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Biutiful

Título original: Biutiful
Origen: México, España
Director: Alejandro González Iñárritu
Reparto: Javier Bardem, Maricel Álvarez, Diaryatou Daff, Eduard Fernández, Ana Wagener, Guillermo Estrella, Karra Elejalde
Guión: Alejandro González Iñárritu
Fotografía: Rodrigo Prieto
Montaje: Stephen Mirrione
Música: Gustavo Santaolalla
Duración: 147 minutos
Año: 2011


8 puntos


Mirando más allá la realidad no será tan hermosa como parece

Por Julieta Paladino

Ya estamos acostumbrados a que los Films del director Alejandro González Iñárritu no puedan ser vistos sin dejarnos una sensación de amargura y de angustia en la boca, con sus fuertes críticas sociales y sus reflexiones sobre la existencia. Su última película no podía ser menos. Biutiful, nominada a dos premios Oscar como mejor película extranjera y mejor actor masculino (por Javier Bardem), nos presenta una historia en la que abundan estos elementos.

Varios ejes e historias la componen y encuentran un nexo común en Uxbal, el protagonista interpretado por Javier Bardem. Éste será la conexión entre diferentes etnias presentes en la Barcelona de hoy:  los chinos que elaboran la materia prima, los africanos que venden esos productos ilegalmente en las calles y la policía española que acepta coimas para mirar hacia otro lado y permitir que todo este circuito funcione. Se trata de un sistema de coexistencia que ya es habitual en todas las ciudades de Europa, dónde muchos inmigrantes no hallan manera de sobrevivir sin ser explotados por el país que los aloja o por sus compatriotas. Y si siguen permaneciendo en ese círculo vicioso es porque se trata de la única posibilidad de trabajo que el mundo les dio. Es una dramática realidad que inunda las calles del viejo continente y que la podemos encontrar de manera similar en nuestro país, dónde los pueblos originarios o los inmigrantes de países limítrofes son explotados laboralmente y obligados a vivir en condiciones terribles. La segunda gran conexión que establecerá Uxbal en Biutiful será entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Esto se debe a su capacidad de ver las almas en pena y de ayudarlas a partir hacia el más allá.

Además de cumplir estas funciones, el protagonista será antes que nada un padre dedicado, preocupado de sobremanera por sus dos niños ante la ausencia de una madre alcohólica y adicta, cuya función materna deberá ser también desempeñada por él.

Lo que potenciará la tensión de este contexto dramático que se nos presenta, será la noticia de una enfermedad terminal padecida por Uxbal. A partir de este momento, deberá convivir con la conciencia de una muerte inminente y su imposibilidad de seguir cumpliendo con su paternidad. Este gran conflicto existencial será encarnado de manera increíble por Bardem. En una entrevista en el Festival Internacional de Cine de Morelia, manifestó lo siguiente con respecto a su trabajo para el rol de Uxbal: “Creo que me fui hacia la médula de alguien que no puede escapar a enfrentarse a sí mismo; la muerte lo pone ahí. Los personajes que enfrentan la muerte tienen otro tipo de contradicciones mucho más importantes que los que simplemente van por ahí en la vida, porque hay que rebobinar y ponen a pensar cuál es el legado que dejan. Mi viaje, como el de todo el equipo, fue mantenernos fidedignos a la idea del legado de la película, que es, a mi juicio, la compasión”.

Biutiful es un film duro de crítica social pero sobre todo una gran reflexión sobre el amor, la vida, la muerte y si existe una mejor manera de partir de éste mundo, sin dejar cosas pendientes. Con un destacado trabajo de fotografía, por momentos nos asfixia con planos cerrados y cámara en mano en algunos momentos angustiantes o de relativa acción, para luego darnos algunos instantes de alivio con planos abiertos de cielos y aves volando o del atardecer en Barcelona. Todo esto acompañado por un meticuloso trabajo de sonido, donde predomina la utilización de una música que establece cierto contraste con las situaciones que estamos viendo, probablemente para incrementar la sensación de incomodidad del espectador frente a la pantalla. Los efectos sonoros irán de la mano con  la música original compuesta por músico argentino Gustavo Santaolalla.

