenzarán a pesar: la enfermedad de su padre, la alienación de sus pacientes y el reflejo en sí misma, su imposibilidad de vivir el romance, sus ganas de cantar. El director retrata ese momento y elige mostrar como un diario íntimo la crisis y los conflictos poniendo siempre el foco en ella y su no poder disfrutar la vida. Verónica tiene mucho pero no lo quiere ver ni aceptar. Sensible, musical (la banda sonora irrumpe constantemente), abriendo caminos que no llevan a nada se narra este film donde la cuestión pasa por la imposibilidad del sentimiento, mientras que los cuerpos y lo sexual se exhiben sin pruritos y no son problema alguno. Hay en ese mirar a la mujer de hoy toda una posición de avanzada que choca un poco con cierta resolución previsible y que pareciera contradecirse con el resto. Elegir disfrutar de la vida no debería ser regresar a un pasado mítico ni prolongar lo que se intuye como felicidad sino arriesgarse a conocerla. Javier Luzi


Errata, de Iván Vescovo / 7 puntos


Ulises es fotógrafo y está de novio con Alma. Se aman, o eso parece, entre citas de Borges, teorías subjetivas sobre la verdad, vericuetos retóricos en discursos académicos y librerías de usados. De pronto Alma desaparece y Ulises sale a buscarla en una Buenos Aires nocturna y vacíamente amenazante. Mientras un librero, un profesor, una empleada de bar y una hermana nunca presentada se cruzan en el periplo de búsqueda. Vescovo mezcla el film noir con el cine de autor y sale más que airoso del intento. Femme fatal, oscuridad y sombras nocturnas, ciudad, delitos se imbrican con una narración quebrada, de sueños y saltos temporales, filmada en un blanco y negro impecable y con una alta dosis de significantes aportes literarios. Desde la explicitación de Borges y Bioy (su obra y su amor por el policial negro), a los saltos espacios-temporales cortazarianos pasando por el doppelganger. La teoría sobre las erratas en los textos será la causa motora del film y la forma que adopta. Personajes que son erratas en la vida de los otros y que trafican con los engaños y las mentiras, vueltas de tuerca que duplican las trampas y los artificios. Y que acelera cierto cambio abrupto y disruptivo que se sucede en el final donde la ambigüedad se pierde para retomar cierta linealidad explicativa y resolutiva de los conflictos planteados. Esto y algunos personajes que se abandonan o aparecen con explicita funcionalidad son pequeños lunares en la más que interesante opera prima de un jovencísimo director. Javier Luzi


Evolution of violence, de Fritz Ofner / 8 puntos


En el presente guatemalteco la posibilidad de morir violentamente es tres veces mayor que en Irak. La narración comienza mostrando el trabajo de periodistas televisivos que cubren los cotidianos asesinatos callejeros. A partir de testimonios de una fundación que apoya a las víctimas, lleva la narración a relacionar esta violencia con aquella que se instaló en la sociedad durante la guerra civil que vivió aquel país (medio millón de muertos, cientos de miles desaparecidos). Y siguiendo hacia atrás en la historia, y con buen material documental, traza la línea entre esa violencia y los intereses económicos estadounidenses. Con ello profundiza en la naturaleza social de las víctimas (violencia étnica, de clase y de género). Con una estructura espiralada que va de la capital y casos particulares hacia el resto de la geografía del país, su historia y las matanzas colectivas, el realizador cierra regresando al presente de aquel móvil televisivo, donde corriendo tras un nuevo asesinato los movileros van cantando las canciones pop que suenan en la radio. Daniel Cholakian


Fango, de José Campusano / 6 puntos


Continuando con su cine surgido del sur del conurbano bonaerense, de los barrios marginados, de los sectores empobrecidos, Campusano construye una historia de violencia y venganzas entre bandas del mismo barrio, articuladas sobre el génesis, apogeo y caída de una de las tantas bandas de rock que surgen y concluyen en esos barrios. Fango es el nombre de la banda de tango trash y es el terreno donde se desarrolla la vida. En un relato coral el realizador no pierde a ninguno de sus personajes por el camino, ni deja de sostener alguna de las líneas de la narración. Es así que la película, más allá de algunas arbitrariedades que sostienen la progresión dramática, se mantiene atractiva a partir de los diversos relatos. La forma en que presenta la realidad de las bandas del rock barrial y el extraño mundo regulado por mujeres (a diferencia del resto del cine de Campusano), son dos puntos clave a favor de Fango, su última realización. Daniel Cholakian


Fausto criollo, de Fernando Birri / sin puntaje


El maestro Birri acomete al Fausto criollo con una generosidad y una maestría personal -mucho más importante que en el orden cinematográfico- difícil de igualar. Homenajeando con calidez al cine de Georges Meliés e incorporando a niños en la actuación y la creación de los escenarios, algo que sólo alguien muy generoso y libre puede hacer, lleva adelante una película que alterna entre la genialidad y un formato que parece avejentado. Hay que ser muy grande para animarse a no tener ni un poco de pretenciosidad con el talento, la edad y la carrera del maestro. El fantasma, que alguna vez aprendió de Fernando Birri que la verdad del mundo sólo se observa a través del cuadro de una cámara de cine, no puede dejar de homenajear a este gran maestro de la poesía del mundo. Daniel Cholakian


Gebo y la sombra, de Manoel de Oliveira / 9 puntos


Oliveira sigue filmando a contrapelo de todo y traza aquí una película sobre la dignidad humana a través de un hombre que mantiene a su familia en el plano económico como puede y sostiene emocionalmente (o al menos lo intenta) a su mujer y a su nuera, ya que el hijo está ausente. El problema se desata cuando el hijo vuelve. El oficio del veterano director se advierte en este film de cámara, con planos fijos de carácter pictórico, que fluye como una breve respiración. Con un mínimo espacio dramático y actores formidables, el relato cobra intensidad hacia el final, cuando la armonía familiar finalmente se vea perturbada por causas materiales. Como muchas expresiones contemporáneas, Gebo y la sombra también es una película sobre el dinero y sobre el poder del capital, que pone en crisis valores nobles. Pero allí donde otros colocan gritos y velocidad, el maestro portugués introduce un tiempo de percepción y de escucha de la palabra que permite al espectador introducirse una vez más en los temas tan caros al director: la angustia, el desasosiego, el deber, entre otros. Algún desprevenido a la salida de la función hablaba de “un abuso de puesta en escena teatral”. Nada más lejos de la realidad: el tiempo de la película, la iluminación, las atmósferas y la poesía de los decorados no son los de una obra de teatro. Guillermo Colantonio


Gimme the power, de Olallo Rubio / 7 puntos


A veces el no ir con expectativas a ver algo puede traer buenos resultados. No soy seguidor del grupo Molotov, dentro de lo que quedaba para ver en la grilla del Festival era lo que ese día me llamaba la atención. El documental arranca con una voz en off que narra todos los acontecimientos políticos/sociales del pueblo mexicano, pasando por los momentos claves de su historia. Escucharemos voces de sociólogos, escritores, artistas, y dentro de este contexto también comenzaremos a conocer la historia del rock mexicano, algunos de sus protagonistas, eventos que marcaron historia como el Festival Avandaro (el Woodstock mexicano, para denominarlo de alguna forma). Al tener estos panoramas cubiertos, hace aparición en escena el grupo al que está dedicado el documental. Ya con los protagonistas contando cómo se creó la banda, el director vuelve a acertar poniendo en contexto la historia del grupo, sus temas más famosos, con la realidad de su país. Lo que Molotov fue desde sus letras (una de las primeras bandas que insultaba en sus canciones), todo esto en un país ultraconservador que no puede sacarse ese peso de encima. Acertada en no ser una mera sucesión de comentarios contando la historia de la banda, si uno no está muy informado sobre la realidad de México, tendrá un pantallazo general. Gabriel Piquet


Historias breves 7, de directores varios / 6 puntos


Esta nueva edición de Historias breves tiene la particularidad de ser bastante dispareja. Dentro de los nueve cortos encontramos cuatro que son realmente interesantes pero los demás no son muy llamativos. Las temáticas que se presentan son el compromiso social: denuncia de la trata de personas; el juegos de historias en paralelo, el amor entre jóvenes de diferentes clases sociales, la compenetración del actor con su papel hasta llegar a la locura, la historia del cocinero del pueblo, el misterio de una muerte, entre otros. Hay que resaltar el gran contenido federalista que tiene esta edición de Historias breves. Esto es muy importante porque nos permite adentrarnos en la realidad de otras provincias de las cuales generalmente no tenemos acceso mediante las películas que llegan nuestra ciudad. Aunque no todas las producciones resulten atractivas, siempre es una buena oportunidad ver las ediciones de cortos porque en ellas se presenta un mundo distinto al del cortometraje centrado en la acumulación de mensajes en pocos minutos. Melody San Luis


Huellas, de Miguel Colombo / 6 puntos


El protagonista y director del film narra parte de la historia de su familia al intentar reconstruir la vida de su abuelo. Para esto plantea una especie de documental en donde recorrerá los sitios donde este hombre vivió. La película contiene así imágenes de Italia, París y de la Argentina, más específicamente Jujuy. Los tabúes familiares juegan un papel importantísimo: muchos secretos hay guardados, mucho han callado. Estos comportamientos, el hecho de mantener la unión familiar a cualquier costo, junto a la idea de la inmigración, hacen que la película tenga mucha llegada a personas mayores que se encuentran identificadas. Pero, de todas maneras, en el plano técnico peca de ser tediosa por momentos y le falta originalidad a la hora de presentar los testimonios. En cambio, sí es atractivo el personaje protagónico. La musicalización parece mucho más acorde al final de la película que durante todo el comienzo. Melody San Luis


