
Título original: Ídem // Origen: Argentina // Dirección: Gabriela Naso // Guión: Gabriela Naso // Testimonios: Antonio Orellana, David Zambrino, Ernesto Alonso, Gerardo Roschge, Gerardo Vega, Hugo Robert, Miguel Anderfuhrn, Oscar Rojas, Silvio Katz // Fotografía: Fernando Lorenzale // Montaje: Josefina Llobet // Sonido: Paula Décima // Duración: 88 minutos // Año: 2024 //
9 puntos
JUSTICIA, JUSTICIA BUSCARÁS
Por Esteban Simoes
La primera película de la cineasta y periodista Gabriela Naso es un verdadero tour de forcé que, a través del testimonio de ex soldados conscriptos que participaron de la guerra de Malvinas, narra los testimonios de vejámenes, torturas y malos tratos sufridos por los conscriptos en manos de oficiales y suboficiales de carrera. Es un documental muy áspero por su contenido, pero también muy necesario, porque a través del clásico método de los talking heads, le pone voz y rostro a un reclamo que cumplió 43 años y que tiene una demanda judicial paralizada en la Justicia de Río Gallegos (el territorio del que dependen las islas formalmente) desde el año 2007.
Lo interesante y necesario de Las voces del silencio es que, a través de una propuesta más bien seca (es decir, no hay narración en off, los testimonios de los ex soldados conscriptos hilvanan la misma), podemos descubrir en toda su dimensión un planteo que desde los Derechos Humanos levanta el velo sobre una realidad: hay alrededor de cien oficiales y suboficiales señalados por las torturas tanto físicas como psicológicas y la causa está compuesta por aproximadamente doscientos testimonios. Estas cifras, presentadas al final de la película, nos golpean en toda su dimensión. No se trató de casos aislados. El documental muestra muy bien la lucha de estos hombres que acudieron al llamado de la patria y que fueron muy mal pagados. A los tormentos y vejámenes se sumó después un relato oficial de la guerra en manos de la última dictadura cívico-militar que los escondió y que, a lo largo de la posguerra y ya en democracia, continuó en su discurso desmalvinizador.
La película, a su vez, tiene un planteo federal: hay filmaciones en la Capital Federal, claro está, pero también en Chaco, Corrientes y por supuesto Tierra del Fuego (entre otras), de donde provenían los soldados conscriptos. En ese sentido, las filmaciones en nuestra provincia más austral duelen particularmente, porque aluden al gran ausente de la película: las islas mismas. El documental alterna muy bien los testimonios y las vicisitudes de la causa con filmaciones en distintos puntos de nuestro país. Lo dicho, las más potentes son sin dudas las filmaciones en el sur.
A más de cuarenta años del inicio de la guerra, se vuelve más necesario que nunca poder complejizar las narrativas sobre la misma. Es en ese sentido que se hace imperativo destacar las propuestas que, en este caso desde el cine, aportan a construir una mirada que salga de dicotomías estériles y que permita lecturas incómodas pero muy necesarias. Quiero decir: reclamar la soberanía argentina sobre las Malvinas e Islas del Atlántico Sur en toda su dimensión y denunciar el estatus colonial depredatorio que pesa sobre las mismas desde 1833, por parte de Gran Bretaña, no nos puede impedir ahondar sobre el accionar de las Fuerzas Armadas argentinas que llevaron adelante la guerra en 1982.
Vaya desde aquí mi humilde reconocimiento a la directora y equipo, a la gente del CECIM La Plata que se presenta como querellante y al personal que los acompaña jurídicamente. Pero también, específicamente, a Antonio Orellana, David Zambrino, Ernesto Alonso, Gerardo Roschge, Gerardo Vega, Hugo Robert, Miguel Anderfuhrn, Oscar Rojas y Silvio Katz, quienes valientemente prestan su testimonio en la película. Desde este humilde espacio reivindicamos su reclamo y esperamos que finalmente la Justicia argentina los reconozca como lo que son: víctimas de crímenes de lesa humanidad llevados a cabo por fuerzas del Estado argentino contra una población civil, los conscriptos afectados al servicio militar obligatorio, y por lo tanto imprescriptibles. Que haya un juicio como corresponde y que se pueda juzgar a los responsables de tales acciones.
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