Por Mex Faliero
Hace poco me tocó participar en una discusión entre amigos acerca del 3D. Lo que motivó el debate fue una consulta sobre la utilización de esta técnica en Toy Story 3. A mi entender, sí vale la pena ver el film de Lee Unkrich en 3D porque la gente de Pixar, al igual que lo hicieron en Up, encontraron un sentido estético que conecta con el sentimiento de los personajes. Ojo: eso no quiere decir que la película no funcione si no se tienen los anteojitos puestos. Si en Up lo inaprensible estaba impedido de tercera dimensión -y eso era evidente decisión de puesta en escena-, en Toy Story 3 el vacío de la habitación de Andy sin juguetes, con la profundidad de campo que permite la estereoscopia, amplía la perspectiva de soledad y desamparo que viven Woody y Buzz. Ahora ¿es profundidad de campo lo que el espectador quiere ver?
A juzgar por las respuestas que obtuve esa noche no estoy muy seguro. Evidentemente al público le vendieron una idea acerca del 3D: que las cosas iban a salirse de la pantalla hasta crear la sensación de tocarlas. No he visto todo lo que se estrenó con este formato, pero de lo que he visto sólo Avatar -excepcional- y Los fantasmas de Scrooge aprovecharon la expansión hacia fuera. No está mal, claro, si lo justificamos desde la narración. Y creo que ahí está el debate central, y es deber de los directores hacerle entender esto al público: no siempre el 3D está justificado y generar movimiento sólo para probar una técnica desnaturaliza el cine y lo convierte en accesorio. En ese sentido estaría bien para un parque de diversiones, no para una sala de cine. Claro que el mismo debate se viene dando desde hace unos 15 años con la proliferación de imágenes digitales. ¿Son necesarias siempre? ¿No se perdió fisicidad y se ganó en artificio?
Pero volviendo al 3D, habría que emparchar el concepto. Creo que está un poco sobrevalorada la necesidad de realidad virtual. Si bien estamos ante un arte que empezó como técnica, luego la misma se depuró en pos de la narración. Y ese es, en conclusión, el sentido del séptimo arte como expresión cultural. Si bien que uno esquive las mismas ramas que esquiva el protagonista de una película puede resultar divertido en una primera mirada, luego debe pensar cuál ha sido la utilidad dentro del relato. Ojo, esto es así con el 3D como con cualquier otra cosa que sea accesoria al cine, cualquier artilugio que sirva como distracción.
Alguna vez, un lector amigo me dijo que los críticos ponderábamos el uso del 3D en profundidad de campo aduciendo que lo de arrojar cosas a la cara era un recurso facilista, cuando en verdad todavía nadie había hecho bien eso de “tirar cosas a la cara”, que todavía no había sido filmada la película definitiva con este recurso. Puede ser. Pero intuyo que la distancia que hay entre jugar acertadamente con la profundidad de campo y tirar cosas a la cara es la misma que hay en el cine de terror entre un clima bien construido y un golpe de efecto. Lo primero es puesta en escena, lo otro un efectismo de oportunistas.
Un reclamo que se hacía la otra vez era que no tenía mucho sentido pagar por profundidad de campo. No es cuestión de juzgar, cada uno sabe lo que le gusta y le interesa, y estoy bastante seguro de que, bien hecho, todo tiene su justificación. Por poner el ejemplo de Avatar, Cameron pensó su película a partir de esta técnica y su puesta está construida tanto en función de la profundidad de campo como de la acción en primer plano. Es quien ha logrado una mixtura más aceitada y no ha defraudado al espectador, si coincidimos en que el grueso del público quiere que le tiren cosas por la cara. El asunto es, sépanlo, que cada recurso que se destina al cine debe estar justificado narrativamente. Arrojar cosas por arrojar puede resultar divertido: 10 minutos. El año pasado Monstruos Vs. Aliens fue un ejemplo de cómo no se debe filmar el 3D: varias escenas habían sido creadas sólo para su exhibición -recordemos que este sistema es más caro, que no todas las salas lo tienen, ni todos los públicos lo pueden pagar-, incluso algunas llegaban a demorar la narración por el mero efectismo visual.