In the fog, de Sergei Loznitsa / 7 puntos


Mucho más interesante resultó In the fog la primera película de ficción del reconocido documentalista Sergei Loznitsa. En plena segunda guerra mundial, Bielorrusia fue invadida por los alemanes (en su avance hacia los centros del poder en Rusia). Allí los rebeldes partisanos eran condenados a la horca. Un grupo sospecha que un trabajador ferroviario entregó a un trío de compañeros. Por lo tanto lo buscan y deciden fusilarlo clandestinamente. Los tres personajes, dos partisanos y el supuesto traidor, vivirán en el bosque, escondidos y asediados por los nazis, la contradicción de su historia y su presente. Sórdida, intensa, la película reconstruye las historias particulares y confluye en un final que deviene de la irrefrenable tragedia de la guerra. In the fog es de esas películas que, como el vino, mejoran con el tiempo. Daniel Cholakian


Insurgentes, de Jorge Sanjinés / 7 puntos


Sanjinés tienen una larga tradición en la realización de un cine político que es parte de una estrategia de liberación de los pueblos indígenas en Bolivia. Insurgentes es sin dudas un momento en este largo ciclo de cine político. Sanjinés establece una relación entre los distintos momentos de la luchas de los pueblos originarios, ya en tiempos de la colonia, donde sus luchas independentistas servían a la nueva burguesía nativa, o más acá en la historia donde los poderosos locales violentaron, silenciaron y exterminaron poblaciones enteras. Lo importante es que todos aquellos recorridos, contados desde el presente hacia el pasado, anclan en el año 2005, cuando el indígena aymara Evo Morales asume la presidencia, en un momento que marca una revolución en la política boliviana. Sanjinés elije el uso permanente de la voz en off para contar la historia, que aparece ilustrada en las imágenes. Pero el valor revelador de lo oculto, la participación popular en el rodaje, la profundidad y extensión -temporal y territorial- de las matanzas y la explotación, hacen de la película una obra potente y necesaria. Daniel Cholakian


Invisible, de Víctor Iriarte / 3 puntos


Los festivales son también fenómenos sociológicos. En esta oportunidad, el director tuvo que salir a aclarar que su película no “era una estafa” como gritaron algunos espectadores huyendo de la función. Mucho ruido y pocas nueces. Iriarte no es Serra (del cual se vivió un episodio parecido con su despojada adaptación del Quijote en una edición anterior) y más que imágenes presenta ruidos, una voz a capela poco soportable y acordes de chelo que serían la banda sonora de una película de vampiros que nunca vemos ya que sólo accedemos a fundidos en negro con breves diálogos escritos sobre pantalla. Hay una línea delgada entre lo experimental y la pereza creativa (alguno podría traducir como “chantada”); en este caso la balanza se inclina hacia esta última. De los 65 minutos que dura la película, con 5 hubiese sido suficiente para develar el mecanismo formal omnipresente. El resto es puro agobio. Guillermo Colantonio


Je suis venu dire… Gainsbourg par Ginzburg, de Pierre-Henry Salfaty / 7 puntos


Este documental tiene a la figura del músico francés en primera persona, ya que los relatos son la propia voz del cantautor quien nos va llevando por su vida. Así cuenta su difícil relación con su padre quien quería que fuera un músico académico, su misoginia con las mujeres (según palabras del propio Gainsbourg era una forma de defenderse por su falta de belleza física). Pasarán sus famosos amores (Brigitte Bardot, Jane Birkin), sus éxitos musicales como cantante melódico entre los que se destaca La Javanaise, su admiración por Rafael y la pintura como arte mayor. En un momento explicará la diferencia con la música que él hace a la que considera un arte menor, pero que lo salvó gracias a las regalías que cobraba como compositor. Otro de los momentos interesantes es una anécdota que narra cuando a los 13 años estaba de pupilo en un colegio y el director lo llama para avisarle que venía la milicia hacer una redada (estaban en plena Segunda Guerra, bajo la ocupación nazi). El director le dijo que se escondiera en el bosque y llevara un hacha, si se cruzaba con cualquiera de la milicia o del ejército nazi dijiera que era hijo de un leñador. Fue así que vivió un tiempo en el bosque, mientras le llevaban comida. Personaje algo controvertido en su país, con un magnetismo que atrapa al espectador al escucharlo hablar y cantar. Gabriel Piquet


Jessico, de Alejandro Martín Arias / 7 puntos


El documental nació gracias a que se quisieron volver a grabar algunas pistas de Carolo (nombre de lo que se podría denominar los lados B de Jessico). La banda también aprovechó los diez años del lanzamiento de su disco que los llevó a la masividad y realizó un recital cantando todos los temas del álbum, siguiendo el orden en que habían sido grabados. Irán pasando músicos, escritores y productores que opinan del disco. Los momentos más interesantes son cuando cuentan cómo hicieron el estudio en Tortuguitas (el baterista Panza habla del diseño), un programa de TV en el que Adrián Dargelos cuenta anécdotas o define algunos conceptos a Dady Brieva que lo entrevista. Se escucha a Alejandro Ros, el diseñador de la tapa del disco, decir “quería trasmitir algo que pareciera olor a desierto trasladado a Paraguay”. Palo Pandolfo (Don Cornelio y La zona, Los visitantes), Jorge Serrano (Los auténticos decadentes) hablan de sus temas favoritos de la banda. El primero dice que en los 90 no le llegaba su música, que le parecían hipnóticos pero que pensaba “esos hermanos me quieren comer la cabeza”, aunque el clic lo hizo al escuchar El loco. El segundo dice que su tema favorito es Rubí, ya que le gusta ese formato canción más pop. Por supuesto que además de todo lo antes mencionado, están las canciones de un disco perfecto que después de casi 11 años sigue siendo novedoso desde su sonido. Gabriel Piquet


Kajianteya, de Daniel Samyn / 8 puntos


“Kajianteya” significa “la que tiene fortaleza” y es también autoridad dentro de la comunidad wichi a la que pertenece, en la provincia de Salta. De fortaleza por reivindicar los propios derechos, de eso justamente se trata este nuevo documental de Samyn que, con mucha simpleza y sensibilidad, muestra la realidad actual de los desmontes de los bosques en la zona, los constantes desplazamientos forzados de las comunidades nativas y los constantes engaños de los gobernantes y poderosos de turno. A pesar de que nos encontramos en una supuesta época de reivindicación de los derechos humanos, aún hoy no se les reconoce nada a los wichi y a otros pueblos aborígenes. Y, como consecuencia de los desastres ecológicos que se vienen llevando a cabo desde hace años, ahora corren también peligro sus vidas, frente a posibles catástrofes naturales. Todo esto denuncia este documental y, contra toda esta injusticia, reclama Kajianteya, quien hace años llegó a hacer huelgas de hambre en Buenos Aires como señal de protesta y que, aún hoy, no ha visto ningún tipo de respuesta a las necesidades de su pueblo. Julieta Paladino


Kartun (El año de Salomé), de Mónica Salerno y Hugo Crexell / 7 puntos


Este documental aborda la figura de Mauricio Kartun, dramaturgo y director que es además uno de los artistas contemporáneos más prestigiosos de la Argentina. Decir esto nos da quizá un marco demasiado solemne, pero el documental de Salerno y Crexell, focalizado principalmente en el proceso creativo que pone en escena la obra Salomé de chacra (2011), es un trabajo testimonial que descansa en formas convencionales pero que narra y cierra el guión con la presencia de un artista completo, sin el aire acartonado de la monumentalidad que pueden dar los galardones. Más allá del acierto de los testimonios y la prolijidad de los planos, uno no puede dejar de advertir una estructura donde por momentos se pierde la dirección (¿es acaso un documental sobre la vida de Mauricio Kartun, sobre las dificultades de la puesta en escena de su última obra o sobre su trabajo creativo?) dando lugar a una visión fragmentaria que deja esbozos incompletos que plantean preguntas sin responder. Quizá el desacierto más importante radica en el contexto de la introducción: si bien Kartun es una figura de renombre en la actualidad cultural de nuestro país, lo cierto es que no se puede exigir al espectador que lo conozca como si se tratara de un icono popular. Pero son más los aciertos que las aparentes fallas: el recorrido a través de las obsesiones del artista, el trabajo exhaustivo sobre el detalle y la referencia a los actores y la profesión hacen de este documental un trabajo que, más allá de los descuidos en su estructura, nos permite reconocer la figura del director y dramaturgo en toda su integridad. Cristian Ariel Mangini


L, de Babis Makridis / 5 puntos


Hay que aplaudir de pie a los infladores de sinopsis, la verdad. Y sin ser prejuicioso, hay que dejar también de darle tanto lugar a los directores griegos en el Festival: de todo lo que me ha tocado ver de esta cinematografía, la verdad que han demostrado ser bastante pecho fríos (la explicación de dicho término acá). Impecables desde la fotografía, pero con la misma sensibilidad de un pedazo de hormigón. L la juega del lado de la comedia absurda, donde un chofer profesional a bordo de un Mercedez Benz tiene que comprar miel casera para su empleador y llegar en tiempo récord. El protagonista sin nombre jamás se separa de su vehículo, si tiene que ver a su familia se encuentra con ellos en un parque de estacionamiento, y si tiene que dormir reclina el asiento del coche. Auto que funciona también como coraza. El principal problema es que si bien la apuesta al absurdo está buena, se acaba rápidamente, lo mismo que le pasaba a Rubber el año pasado. Hasta ahora está en los primeros puestos del ranking de «qué carajo es esto» y «me levanto y salgo corriendo del cine». Pese a sus aciertos y falencias, vale la pena seguir buscando hallazgos en la sección Sentidos del humor. David Pafundi


