En su nueva película, Álex de la Iglesia vuelve a trabajar con tópicos habituales en su filmografía: espacios opresivos, situaciones límite y personajes mostrando lo peor de sí mismos.
La comedia más taquillera de España no pedía a gritos una secuela, pero el director y guionistas originales insistieron en hacerla sólo dos años después, logrando la peor imitación de su éxito reciente.