
Título original: Idem // Origen: Argentina // Dirección: Miguel Bou // Guión: // Intérpretes: Dante Mastropierro, Diego Alonso, Gregorio Barrios, Lucas Tresca, Franco Tirri, Matías Apostolo, Federico Femia, Ceci Colz // Fotografía: Fernando Rodríguez // Montaje: Rodrigo Grande, Miguel Bou // Música: Martín Zero, Pedro Monzo // Duración: 103 minutos // Año: 2023 //
7 puntos
LA GUERRA ETERNA
Por Guillermo Colantonio
Uno de los méritos de Vrutos, la película dirigida por Miguel Bou, es no ceder a la tentación de replicar una larga tradición televisiva que ha explotado la marginalidad en barrios y cárceles con fines comerciales y manipuladores. La confirmación de que Bou se aleja de esos formatos se da en la primera escena, una muestra de síntesis y poderío visual que le pertenecen al cine. Encuadre frontal: una escalera, dos amigos que se encuentran para tomarse una birra y a la izquierda, sobre una pared gastada, un ajado afiche político. Apenas unos signos para integrarlos a una realidad, a un modo de vida que será presentado sin concesiones, en un marco genérico propio de ese realismo sucio que golpea documentalmente con sus imágenes en blanco y negro, pero que jamás descuida que estamos ante una película, en el territorio de la sala oscura.
Vrutos narra la historia de un enfrentamiento entre pandillas. Una corresponde a la de los monoblocks, la otra a la de un grupo de rugbiers. El verosímil es retorcido y no importa, con tal de evitar la comprobación mecánica de una tesis sociológica. Lo que verdaderamente cuenta es de qué modo una provocación desemboca en un espiral de violencia cuyo origen siempre es la diferencia de clase y la desidia institucional, y cuyas consecuencias confirman una mirada de corte naturalista. Si hasta pareciera que sobrevolara la voz en off del comienzo de Los olvidados, la obra maestra de Luis Buñuel de 1950: “Esta película, basada en hechos de la vida real, no es optimista y deja la solución del problema a las fuerzas progresivas de la sociedad”. En efecto, la película de Bou escenifica la derrota que anticipara Buñuel. Todo está podrido mientras los grandes monstruos de la política y del mercado hacen sus negocios. Pero lo bueno es que deja eso fuera de campo.
Paralelamente a la trama del enfrentamiento eterno, hay personajes que se destacan. Tres generaciones formadas en la marginalidad conviven en constante tensión. El protagonista joven, Brian, cuyo horizonte no es otro que delinquir, atravesado por una historia familiar complicada. Su padre, Marcelo, que ha dejado atrás su pasado criminal e intenta que el hijo no caiga en la misma, ilusión que intuimos tan débil como una telaraña. Y luego el amigo de toda la vida, “El negro”, padrino de Brian, el tipo que pretende que se respeten los antiguos códigos y que no ingrese esa falopa que arruina a los pibes del barrio. Mientras todo esto sucede, el apabullante espacio de los monoblocks oficia como testigo implacable y cárcel/hogar de quienes transitan sus pasillos bajo la lógica de la supervivencia.
Y si bien ciertos procedimientos pueden conducir a la saturación, es atendible el modo en que los códigos genéricos (del drama realista, del western urbano) terminan por imponerse a favor de una estética que se pretende cinematográfica antes que una crónica más de la violencia. En todo caso, el pesimismo que destila parte de una mirada honesta. No existe manera de obviar la furia humana y menos en un mundo de desencuentros y de odio.
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