Más allá de todo lo dicho, que conste que el 3D sigue siendo a mí entender un fenómeno de feria que no suma nada, por ahora, y que llegó para hacerle frente a la piratería. La isla siniestra, sin necesidad de estereoscopia era más inmersiva que cualquiera de estas películas. Lo que sí creo es que, estando la tecnología, su utilidad tiene que ser funcional al relato. Que esquivar cosas es divertido y que ver en profundidad de campo, en ocasiones, conmueve. Como todo, se trata nada más que de su pertinencia y necesidad. Y Toy Story 3 demuestra ambas cosas, con un cuidado formal pleno de sensibilidad. Está dicho.
Buenas Mex. Aprovecho estos dias de abstinencia futbolística para comentar tu nota.
Confieso que el mundo 3D traido a la pantalla nunca me había interesado ni despertado mi curiosidad. Viviendo en USA hace ya algunos años fui a uno de los IMAX a ver Matrix Revolutions. Y la verdad que aquel salto impresiona, te pega.
Como vos decis creo bastante en que es un «fenómeno de feria» aunque el año pasado cai en la tentación de agregar un puestito más en la feria y puse una secuencia en 3D en mi documental «Una Bahía a defender». Para mi fue una experiencia muy interesante que realicé con una animadora italiana llamada Martina Speciale. La motivación, que poco a poco se fue clarificando, fue «ayudar a imaginar» de lo que se estaba hablando (una construcción militar en ruinas del siglo XVIII-XIX). Y la verdad que el salto del 2D al 3D es impresionante en ese sentido. Una suerte de golpe de efecto si querés pero que altera la comprensión del espectador. Una utilidad funcional al relato, según tus palabras.
Eso.
Un abrazo.
Hola Alejandro, gracias por leer y comentar. Sí, por eso que digo, cuando la narración lo justifica me parece que está bien usado el 3D, tanto para la profundidad de campo como para la acción en primer plano. Igualmente, puede usarse de manera injustificada: ya el tiempo se encargará de colocar a esa película en el olvido!!! jajajaj. Un saludo.
Hola Mex, es interesante tu planteo, y creo que fue una de las primeras cuestiones que se puso en tela de juicio cuando surge esta nueva época 3D: su justificación narrativa.
Simplemente escribo para hacer un comentario que peca de pensamiento libre e inacabado.
No tengo nada para objetar a tus palabras, coincido en un 100%. Pero debo admitir que siento cierta ambivalencia con respecto al tema. Coexistiendo con la creencia absoluta de que todo recurso cinematográfico debe tener un uso narrativo, en el caso de los anteojitos de colores, no puedo omitir pensar en su génesis y en su necesariedad para la industria.
Sí, es verdad, nace como respuesta a la forma en que el espectador actual accede al cine. No solo con la red de redes que permite hacernos en dos horas hasta de material que aún no ha sido terminado (caso Wolverine con green screen y cables incluidos), sino también con la industria de entretenimiento doméstico: plasmas, home theaters, DVDs, Bluray (que sabemos que brinda una experiencia visual altamente más impactante que las viejas salas analógicas), contenido extra, etc.
Entonces, si este «recurso» nace como «atracción», para traer nuevamente al espectador a la sala de cine (como lo fué en su momento el Cinemascope frente al auge de la tv), nos corresponde exigirle que se convierta en un elemento narrativo?. No sería algo así como pedirle a un parque de atracciones que no nos entretenga, sino que nos «cuente» algo?.