La bestia debe morir, de Román Viñoly Barreto / 8 puntos


Quizás sea profundamente innecesario escribir una crítica de una película de 1952. Sin embargo, estamos ante una obra que creo merece al menos unas líneas de sincero reconocimiento. Es difícil calcular la influencia cultural de Narciso Ibáñez Menta que, asociado en general con el género fantástico y de terror, tenía evidentemente una increíble sensibilidad para la literatura en general. En este film dirigido por Roman Viñoly Barreto, Narciso maneja una sutileza y un registro magistral, su entrada en escena disminuye a todos los personajes. No hay que dejar de mencionar la labor de Nathan Pinzón, cuya actuación como Carpax es cuanto menos desopilante. Haber adaptado con esta calidad la novela de Nicholas Blake (pseudónimo de Cecil Day-Lewis), y poder verla hoy en pantalla grande sirve de reivindicación de un talento particular. Y ya que estamos mencionemos que el libro de Blake es absolutamente recomendable, escrito con ritmo y pulso para el efecto, características que esta versión cinematográfica hace suyas, por suerte. Matías Gelpi


La corporación, de Fabián Forte / 8 puntos


Hace varios años que conozco a Fabián Forte en su faceta de realizador: es un director talentoso, pero todavía no ha sido descubierto. Quizás esto cambie para el gran público cuando en verano se estrene su película anterior Malditos sean!, codirigida por otro director muy interesante, Demian Rugna. Esta película se construye de a poco. Forte realiza un thriller impresionante, que tiene elementos de la escuela de su tocayo Bielinsky. Párrafo aparte merece un enorme Osmar Núñez, quien construye una caracterización que con pequeñas sutilezas va dándole una dimensión que lo pone entre las mejores actuaciones de la historia del cine argentino. Todos los actores en sus papeles están creíbles, la sensualidad forzada de Moro Anghileri en su personaje, Sergio Boris, Vicky Almeida, Federico Luppi en sus pequeños roles logran meternos en el clima que el guión de Forte nos propone. El humor irónico funciona en varias escenas y los ecos a The Truman show de Peter Weir andan dando vueltas por el aire. Me gustó mucho, pero no puedo extenderme por el formato de mini-critica. Dejo el rol de crítico, si fuera público les digo “¡vayan a verla!”. Gabriel Piquet


La educación gastronómica, de Marcos Rodríguez / 5 puntos


Ya me había pasado en el BAFICI y ahora me pasa también en Mar del Plata. Me vuelve a surgir la duda de cómo ciertos films argentinos entran en competencias de festivales prestigiosos, siendo apenas acertados ejercicios para escuelas de cine. Es lo que me sucede con el film de Marcos Rodríguez, apenas correcto en su realización, con dos actores que en ciertas secuencias evidencian dificultades para llevar los protagónicos de este relato centrado en dos compañeros de la escuela secundaria que se reencuentran en su pueblo de origen. Uno está clavado ahí, esperando a que una fractura de su brazo evolucione para poder volver a Buenos Aires. El otro había probado suerte antes en la Capital, pero prefirió volver. Ambos inician una serie de charlas y encuentros, buscando retomar la amistad. No hay mucho más en la narración (de hecho, casi no hay conflicto) y eso termina atentando contra el resultado final. De hecho, el film, a pesar de sus 84 minutos, da la impresión de haber sido estirado demasiado. Sostenida básicamente en la palabra antes que en las imágenes, con algunos diálogos interesantes y otros demasiado impostados, no ofende pero vuelve a plantear una dicotomía permanente en buena parte del cine argentino: cuál es su público, su horizonte de espectador. Una película chiquita, chiquita. Rodrigo Seijas


La experiencia Barriga, de Esteban Rojas / 7 puntos


El rock chileno es desconocido para nosotros, salvo excepciones (Los Prisioneros, Los Tres, Javiera Mena). Cuando comienza el documental, el realizador Esteban Rojas habla de su adolescencia y cómo una de las bandas de los 80 que más le gustaba además de la mencionada Los Prisioneros era Sexual Democracia, cuyo líder es el eje central del documental, Miguel Barriga. El carismático cantante será retratado por los documentalistas durante una gira que realiza por algunas ciudades del sur de Chile en el verano de 2006. Por lo que cuenta Miguel, y parte de la gente entrevistada, la banda marcó con sus letras bien autóctonas la gran diferencia en su país, ya que nadie cantaba con tantos modismos chilenos o formas de hablar que identificaran a los trasandinos. “Solo dura 10 ó 15 minutos la sensación de glamour”, dirá Miguel mientras habla ni bien se levanta en una cama de un hospedaje de pueblo. El equipo de documentalistas, un norteamericano, un peruano y dos chilenos, quienes seguirán la gira y además nos contarán en paralelo anécdotas con los músicos y sus propios familiares son un divertido aporte a la narración. Uno de los documentalistas habla del hit que hizo famosa a la banda, Los chicos buenos (Los bomberos), y Barriga contará que cuando cantaban en las peñas este tema era una revelación más teniendo en cuenta la ironía de la letra en un país totalmente militarizado como era todavía Chile en esos momentos. Si tienen oportunidad de ver el documental háganlo, si pueden escuchar a Miguel y su banda también. Acuérdense: “vivan los bomberos/que apagan el fuego/bomberos chicos buenos”. Gabriel Piquet


La música callada, de Fernando Boto / 6 puntos


El título del documental remite a un verso de San Juan de la Cruz. La intención de Boto es trasladar la experiencia mística de las palabras a las imágenes a partir de la rigurosa observación de dos monjes católicos bizantinos en algún lugar de la provincia de Buenos Aires. No hay duda de que el director asume riesgos y demuestra sensibilidad para captar momentos y atmósferas dentro de ese universo cerrado a la contemplación, donde la materia sonora de la naturaleza establece el ritmo de la película. Ahora bien, todo ese rigor formal carece de discurso y deriva en un esteticismo que se toca el ombligo. Paradójicamente, el film incluye a quienes se entregan a dicho goce estético y excluye a aquellos que no tienen empatía ni con el tema (porque no se les dice nada más allá de las imágenes) ni con los personajes. En el primer caso, se harán sentir los aplausos; en el segundo, los ronquidos. Guillermo Colantonio


La sirga, de William Vega / 9 puntos


Obra que como pocas hace potencia visual de la famosa frase del feminismo “lo personal es político”. Una joven que pertenece a un poblado que ha sido quemado llega hasta la casa de su tío, a quien apenas conoce, para alojarse allí. La película, que cuenta con mucha sencillez y pudor la reconstrucción de esas vidas, habla más por sus silencios que por sus parlamentos. Con una puesta en escena controlada por un realizador que conoce su trabajo, el “fuera de campo” y el uso del encuadre dentro del encuadre, funcionan a la perfección para crear una tenue atmósfera de peligro permanente. El clima es parábola de ese peligro que los amenaza desde lejos sin nombre y sin identidad. Toda la historia de violencia incomprensible que especialmente en los últimos diez años vive el país, está condensada en esta pequeña historia en una casa perdida frente a una laguna y apenas cinco personajes. Una pequeña joyita del cine. Daniel Cholakian


La última muerte, de David Ruiz / 4 puntos


Uno de los colegas había recomendado ver la película de Ruiz, lo que no dijo fue cuál, porque en la grilla había tres. El film de este tal Ruiz en cuestión (que resultó ser David y no Raúl) es como una copia mala de El sexto día (como si la original no fuese lo suficientemente berreta) con la saga Bourne. Un hombre que no sabe su identidad aparece inconsciente en la casa de un psicoanalista, y al recuperarse desconoce su identidad, sin siquiera saber cómo llego ahí. Es llevado a un hospital, pero su retina no aparece en ninguna base de datos (sí, también le afana algunas cosas a Minority Report), y sin motivo aparente las autoridades lo andan buscando, por lo que el profesional (vaya uno a saber por qué) se siente responsable y decide internarlo a escondidas en el hospital de un amigo, lo que da lugar a más conspiraciones, atrocidades que incluyen a la industria farmacéutica en complicidad con clínicas y balaceras poco claras. Los que sí murieron fueron unos que quedaron roncando en las butacas de atrás, no es para culparlos, esta distopía que es un refrito de algún directo al VHS de los 80′ tiene la lógica de un chico de 5 años. David Pafundi


Lawrence anyways, de Xavier Dolan / 10 puntos


No tengo más que elogios para referirme a la última película de Xavier Dolan, joven director canadiense que desde sus inicios en el mundo del cine no para de sorprender. En este caso, el tema central de la historia es la lucha de su protagonista por tener el cuerpo femenino que él debió tener, los conflictos sociales que esto le genera y principalmente la crisis con el amor de su vida: su novia Fred. Esta historia tan dramática, es contada de una manera alucinante, con una sensibilidad y un cuidado por la composición visual y sonora único, cada detalle está en su correcto lugar y la dirección artística de Colombe Raby merece un aplauso. Las actuaciones son también impecables y la selección de la banda sonora, que integra música clásica con canciones electrónicas, logran mantener la atención del espectador durante las casi tres horas que dura la película. Con sus 23 años, Dolan no deja de sorprender y, luego de semejante obra de arte, sólo resta esperar ser deslumbrado una vez más por su siguiente film. Julieta Paladino


