Este film de espionaje ambientado en la Guerra Fría y protagonizado por Bill Pullman es apenas correcto, aunque deudor estéticamente de mucho del cine del género estrenado últimamente.
Una nueva remake de la historia clásica basada con mucha libertad en el asesino serial Ed Gein, esta vez contando parte de su niñez y juventud, sin nada para ofrecer ni diferenciarse.
Christopher Nolan profundiza sus defectos en un film bélico que sólo se sostiene desde lo técnico, pero que no confía en sus propias construcciones narrativas, temáticas o formales.