En fin, por todo lo anterior, se trata de una película que no hay que dejar de ver. Quizás la siguiente afirmación del propio  Iñárritu sea algo presuntuosa pero sintetiza el fin que se propuso a través de esta historia de denuncia: “Hace 60 años Buñuel rodó Los olvidados; ahora me tocó a mi ir a Barcelona a filmar a los olvidados: los indocumentados e inmigrantes”.


2 puntos


Estufas para todos

Por Mex Faliero

(Atención: Se cuentan detalles fundamentales de la película)

Un momento de Biutiful sirve para dejar en claro la cretinada que es este nuevo descenso a los infiernos muy bien fotografiados del mexicano Alejandro González Iñárritu. Uxbal (Javier Bardem) es una especie de enlace entre unos chinos ilegales que trabajan en Barcelona y el explotador dueño del taller de costura donde laboran. Como tienen frío en el arrumbado espacio donde duermen los trabajadores -todos amontonados-, se les ocurre que deberían comprarles unas estufas. En primera instancia, la compra de esas estufas es vista como una actitud decorosa del lumpen Uxbal (ya algo cuestionable). Pero, Iñárritu hace una de más -siempre- y los chinos terminan muriendo por un escape de monóxido de carbono. Esa manipulación constante que hace Iñárritu en pos de mostrarse como el tipo más humano del mundo, sin importarle lo que hace con sus personajes y ni la forma en que profana temas demasiado sensibles de la realidad -y no hablamos aquí de incorrección política-, es lo que lo convierte en un profeta chanta, ya a esta altura -tras 21 gramos, la espantosa Babel y esta- uno de los peores directores de cine del presente. Peores, especialmente, porque está muy sobrevalorado por la prensa internacional.

Iñárritu cree que el único problema que hay en el mundo es el dinero, o mejor: que el dinero soluciona los problemas. Debe ser el film con mayor cantidad de planos detalle de billetes, de manos contando fajos de euros, de personajes pasándose guita. Y siempre en Biutiful, ese tránsito del dinero quiere significar algo más: para Uxbal, el posible futuro que les deja a sus hijos; para los inmigrantes, la posibilidad de habitar ese módico paraíso fuera de su hogar. Iñárritu nunca indaga más allá de estos conflictos, cosa repudiable para un tipo que evidentemente cree estar muy preocupado por los problemas del mundo. Al menos, así los filma.

Decía en una crítica para el sitio Cineramplus que el mecanismo del director se hace evidente, demasiado evidente. No se puede negar que tiene gran inventiva visual para generar imágenes de alto impacto, en algunos casos hasta potencialmente bellas: el inconveniente es que esas imágenes carecen de la poesía que pretenden y, además, no pueden verse más allá de la superficie. Un ejemplo cabal de esto es aquel plano en el que los chinos muertos anteriormente son traídos por el mar hacia la costa. Lo único que sobresale de eso es la denuncia de Iñárritu, quien por enésima vez nos dice que el mundo es un lugar horrendo y donde sólo hallaremos la paz tras la muerte.

Y ese es el punto más odiable de Biutiful (y de muchas películas similares): para terminar con un final tranquilizador -acá para colmo de males tuvimos que transitar 145 interminables minutos- nos tuvimos que comer mil garrotazos por la cabeza, nos vimos sometidos a una sordidez que, cuando el cuento se redondea, se nos hace innecesaria. Porque si Iñárritu en los últimos 20 minutos se olvida del mundo y se centra en Uxbal y sus hijos (y su cáncer, y lo muestra en pañales y le hace mear sangre) ya resulta lo mismo que haya sido arribista, carnicero o abogado. La imposibilidad de conectar lo universal con lo privado es otra de las torpezas del director. Igualmente, habría que preguntarse, teniendo en cuenta el éxito de este tipo de películas (y el prestigio de estos directores), por qué el público gusta tanto de que lo sacudan, estremezcan y aleccionen. No soy quien tenga la respuesta a eso, apenas el que puede decirles que esto no es cine. O, si lo es, está usado maliciosamente.

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