Let me out, de Jae Soh y Kim Chang-lae / 8 puntos


Desde su título este film entabla un diálogo con el cine contemporáneo, mediante el juego de palabras que hace referencia a la exitosa película de terror Let me in, remake de una película sueca homónima. Las citas y chistes cinéfilos estarán presentes a lo largo de toda esta película, que retrata las dificultades de un joven estudiante de cine para dirigir su primer film: conseguir financiación y sponsors, lidiar con alguna actriz estrella, sufrir el juicio de sus compañeros y profesores, lidiar con las dudas e inseguridades de llevar sobre los hombros tanta responsabilidad y hasta enamorarse de una sus actrices. A este relato, se intercala gran cantidad de situaciones cómicas que impiden que la película decaiga. Más allá de la gran cantidad de elementos típicos de la cultura oriental, es una historia universal aplicable a todo joven cineasta de cualquier rincón del mundo. Julieta Paladino


List, de Hong Sang-soo / 7 puntos


Sang-soo confirma sus habilidades narrativas en este corto, fresco y simpático, con tres personajes (madre, hija y un director recién divorciado) en una localidad costera. Nuevamente, el azar y el tema de qué hacer con el tiempo libre aparecen como motores creativos. Hay pequeños momentos de humor, alguna que otra ironía sobre el oficio cinematográfico y un intercambio lúdico entre los personajes que, enseguida, los hace queribles. Pocos movimientos de cámara, en una puesta en escena casi teatral donde los diálogos fluyen en medio de planos que son como viñetas de la vida cotidiana, por donde las criaturas entran y atraviesan el espacio dramático. El problema es el final, que no pienso contar. De todos modos, salvando este detalle importante, todo parece estar a la justa medida en esta pequeña historia. Guillermo Colantonio


Los últimos cangaceiros, de Wolney Oliveira / 6 puntos.


El cangaso fue una forma de bandolerismo que se manifestó en el nordeste brasileño y se intensificó a principios del Siglo XX hasta ser prácticamente desarticulado de forma cruenta por escuadrones policiales. El documental se centra en una pareja de sobrevivientes, Duvinha y Moreno, y en los relatos que testimonian su pasado. Las primeras imágenes parecen instalarnos ya en el artificio (se ve al equipo técnico maquillándolos y sacándoles fotos) y evidencian un problema: la recreación romántica y pintoresca de los cangaceiros, sin indagar rigurosamente en las profundas causas de sus acciones y relegando un posible análisis a una empatía que Oliveira no puede disimular. Si bien, por momentos hay una extraña mezcla de perversidad y ternura en estos dos ancianos convertidos en héroes (quienes no se desvelan en lo más mínimo cuando confiesan los muertos que tienen en su haber), los recursos que utiliza el director en base a entrevistas, archivos fílmicos, música omnipresente y recreaciones ficcionales, parecen agotarse promediando la hora. Eso sí, está más claro que nunca que los brasileños transforman en canto y baile cualquier cosa, hasta el horror de unas cabezas cortadas. Guillermo Colantonio


Mar del Plata, de Ionathan Klajman y Sebastián Dietsch / 5 puntos


A Joaquín le regalan un viaje a Mar del Plata con todo pago. Como hace poco cortó con su novia invita a un amigo para no ir solo y de paso tener quién lo lleve. Así es como arranca este viaje de dos treintañeros, emocionalmente inestables a vacacionar unos días por la ciudad costera. Siguiendo el formato de la comedia romántica norteamericana, Mar del Plata es un paso en falso por el humor. El problema (que también se ve en la comedia argentina mainstream) siguen siendo los guiones, y este film tiene varios, no sabe bien qué es lo que quiere contar y las actuaciones tampoco ayudan demasiado, donde los personajes tiran sus líneas de forma monótona y se los ve trabajando a desgano. El valor de las nuevas cámaras HD posibilitó que sea más fácil acceder a ellas, y no está mal salir con amigos a hacer una película para divertirse, pero lejos está de entrar en la programación de un festival por más que la sección esté fuera de la competencia. David Pafundi


Mapa, Elías León Siminiani / 8 puntos


¿De qué manera olvidamos el amor cuando nos dicen adiós? ¿Es posible? Elías Siminiani construye su opera prima para tratar de encontrar una respuesta a estas preguntas y usando la cámara como un lápiz escribe visualmente una especie de diario autobiográfico. Exponiéndose sin ningún tipo de pruritos, el director-protagonista se lanza a recorrer espacio (un viaje a India) y tiempo (la recuperación de VHS del pasado) para desentrañar el misterio del amor y de la pérdida. Para ello echa mano tanto de las canciones -y su aporte al sentimiento-, cuanto de la ironía inteligente para juzgarse sin concesiones atravesando ese trance. Lo que consigue así es que la representación de su situación supere el ombliguismo (esa cierta mirada posmoderna que hace nacer el arte de uno mismo para apenas quedarse en sí) y logre la plena identificación con el espectador. La catarsis artística bien entendida. Viaje iniciático, y de las formas fílmicas, que busca sus coordenadas a medida que se desarrolla, que traza y desanda cartografías, que se anima a la aventura exploradora del dolor con nobles armas. Siminiani se cuestiona y se burla de sí calculando hasta el milímetro cada detalle, cada imagen y cada palabra expuestas, con una obsesión imposible y reidera, hasta que un imprevisto le hace ceder el control y uno entonces sospecha que ese quiebre será una bocanada de aire que le permitirá un respiro. Conmovedora, entretenida, romántica, divertida, Mapa nos descubre a un director a tener en cuenta. Javier Luzi


Marker ‘72, de Miguel Angel Vidaurre / 3 puntos


Se propone una premisa y a partir de la misma, como engaño, como si fuera un señuelo que seguir para encontrarse con otra cosa, pretende ver qué pasaba con el cine en los años previos al gobierno de la Unidad Popular y en los dos primeros años de mandato de Salvador Allende. Lejos está de conseguir el objetivo de develar nada, o de construir una mirada sobre aquel cine militante. Imágenes de archivo que ilustran lo dicho (no hay en el montaje una elaboración presente de aquel material como parte de un discurso histórico) y reportajes convencionales algo reiterativos, se suman a frases absolutamente descontextuadas, para dar un material que apenas podría sostenerse si fuera parte de un proyecto televisivo. Y para eso habría que restarle algunos minutos que indudablemente le sobran. Daniel Cholakian


Más allá del olvido, Hugo del Carril / 8 puntos


Cuando hacemos la cobertura de los festivales, siempre nos hacemos la misma pregunta desde el sitio: ¿escribimos o no escribimos sobre las películas retrospectivas? La conclusión a la que llegamos entonces es que sí hay que escribir sobre aquellas que son verdaderos redescubrimientos o recuperaciones. Qué mejor entonces que recomendar esta obra maestra de Hugo del Carril, que anticipa curiosamente a Vértigo de Hitchcock hasta el punto de pensar que el director británico se pudo haber inspirado secretamente en esta obra del realizador argentino (igualmente ambos se basaron en dos novelas diferentes). Del Carril es uno de los grandes nombres del cine nacional, tal vez no del todo reconocido, y esta película se ha escabullido misteriosamente de las listas habituales que recomiendan cine clásico. Más allá del olvido sigue las penurias de un hombre que convierte la muerte de su esposa en obsesión: tanto, que cree ver nuevamente a su esposa en una trabajadora de un show de magia en un piringundín. En lo básico, es un film de un romanticismo extremo, casi quemante, pero sobre todo es una película de una perversión subterránea, de una necrofilia mucho más que sugerida, que además arremete contra ciertos códigos patriarcales. Más allá del olvido es rara para el cine nacional de aquellos tiempos (incluso para el de estos tiempos), por la oscuridad y la ambición de gran relato. Además, cuenta con notables trabajos en rubros como dirección de arte, fotografía y música, y dos actuaciones increíbles de Hugo del Carril y Laura Hidalgo, en este caso por duplicado: al igual que Novak en Vértigo, Hidalgo hace de las dos mujeres. Un film fantasmal, casi terrorífico. A descubrirla. Mex Faliero


Me perdí hace una semana, de Iván Fund / 4 puntos


Iván Fund parece haber alcanzado con este film una meseta creativa, donde evidencia una fuerte carencia de ideas, que sólo sabe disimular a través de la impostación. Aquí se concentra en un pequeño grupo de personas y sus vivencias: una pareja en crisis, un tarotista que perdió a su perro, una mujer policía. En el medio, pretende reflexionar sobre el proceso de filmación, la relación entre ficción y realidad, la cámara inmersa dentro de lo cotidiano. El problema es que esos tópicos ya vienen siendo transitados desde hace décadas y lo único que parece aportar Fund es pereza narrativa. La historia nunca avanza, los personajes jamás adquieren espesor y el espectador es condenado al puro aburrimiento. Una película con muy poco para decir, que vuelve a poner en cuestión los métodos y razonamientos de las instituciones que promueven apoyo financiero y logístico. Si se sigue financiando y promoviendo cine como este, no vamos a ningún lado. Rodrigo Seijas