No dudo de su potencial como recurso, sin ir más lejos, el corto Day and Night (que proyectan antes de Toy Story) es una magnífica muestra de que puede pensarse de la misma forma que se piensa en la puesta, o en la luz, o en el montaje. En ese corto, no solo la profundidad que percibimos con las lentes nos muestra dos realidades diferentes, sino que el mismo concepto es reforzado por la utilización de animación 2D para el diseño de los personajes principales, y de animación 3D para el mundo que contienen dentro de sí. Claramente hay «algo más» de lo que veo o percibo o lo que se me viene encima.
Pero tengo que exigirle a toda película 3D que use la profundidad de este modo?. Películas como Clash of the Titans (que, advierto, no la ví) deben usarlo narrativamente o deben arrojarme cosas por la cabeza, para entretenerme tanto o más que sus explosiones, CGI y parafernalias varias?. No lo sé, solo expreso mi ambivalencia en este punto. Ambivalencia que me hace poner en duda ni más ni menos la esencia misma del cine.
Que es el cine?. Es cine todo aquello que se filma o graba, dura dos horas aproximadamente y se proyecta en salas oscuras con grandes pantallas?. Debo exigirle a todo espectáculo proyectado que sea narrativo? No puedo ir a entretenerme al cine y sobresaltarme cuando me tiran una calabaza por la cabeza? (Nightmare before Christmas 3D). Yo giré la cabeza cuando patearon esa calabaza y sentí que se me venía encima. Y dije «guau» cuando creí que podía extender las manos y tocar la nieve que caía y me rodeaba. Fue una experiencia nueva, diferente, de otro orden, mas perceptual, más orgánica, física.
Estas nuevas experiencias, sensaciones, no son compatibles con el cine? El cine debe ser plano, bidimensional, y sobre todo, mental e intelectual?. Sólo estoy frente a una experiencia verdaderamente cinematográfica cuando Jake Sully graba su bitácora en primer plano (Avatar), hablándome casi al oído?. Confieso haber quedado embobado y sumergido en la belleza de Pandora y su mística, gracias a la tridimensión. Y esos planos generales del bosque, de las islas flotantes, del Arbol Madre, etc, solo estaban ahí como planos descriptivos, para convencerme de la existencia de un mundo nuevo, y hacerme creer que ese mundo está vivo.
Pero, claro, al final de cuentas, Avatar es una película que ya fue hecha mil veces antes (Pocahontas, Danza con Lobos, y 998 más). Y el uso del 3D es uno de sus puntos más fuertes, más recordables. Dilema y ambigüedad que me genera esta nueva tecnología, y que, dadas como están las cosas, dentro de poco va a estar metida en mi propia casa. Sino, mirar los carteles publicitarios que adornan todas las canchas del mundial de fútbol que estamos viviendo.
Gracias por escribir y por leer la sarta de ideas sueltas que me disparó tu post.
Saludos!
Deoese: antes que nada, gracias por tu mensaje y por tan exhaustivo comentario. No creo que el 3D tenga que ser sólo profundidad de campo. Si voy a ver Furia de titanes, obvio que no voy a pedirle otra cosa que lo que tiene que hacer: tirarme cosas por la cabeza. No obstante, para que ese tirar cosas por la cabeza funcione, tiene que haber un buen narrador. Si no nos quedamos con la técnica como fin y no como herramienta: todos sabemos -espero que sí- que no es lo mismo Cameron o Spielberg que Bay. La técnica sin el criterio de un buen director, es sólo fuegos artificiales: ¿cuánto tiempo podemos ir al cine para ver sólo fuegos artificiales? Creo -y perdón si no se entendió cuando lo dije- que el 3D puede ser las dos cosas: Up, cuando se da la huida, lo usa en ese sentido. Lo que sí, noto en gran parte del público, que sólo sabe disfrutar del 3D cuando le tiran cosas por la cabeza y no cuando se lo usa en profundidad de campo. Cuando ocurre esto, noto como que se sienten estafados. Por eso pido la educación audiovisual por parte de los directores, que enseñen al público. Yo no pido, en todo caso, ser narrativo, pero sí exijo que sea funcional.
Un saludo y gracias por el debate.