Memories look at me, Song Fang / 6 puntos


Una hija vuelve de visita por unos días a la casa paterna. Sus padres, sus hermanos, su sobrina, algunos tíos, se sucederán en conversaciones y situaciones cotidianas donde el paso del tiempo y la muerte marcan a fuego los lazos familiares. La directora china se filma a ella y a su propia familia y es esa verdad lo que se trasluce y hace la diferencia. La película se plantea en planos fijos que transcurren mayoritariamente en el interior del hogar. Lo que muestran estos planos son charlas que recuperan el pasado y a sus actores y lo que destilan es pura emoción. La cuestión oriental de la muerte se impone con familiaridad y simpleza, alejada de cualquier manera occidental de manifestarla pero, obviamente, no la hace ajena. Hay momentos en que los hijos comienzan a darse cuenta de que pasan a ser padres de sus padres y además a reconocer que hay gestos y maneras que son continuidades actualizadas. Si algo de esto empatiza en el espectador el conmoverse está garantizado, si no uno observará un ejercicio correctísimo pero que a la larga empezará a girar en redondo, repetirse y volverse un tanto monótono. Javier Luzi


My awkward sexual adventure, de Sean Garrity / 6 puntos


La pareja de Jordan (Sean Garrity) decide dejarlo aburrida de su desempeño sexual. Es así que Jordan, obligado por las circunstancias, viaja a Toronto y para en la casa de un amigo, que lo quiere iniciar en una vida sexual más liberal y así poder olvidar a su amada Rachel. A partir de acá las cosas cambiarán para todos los protagonistas, especialmente para Jordan que conoce a una stripper que lo inicia en las más diversas técnicas amatorias. Una comedia canadiense que le debe todo a la factoría Apatow y en algunos casos a la escatología de los hermanos Farrelly (el chiste de la masajista es un ejemplo). La película funciona y tiene varios gags logrados, pero al igual que las virtudes de sus vecinos norteamericanos, toma también sus defectos haciendo que el final para alguno de los personajes se vuelva un poco conservador. Gabriel Piquet


My life on Planet B, de Iván López Núñez / 4 puntos


Uno podría hablar de malas. Y a veces causa placer. Pero podemos hacerlo en pocas líneas, como para que no se note. My life on Planet B es una película holandesa dirigida por un español. A priori no tiene esto nada de malo. Adolescentes en ebullición hormonal y búsqueda de identidad. Familias disfuncionales, y entornos en los cuales los protagonistas no logran integrarse. Nada nuevo. Lo sorprendente es que en Holanda, famoso por su liberalidad en materia de sexualidad y drogas, la mirada sobre la resolución de los conflictos sea tan conservadora. Deprimente. Daniel Cholakian


New kids nitro, de Steffen Haars y Flip Van der Kuil / 8 puntos


Vulgares, sucios, malhablados, groseros, maleducados: así son los integrantes de las pandillas de esta película holandesa escrita, dirigida e interpretada por Steffen Haars y Flip Van der Kuil. No hay chistes inocentes y sin humor negro en este film, continuación de New kids turbo. En esta segunda entrega, los muchachos, en un primer momento, se verán enfrentados a una pandilla de un barrio rival contra quienes correrán carreras de autos y llevarán a cabo las más pesadas bromas. Finalmente la peli de pandilleros terminará derivando en una batalla de estos contra los zombies de un área perdida de los Países Bajos. Los protagonistas de esta peli se meten con todos y todo sin ningún tipo de ética, llevando el chiste a lo más grosero y resultando más de una vez ofensivo para varios grupos sociales y culturales. No se trata de una película para personas sensibles o impresionables; quienes posean el suficiente humor negro, en cambio, ¡la disfrutarán de principio a fin porque ningún chiste tiene desperdicio! Julieta Paladino


Night of silence, de Reis Çelik / 9 puntos


La cinta tiene acción únicamente dentro de la habitación donde se va a dar comienzo al matrimonio entre una adolescente de 14 años y un ex presidiario mucho mayor que ella. El film muestra los rituales y tradiciones de Turquía, del lugar de la mujer, silencioso y servicial con el hombre. La película es brillante no solamente por cómo Çelik logra una profunda reflexión sobre esta temática, sino además por el trabajo con la fotografía y la capacidad actoral de los protagonistas. Esto se puede apreciar en los planos secuencia durante la larga- y por momentos tormentosa- conversación que mantienen durante toda la noche, con juegos de niña mediante para distraer al marido de consumar físicamente el acto que finalmente los uniría como matrimonio. El ambiguo final agrega aún más méritos al filme. Jesica Berman


Noche funesta, de Yoon Sung-hyun/8 puntos


La principal virtud del joven director coreano es eludir los resortes convencionales para contar una historia dura que tiene como protagonistas a tres estudiantes y el progresivo deterioro de sus relaciones amistosas. Uno de ellos ha muerto misteriosamente y su padre, ausente por años, tratará de indagar las causas de su desaparición. A través de una rigurosa puesta en escena y una trama fragmentaria en base a flashbacks, Sung-hyun se toma su tiempo y confía en las capacidades del espectador para adoptar diversos puntos de vista en torno a lo que ve, a los roles de poder que se reparten los protagonistas y que son producto de su propia vulnerabilidad, a la vez que plantea una cuestión moral en torno a la responsabilidad frente a la muerte. En ningún momento cae en tesis sociológicas y en todo caso deja la puerta abierta a ciertos interrogantes. El cerrado universo masculino se torna en ocasiones asfixiante pero nunca cae en estereotipos; Sung-hyun no es Todd Solondz y sus jóvenes personajes tienen aristas profundas, identidades no resueltas y crecen a los golpes (literal y metafóricamente). El mundo de afuera es pintado sutilmente a través de postales grises y el sistema educativo no puede ocultar su grado de perversidad en la formación. Una ópera prima para tener en cuenta. Guillermo Colantonio


O som ao redor, Kleber Mendonca Filho / 7 puntos


Particular film brasileño presente en la Competencia Internacional, situado en el exclusivo barrio de Setúbal en la ciudad de Recife, donde se va pintando un retrato coral que va desde lo cotidiano hasta la creación de atmósferas que lindan con el género del terror. La construcción de las tensiones de clases está edificada sin prisa pero sin pausa, con personajes que se cruzan en un aparente juego de casualidades que luego se develan como causalidades. Hay un cuidadoso trabajo en la puesta en escena, los encuadres (que van desde la amplitud del plano general hasta los planos detalles más asfixiantes) y el sonido. Y el film, coherente con el coqueteo entre extremos que propone, pasa de secuencias bastante lindantes con el humor a otras donde se va anunciando una tragedia. El final, bastante abrupto, resume esa vocación un tanto arbitraria del relato por ser una tesis sobre las diferencias sociales en Brasil. Rodrigo Seijas


Perseveranca, de Francesc Font / 4 puntos


Sobre dos hermanos gemelos que viven allí en un bucólico mundo de cuadros, paisajes, Bach y una madre anciana, Font traza esta pretensiosa obra cuidada plásticamente, habitada por frases barrocas sobre la pintura y la naturaleza, con una presencia musical cuidada y nada para contar. Lo atractivo de estos personajes, estos pintores gemelos que trabajan simultáneamente sobre el mismo cuadro, una con la mano derecha y otro con la izquierda, no se devela nunca en la película, como tampoco su obra y el modo en que reconstruyen en el trabajo plástico ese mundo que parecen observar. La película revela una carencia de investigación crítica y esa mirada pasiva sobre el mundo de esos hombres, no permite constituir obra alguna, sino solamente aquello que podría ser un trabajo preliminar para una obra posterior. Daniel Cholakian


Post Tenebras Lux, de Carlos Reygadas / 6 puntos


Se me ocurre que, aún si Reygadas pensara que su intención es llegar a un público masivo, existen motivos como esta película para pensar lo contrario. Si en Japón o Batalla en el cielo, relatos más “convencionales” que este film, la cuestión parecía naufragar entre el shock y el autodescubrimiento, lo que hay aquí es disrupción, carga simbólica y, ante todo, sufrimiento. El director entiende que en la linealidad no parece haber nada interesante desde lo narrativo, razón por la cual se trata de un mosaico con historias paralelas que no son corales porque algunas aparecen inconexas o no tienen ningún tipo de desarrollo, salvo para referenciar algún hecho que en el procesamiento final (y no en la película) sólo da a entender una dirección o una sospecha, antes que el sentido. Luego está el riesgo estético, sobre todo en cierta secuencia de auto-decapitación que, a pesar de su dramatismo, encierra un costado humorístico casi involuntario. Las historias que entreteje y la tesis que se presume que se sostiene en la violencia de la lucha de clases en México no quitan que el film se haga extenso y derivativo por momentos, perdido en búsquedas inaplicables que no cuentan con un aporte emotivo que llegue al espectador. Visualmente por momentos enigmático, con el uso de lentes que distorsionan los bordes (salvo en la confesión final de Juan) y largos planos secuencia como el de la introducción (que logra tener una carga onírica), Post Tenebras Lux -algo así como la “luz después de la oscuridad” en latín- es un film que en sus fragmentos contiene ideas que en su conjunto no alcanzan a conectarse con la totalidad de la película, sin ser esto un impedimento para apreciar momentos como la secuencia en el sauna o el violento asalto. Cristian Ariel Mangini


Psychohydrography, de Peter Bo Rapmund / 6 puntos


Hay una imagen recurrente en este tipo de películas: gente puteando. Sí, estamos hablando del cine experimental. A pesar de que la película esté en una sección paralela donde de alguna manera se advierte cómo viene la mano, el público se va de forma masiva. Por alguna razón sigue habiendo espectadores que corren el riesgo de desilusionarse. Bueno, con este pequeño prólogo arranco hablando de esta película que está volcada a una búsqueda estética antes que en un relato tradicional. Es que, esencialmente el “relato” puede ser cualquier manual de quinto año de un colegio: ¿se acuerdan del ciclo del agua? ¿o de cómo se explicaba el camino del agua hasta nuestros hogares? Bueno, es eso. En la película se rescata el ciclo de agua y su interacción con el espacio urbano y natural con una estructura que va acorde al recorrido del preciado fluido. En el medio aparecen las búsquedas estéticas en planos donde se juega con tiempos de exposición, la cantidad de cuadros, el grano en la imagen, la saturación del color, la iluminación y, hay que admitirlo, algunos planos son de una belleza espectral, casi una singularización de un hecho cotidiano que logra conmover. Pero la búsqueda se torna derivativa por lo extenso e innecesario que resultan algunos planos. Casi se podría pensar que no cumplen ninguna función salvo captar una determinada imagen y esto, lógicamente, termina agotando. Ocasionalmente cautivante en alguna imagen y sosa y pretenciosa en otras, es una película que cumple con todos los vicios del cine experimental. Ya sabemos de qué estamos hablando. Cristian Ariel Mangini


Qué pena tu boda, de Nicolás López / 7 puntos


En esta continuación de Qué pena tu vida, Javier se encuentra de novio con Angela hace 8 meses, la relación empieza a necesitar más compromiso entre ambos y allí el joven se verá en la encrucijada de decidir qué camino tomar, más aún cuando otra mujer se interpone en sus vidas. Tratando de transitar los mismos senderos que llevaron al éxito de su predecesora, el film logra aceptablemente continuar con la historia, utilizando los mismos personajes y renovarlos para hacerlos nuevamente entretenidos. No obstante, no llega a alcanzar el nivel de profundidad y oscuridad de la primera, haciendo que sea una versión más cercana al modelo simplista de comedia romántica. Se destaca una atractiva fotografía y una brillante representación de cómo las redes sociales intervienen en nuestras vidas, desde los aspectos positivos hasta los más negativos, siendo un fotografía precisa del amor en tiempos de Facebook y Twitter. Brian Macchi


Qué pena tu vida, de Nicolás López / 8 puntos


Aquí se narra la historia de Javier, un joven que sale de su primera relación larga y en medio de un proceso donde debe abandonar la adolescencia, madurar y hacerse adulto. En ese lapso, su vida pasará por obsesiones amorosas, fracasos laborales y conflictos de amistad, llevándolo a una crisis total que lo sumerge en lo más profundo de sus miserias. Allí, en ese fondo, encontrará la salida. Este primer film de López sobre este personaje, que debido al gran éxito obtenido se convirtió en trilogía, resulta ser una película libre, sin tapujos ni normas, con una brillante utilización de los mínimos recursos que se poseían. A pesar de tener los rasgos de la típica comedia romántica, el director le agrega profundidad y textura haciendo que todo sea más real y que conjuntamente con un destacado uso del humor, desde el simple gag hasta el muy negro, permiten que esta película sea un atractivo trabajo que exhibe el amor en los tiempos de los celulares. Brian Macchi


Reflejos, de Ignacio Verguilla y Mariela Pietragalla / 7 puntos


Reflejos es un acercamiento a la obra y poética de Gustavo Fontán, un cineasta singular (y obviado por los circuitos consagratorios del nuevo cine argentino) que ha sabido consolidar a lo largo de sus películas un ideario estético muy sólido a través del ámbito de lo cotidiano y lo familiar, el mestizaje entre documental y ficción, entre otros procedimientos. La principal virtud de los directores es respetar ese espacio estético para que hable por sí solo, sin intromisiones abusivas. A partir del montaje de fragmentos fílmicos y de las palabras del propio Fontán, accedemos, como si de un viaje se tratara, al interior de la obra y de las obsesiones que la determinan. Una muy buena oportunidad para descubrir la sensibilidad de un gran director. Guillermo Colantonio


Romance Joe, de Lee Kwang-kuk / 8 puntos


No es casualidad que este joven director haya trabajado con Hong Sang-Soo (Hahaha, Un cuento de cine) puesto que comparte similares inquietudes formales y temáticas: el gusto por la narración breve y el minimalismo de la puesta en escena para hablar de tópicos ambiciosos: el bloqueo creativo, el suicidio y los amores desencontrados. No obstante, esta película se sostiene por sí sola, con sus propios méritos. Kwang-kuk se toma el tiempo necesario para que los diálogos fluyan y las diferentes historias incluidas no caigan al vacío y se ensamblen perfectamente. El punto de partida está dado por la falta de ideas de un personaje que encarna a un guionista/director y que es presionado por su amigo/productor; los padres van a buscarlo y no lo encuentran. A partir de ahí, los intercambios verbales irán generando diversas anécdotas. Justamente, es la imposibilidad de crear lo que paradójicamente habilitará la abundancia de ideas, por lo que la narración se abre a tramas que se imbrican. Sin golpes de efecto, las criaturas que pueblan este entretejido se potencian a partir del dolor pero desde una mirada siempre tierna. Al mismo tiempo, en un nivel más profundo se establece un ejercicio metanarrativo sobre las posibilidades de contar una historia. Otra ópera prima para no perder de vista y nuevamente en la sección coreana. Guillermo Colantonio


Rowdy Rathore, de Prabhu Deva / 7 puntos


He visto unas pocas películas de Bollywood (cine industrial de la India) y fue por eso que me resultaba atractivo ver esta película. La historia es un delirio hiperquinético en el que Akshay Kumar tiene un doble papel, Shiva/Vikram Rathore. El primero es un ladrón que se enamora de Paro (Sonakshi Sinha), el segundo es un policía incorruptible que pelea contra Baapji una especie de terrateniente de un pueblo en donde Rathore cae para terminar con la tiranía que este personaje ejerce sobre sus habitantes. La niña de Vikram será el punto en común con las dos historias. Una de las características de este cine es que fusiona la narración tradicional insertando números musicales. Quizás para el público de occidente esto les choque al no estar acostumbrados, pero la potencia visual (la ropa y las locaciones) acompañan unas coreografías muy divertidas. Las escenas de acción son otro de los fuertes de la película, filmadas en partes iguales entre cámaras lentas y rápidas acentuando la potencia de los golpes. Gabriel Piquet


Rua Aperana 52, de Julio Bressane / 6 puntos


Me produjo una ligera decepción la última película del director brasilero. Digo “ligera” porque sus riesgos son siempre bienvenidos en cualquier festival, pero para quien haya visto sus films anteriores no encontrará más que una media hora inicial prometedora. Allí, fotos, sonidos provenientes de una vieja radio y canciones son los materiales que fragmentariamente se utilizan para (des)montar mecanismos autobiográficos que remiten a un espacio familiar. En esta instancia, se juega con el tiempo de percepción y con los procedimientos mismos de representación cinematográfica. Las imágenes de archivo se resignifican constantemente cuando se las muestra una y otra vez desde diversos enfoques. La voz del director da instrucciones acerca de los ángulos más convenientes, oficiando de intermediario entre la pantalla y los espectadores, cuya paciencia es llamada a hacerse efectiva en el acto de mirar. Dividida en segmentos, el más largo de ellos se basa en un montaje de sus producciones que generan un desequilibrio con respecto a lo anterior y derivan en un ejercicio un tanto autocomplaciente. No obstante, para quienes no conozcan la obra de Bressane, es una oportunidad inmejorable de acceder (si es la palabra apropiada) a su obra. Guillermo Colantonio


Samurái, de Gaspar Scheuer / 5 puntos


Curioso film nacional, sin lugar a dudas jugado en su planteo: huyendo de los sucesos políticos disparados por los cambios de la Era Meiji, una familia japonesa decide exiliarse hacia nuestras pampas. El elemento central está en las consecuencias que sufre la clase samurái, que cae al borde de la desaparición, y son empujados por la búsqueda del legendario samurái Saigo Takamori y un mejor porvenir económico. Entre estos dos objetivos surgen divisiones: por un lado el sueño de la búsqueda de Saigo, que se decía que podía aún vivir exiliado en alguna parte de Argentina esperando el momento para iniciar una revolución, y por el otro la búsqueda de un mejor porvenir llevando a cabo una vida campesina. En ese dilema esta nuestro joven protagonista, entre la herencia samurái de su abuelo y la búsqueda de Saigo, y su padre que le pide que labre la tierra para poder subsistir. Es un buen arranque, pero este eje dramático comienza a desmoronarse a medida que avanza la película. La razón esencial es que falta un contexto que lleve al crecimiento del protagonista desde las motivaciones y sus acciones, siendo el prólogo un tanto breve para poder dar lugar a todo lo que ocurre después y los personajes que surgen a continuación (como Poncho negro o Iginio, interpretado por Alejandro Awada), tornándose cada vez más confusa hacia el final, cuando todo termina de una forma brusca. Quizá lo más extraño es que la película logra convencer en su premisa de realismo mágico pero decae en la estructura narrativa por deficiencias del guion. Por otro lado, las pocas secuencias de acción también demuestran ser un punto flojo respecto trabajo visual en la fotografía y el registro basado en el cine samurái -sobre todo en los amplios planos generales y los fundidos-. En definitiva, un film novedoso que está lejos de cubrir baches que poco tienen que ver con el escenario que propone sino, más bien, en la construcción del héroe. Cristian Ariel Mangini


Sightseers, de Ben Wheatley/6 puntos


El esfuerzo de los programadores por legitimar una película de género en el contexto de la competencia internacional no puede disimular las limitaciones que tiene este filme, por momentos, simpático (pese a la locura de la pareja protagónica y sus escabrosos crímenes), con justas dosis de humor negro, en una historia de amor fou que tiene un buen punto de partida pero que evidencia algunos problemas narrativos y la recurrencia de situaciones. Cuando la historia desemboca en la acumulación gratuita de muertes, pierde terreno. Wheatley postula una road movie escabrosa, parodiando el ejercicio depredador de los turistas, con sus planificaciones estructuradas por lugares insólitos, y pone en la carretera a dos personajes expulsados de la vida civilizada (uno por la falta de trabajo y el otro por una madre terrorífica), quienes tratarán de convencernos (a veces con tesis muy graciosas) de que hay que depurar esta tierra de imbéciles y que el infierno, claro está, son siempre los otros, a quienes habrá que descartar como si fueran muñecos. Esta lectura propuesta queda debilitada frente a la necesidad del director por sumar arbitrariamente hechos que invocan la risa fácil antes que la reflexión. Es allí donde se transforma sólo en una película de guión efectista antes que efectiva: cuando abandona la mirada sobre parajes solitarios, fantasmales, atmósferas inquietantes, para perderse en la superficie genérica. Guillermo Colantonio


Sleepless Nights Stories, de Jonas Mekas / 6 puntos


El último film de Jonas Mekas entrecruza fragmentos de Las mil y una noches e historias reales de vida capturadas durante la noche. El vino, las amistades y salidas nocturnas incluyen al propio realizador como protagonista y co- protagonista de las historias (Louis Garrel y Yoko Ono son algunos de los artistas con los que comparte el director salidas a bares y anécdotas). Por momentos saliendo en cámara, otras veces narrando su propia historia, deja entrar al espectador en su intimidad, su vida privada, su nostalgia y melancolía acerca de sus recuerdos de infancia en Lituania. Siempre recurriendo a la cámara en mano, captura planos en algunas ocasiones muy cerrados que llevan a la confusión de lo que se está viendo. La primera media hora del relato es atrapante pero luego no logra mantener la atención del espectador. Aún así, con todas sus fallas, no se puede dejar de ver. Jesica Berman


Student, de Darezhan Omirbayev / 8 puntos


Nada parece haber cambiado desde los tiempos de Raskolnikov en Crimen y castigo, novela adaptada de forma personal por el director en esta película despojada y bressoniana (que recuerda a Pickpocket). De la Rusia zarista al presente, el capitalismo sigue haciendo estragos con su feroz exclusión y Omirbayev pone a su protagonista, un joven estudiante que padece la opresión discursiva y económica en los ámbitos por donde circula, ante un dilema moral: ¿por qué no matar si los políticos y las corporaciones lo hacen desde arriba? Claro está, la cosa no es sencilla y la conciencia no es algo que se maneje fácilmente. Lo interesante es que la película transita más que por las palabras o las reflexiones (el fuerte de la novela), por los caminos de las miradas, de los movimientos cansinos, de acciones contenidas y de rostros adustos, estableciendo una poética actoral alejada de la exacerbación dramática y en contacto, por momentos, con un humor muy solapado. También hay lugar para la parodia en la notable secuencia inicial con el cine dentro del cine. El rigor y la austeridad son dos signos que trabajan a favor de cierta tensión creciente y de una incomodidad que alcanza, incluso, a la platea: una señal saludable para la competencia. Guillermo Colantonio


Súper virgin, de Back Seung-Kee / 5 puntos


Un joven de unos treinta años que es virgen, trata de negárselo a sus amigos y conocidos. Aceptará ser parte de un experimento que un científico está realizando. Es así como tomará el cuerpo de otro y se volverá una persona más sexy. El problema llegará cuando la chica que él ama bajo su apariencia de perdedor, se enamore de su alter-ego seductor. Esta comedia funciona la primera media hora, cuando el protagonista interpretado por el propio director nos muestra sus decadentes días, fiestas en las que no consigue ninguna chica, falta de diálogo con sus padres (el mejor gag de la película, sin hablarse durante la comida escuchamos todo lo que piensan cada uno de los integrantes a través de sus voces en off). Cuando la película se va hacia la comedia romántica, se hace muy larga y redundante, perdiéndose total interés en lo que se cuenta. Gabriel Piquet


Tan cerca como pueda, de Eduardo Crespo / 6 puntos


Si esto fuera cine comercial se utilizaría en el afiche la frase “de los creadores de…”. La película de Crespo tiene muchos puntos en común con la de Iván Fund Me perdí hace una semana, no sólo porque uno trabaja en rubros técnicos de la película del otro, sino también por cómo están contadas. En su crítica, Rodrigo Seijas habla de la pereza narrativa de Fund, que como consecuencia lleva el relato al aburrimiento. El caso de Crespo podría ser el mismo pero levanta un poco la puntería, porque los personajes de Daniel y Giovanni (tío y sobrino en el film) son interesantes y en algunos momentos se cruzan con situaciones o personajes secundarios que hacen atractivo lo que vemos (la escena del kiosco, cuando Daniel compra un muñeco que se pega en los vidrios, es un ejemplo). Otra de las cosas en las que concuerdo con Seijas es que esta forma de hacer cine está agotándose, al menos como la presentan los realizadores. Aunque es verdad que para ciertos festivales internacionales este es el cine que tiene que venir desde la Argentina. Gabriel Piquet


The ABCs of death, de varios directores / 7 puntos


La premisa es la siguiente, a 26 directores de todo el mundo -en su mayoría relacionados con el cine de terror o fantástico- les toca una letra del abecedario que les servirá como disparador para contar una breve historia relacionada siempre con la muerte. Como pasa muchas veces en este tipo de propuestas, el nivel varía de acuerdo a la historia contada. Hay segmentos o cortometrajes -como prefieran llamarlos- que funcionan y otros que son meras anécdotas. Los trabajos se pasean por el terror con más o menos cantidad de sangre (el argentino Adrián García Bogliano y el francés Xavier Gens entrarían en esta corriente), la animación en sus variantes de dibujo tradicional y stop motion, el humor negro y el escatológico (el público disfrutó mucho en este rubro de los segmentos del español Nacho Vigalondo, que abre la película y el japonés Noboru Iguchi que vuelve a delirar como en otros trabajos suyos contando una historia de amor en la que los pedos son protagonistas). Algunos trabajos fueron ejercicios visuales como el de la pelea del perro contra un boxeador de Marcel Sarmiento, que está realizada toda en cámara lenta, o el homenaje al giallo que es el segmento de Helene Cattet y Bruno Forzani, continuando con lo demostrado en su largometraje Amer. Los que tienen un nivel más osado o de locura son los asiáticos, los norteamericanos no sorprenden mucho, inclusive uno juega con el humor y resulta obvio desde su propuesta: el segmento de la Q dirigido por Adam Wingard. Como dije antes, despareja pero se puede ver. Gabriel Piquet


The deep, de Baltazar Kormakur / 8 puntos


Debo confesar que tengo cierta debilidad por las películas islandesas, no es cosa que haya visto mucho cine islandés, pero al menos las que pasaron por el Festival de Mar del Plata, me han gustado mucho: tengo un buen recuerdo de Cold night por ejemplo, que dicho sea de paso tiene algunas aristas similares a esta película. En 1984 en Islandia un barco pesquero se hundió en las gélidas aguas del océano atlántico, pero uno de sus tripulantes, Gudlaugur Fridthórsson, logró sobrevivir, nadando varias millas hasta llegar a la costa, proeza que logró captar la atención de todo el país nórdico, y también parte de la prensa internacional. La película bien podría dividirse en dos partes, la primera con un excelente trabajo de puesta en escena en pos de una muy lograda tensión dramática que aumenta progresivamente, con el protagonista en cuestión nadando sobre aguas heladas en el medio de la nada misma. La segunda parte, ya con el regreso del «héroe» local al pueblo, es por momentos irregular, ya que no cuenta con la misma fuerza narrativa de la primera, pasando a ser a casi anecdótico como parte de la recreación de los hechos, de cómo es casi científicamente inexplicable que un ser humano sea capaz de sobrevivir bajo tales condiciones. Afortunadamente el director esquiva exaltar la figura del héroe evitando caer en algunos lugares comunes, ubicándolo más bien como un luchador al que poco le interesa ser reconocido. David Pafundi


The Queen of Versailles, de Lauren Greenfield / 4 puntos


La crisis financiera mundial da para todo, incluso para documentales como el de Greenfield, un film que nunca puede escapar de su lógica de reality televisivo, con la profundidad de E! Entertaiment. El mismo se centra en la familia del magnate David Siegel, quien tuvo un ascenso económico estrepitoso a partir de los negocios de tiempo compartido y el apoyo a la carrera presidencial de Bush. La primera parte nos muestra con un grado de obscenidad galopante el lujo con subtextos tales como “ser rico o no ser, esa es la cuestión” o “hijos y empleados están orgullosos de pertenecerme”. El problema es que la mirada del documentalista parece la de un amigo que celebra la sarta de pavadas que dicen los personajes en cuestión. A partir de la debacle económica, todo empeora y el punto de vista se torna aún más problemático ya que se pretende que sintamos lástima por la imposibilidad de los Siegel de seguir con su ritmo de vida. Además, los subtextos continúan sin ningún tipo de pudor: “vea el lado positivo (le dice la mujer a la única mucama que les queda cuando la tiene que despedir), ya no tendrá que limpiar la casa”. Greenfield no escatima en enunciados de ese tipo para enfatizar la idea de que les vaya bien a los ricos para que los pobres latinos, negros y filipinos, entre otros, puedan mantener sus fuentes de ingresos a costa de ser modernos esclavos, lejos de sus familias; lo peor, es que no los cuestiona. Guillermo Colantonio


The we and the I, de Michel Gondry / 9 puntos


Sin dudas estamos frente al mismo Gondry que marcó generaciones de jóvenes con sus videoclips y que puede aún hoy retratar y reflejar el mundo interno de la adolescencia actual. Con una interpretación totalmente alejada de los habituales estereotipos del cine comercial, nos muestra el viaje en autobús de un grupo de chicos del Bronx, sumergiendo al espectador en esa situación como si él mismo estuviera ahí. Con una increíble naturalidad, con chistes y embrollos típicos de esta época digital y mediatizada pero presentando situaciones que han existido desde siempre entre los grupos juveniles, nos mantendrá atentos durante todo el viaje. Seguramente la calidad y frescura de este film se deba principalmente a que el director decidió usar actores no profesionales que interpretaban sus personajes haciendo de sí mismos, pero sin dudas es admirable la calidad del montaje que logró hilvanar toda esa serie de micro historias en un gran relato único. Julieta Paladino


Tony Rayns, el observador no tan distante, de Seo Won-tae / 6 puntos


Se sabe que los críticos son personas difíciles. También que cuando cubren festivales se interesan, en algunos casos, más por la cultura (comidas, relaciones sociales, compras compulsivas, etcétera) que por las películas en sí. Algo de esto hay en el seguimiento que Won-tae hace del principal referente sobre cine oriental, Tony Rayns. Lo vemos en tertulias con directores amigos, degustando manjares típicos y ocasionalmente hablando de cine. Digamos que esta parte es la menos interesante de la película. Dos momentos están a la altura del personaje en cuestión: cuando cuenta la anécdota acerca de un tímido Apitchapong Weerasethakul ofreciéndole un vhs con su primera película para evaluarla y la secuencia final que muestra al crítico en su rol de programador, en un fuera de campo que marca uno de los pocos recursos cinematográficos interesantes del documental, algo esquemático en su planteo. No obstante, es justo decir que Ryans se maneja solo, sin corte de obsecuentes; son esos los momentos fugaces, en solitario, los que dicen más que los testimonios recogidos de los directores coreanos que tanto le deben a su ejercicio intelectual. Guillermo Colantonio


Venimos desde muy lejos, la película, de Ricardo Piterbarg / 9 puntos


Entre el bandoneón y los tambores, entre la nostalgia y la alegría se sitúa este film. Con elementos que el teórico Bajtín denominaría “carnavalescos” Venimos desde muy lejos, la película nos presenta a un grupo de teatro que realiza una obra sobre la inmigración en la Argentina. Se centra en la llegada de nuevas personas cuando el país recién se estaba conformando, pero también se enfoca en los nuevos inmigrantes, los del Siglo XIX. No es la primera vez que se realiza una película sobre los ensayos de una obra pero a diferencia de otras, en esta se encuentra un elemento especial. Se logra narrar dos historias paralelas: por un lado la trabajada en la obra (que por cierto se desarrolla de una forma muy atractiva) y por el otro las historias de las personas que hacen posible el espectáculo. Lo más llamativo es el tipo de narración que se utiliza. Pero, también, cuenta con un guión bastante contundente. La música es un elemento importantísimo, la mayor parte de la película es cantada. Esa mezcla de sentimientos, entre el tango y la murga, generan una movilidad en el público que resulta de los más agradable. Melody San Luis


Vida en sombras, de Llorenc Llobet Gràcia / 10 puntos


Una obra maestra absoluta. La película de Llobet Gràcia en apenas 75 minutos cuenta una hermosa historia, la de Carlos (enorme Fernando Fernán Gómez), nacido en un cine y consagrado luego a ese mundo hasta que una tragedia le impedirá sostener dicha pasión. Además, el film es de una modernidad increíble para 1949 en España: los movimientos de cámara variados, los ángulos elegidos, la perfecta armonía narrativa obtenida a base de justas elipsis y la combinación de diversas capas de lectura. Entre ellas, la que más toca la fibra sensible se relaciona indudablemente con los inicios del cine, del fenómeno de recepción que implicó (hay que ver cómo filma el director las miradas del público en las primeras ferias) y su posterior evolución técnica, además del homenaje a la figura de autor. Todo esto sin elucubraciones teóricas y sin descuidar jamás a los personajes y a la trama. No hay posibilidad de quedar indiferente ante esta joya cinematográfica sobre la cual se agradece la inclusión pero que lamentablemente quedó relegada a la sola pasada de una mañana (la primera se suspendió). Acontecimientos así merecen ser mostrados sin concesiones. Todo es cuestión (como diría un compañero del staff) de mejorar los mecanismos de distribución y de circulación. Al respecto, propongo que en lugar de tanto vallado en torno al Auditórium por motivos políticos y tanto ego en la película de apertura, se proyecte al aire libre para todos este gran film, como verdadero fenómeno colectivo y popular, donde triunfarían las banderas del cine en un festival de cine. Un deseo, nomás. Guillermo Colantonio


Vous n’avez encore rien vu, de Alain Resnais / 9 puntos


Un grupo de actores es convocado a la mansión de un dramaturgo que acaba de morir. Entre ellos, Mathieu Amalric, Lambert Wilson, Pierre Ardite, Anne Consigny y nada menos que Michel Piccoli. Allí, una pantalla les develará el último deseo del fallecido: que vean las grabaciones de los ensayos de una joven compañía de actores interpretando Orfeo y Eurídice, de la cual ellos alguna vez formaron parte en sus diversas adaptaciones. El comienzo no podía ser más extraordinario. Resnais vuelve sobre la idea de subrayar el artificio como parte del cine y a pensar las formas posibles de actuación. Conjuntamente con los ensayos que se ven en pantalla comienzan a superponerse las voces y las performances de los actores y actrices sentados en sus respectivas butacas. La película mantiene el encanto en todo momento gracias a la emoción puesta por los personajes en ese ámbito espectral que los cobija, mientras el veterano director los mira con leves movimientos de cámara que no interfieren en la representación. Vous n’avez encore rien vu es también una vuelta hacia los temas del tiempo y de la memoria. Los participantes son de generaciones diferentes pero lejos de internarse en un duelo dialéctico, se complementan y retroceden a sus pasadas actuaciones para recrearlas en el presente. Un verdadero encanto y una forma, además, de hablar sobre la muerte sin perder la vitalidad, que recuerda a los últimos trabajos de Ingmar Bergman. Guillermo Colantonio


Voyage Voyage, de Edouard Deluc / 7 puntos


Hasta el momento todas las proyecciones festivaleras iban en horario sin problemas. Demoras hasta que se llene la sala, presentan la película, no está el director, pero traen un actor coprotagónico que no dice mucho a la hora de presentarse, ni tampoco tiene mucha idea de qué decir hasta que logra callarse y sentarse. La audiencia empieza a aplaudir pidiendo que larguen de una buena vez la copia. Arranca el logo de «Cine Argentino» algo anda mal,  no suenan los acordes tangueros que acompañan a ese logo, inicia la película, definitivamente no se escucha nada, los gritos de SONIDO no se hacen esperar. Vuelven a tirar la copia, pero los subtítulos no logran entrar en el alto de la pantalla del Ambassador (gracias Cinemacenter por la condición de la sala), el proyectorista en vagos intentos trata de acomodarla un poco pero sin éxito. Ahora bien, de qué va Voyage, voyage: dos hermanos que llevan tiempo sin verse se reencuentran en la Argentina para asistir al casamiento de un primo, no sin antes transitar por algunas zonas del país. Cada uno de ellos con su propia mochila que deben llevar a cuestas, uno que está deprimido porque lo acaba de dejar su mujer y otro que está bajo tratamiento psiquiátrico. Ambos guiados por el dueño de un hotel de mala muerte deciden ir por el camino del vino hasta Mendoza. Voyague Voyague es road movie de manual, no tiene nada que no se haya contado antes, pero utiliza muy bien todas las herramientas a su disposición, esenciales para el género: personajes bien delineados, buenos gags, situaciones absurdas, un vehículo con personalidad y una excelente banda sonora. David Pafundi


Zuloak, de Fermín Muguruza / 7


Una película sobre una banda rockera / proyecto multimedia personal, que es integrada por mujeres y cantan en euskera, el idioma natural del país vasco, de donde el realizador es oriundo. Después de la imperdible Checkpoint Rock: canciones desde Palestina, película que sigue la música de ese origen y que fuera rodada en la Franja de Gaza, en Cisjordania y en Israel, Muguruza continuó con proyectos cinematográficos, donde se permitía revelar músicos o bandas ocultas, generalmente por lugar en el marco de una política de la música que domina el mundo. Lo político no se expresa sino en develar, en este caso, la condición de mujeres, feministas y que componen sus canciones en su propio idioma, renunciando al español o al inglés, idioma que el mercado europeo prácticamente impone. También dejará ver por allí interesantes discusiones sobre políticas culturales y sobre el lugar del que filma para hacer el documental. Zuloak es, por otra parte, una potente banda de rock, que vale la pena escuchar. Daniel Cholakian

 

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