
Título original: Idem // Origen: Francia // Dirección: Quentin Dupieux // Guión: Quentin Dupieux // Intérpretes: Anaïs Demoustier, Edouard Baer, Jonathan Cohen, Gilles Lellouche, Pio Marmaï, Didier Flamand, Romain Duris, Agnès Hurstel, Jean-Marie Winling // Fotografía: Quentin Dupieux // Montaje: Quentin Dupieux // Música: Thomas Bangalter // Duración: 77 minutos // Año: 2023 //
8 puntos
ROMPIENDO LAS REGLAS
Por Guillermo Colantonio
El universo de Quentin Dupieux no parece tener límites. Cada historia es un eslabón más al servicio de una idea: cualquier narración goza de libertad para ensancharse hasta donde quiera. Como si abrieran portales hacia lugares insospechados, sus películas postulan un orden de autonomía en las ficciones que terminan dinamitando y retorciendo de maravillas cualquier pretensión de verosimilitud. El mundo para este excéntrico realizador francés es un lugar de consumo, esnobismo y fetichismo, al que hay que desarmar y rearmar en una nueva lógica. Su mirada no se corresponde con la misantropía habitual del cine contemporáneo. Más bien apela a una especie de anarquía que tanto les debe a los surrealistas. Uno tiene la sensación de que, cuando se sienta a ver una película de Dupieux, se abre la caja de Pandora. Sólo resta esperar cuál es el objeto, el espacio, la actitud, que posibilitan el pasaje.
La primera gran subversión concierne al universo del biopic como género. En todo caso estamos ante una contra-biografía, a la imposibilidad de filmar una vida, y más si se trata de un artista.
En Daaaaaali! (2023), la figura evocada ya es una garantía para poner el mundo patas arriba. Ni más ni menos que Salvador Dalí y una puesta en abismo cuya forma se asemeja a una casa de espejos donde nunca encontramos la salida. Digamos que en términos racionales la historia gira en torno a una periodista que desea entrevistar a Salvador Dalí y fracasa con varios intentos. Pero como se trata del famoso pintor, de reírse de las excentricidades del mundo artístico, y de homenajear al surrealismo, Dupieux nos sumerge en un delirante sistema de cajas chinas con gracia e ingenio.
La otra certeza dentro de toda esta hermosa locura es que para dar cuenta de un surrealista la mejor forma posible es internarnos en el surrealismo mismo.
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Para ello, y como en los sueños, las situaciones obedecen a lógica de un loop musical y todo se vuelve un disparate genial. El propio Dalí es interpretado por diversos actores para parodiar la trillada idea de que su personalidad es de por sí una obra de arte. Como en Yanick, siempre hay temas que asoman sin estridencia, pero que están. Uno de ellos es la problemática de los trabajadores que provienen de los suburbios. En varias oportunidades, el productor trata a la protagonista de barista frustrada. Es apenas un eslabón dentro de una cadena sutil de discriminaciones en medio de la pedantería y la ostentación. Y si bien el esnobismo está presente, sobre todo en lo que concierne al negocio del arte y del cine, nunca la mirada de Dupieux se perfila desde torres de marfil con personajes estáticos e insoportables. Por el contrario, Daaaaaali! interpela e invita al espectador a sumergirse en una película que podría haber sido infinita, que se niega a concluir y que, incluso en su condición de boceto, es absolutamente agradable. La irreverencia, en este caso, no ostenta ni expulsa.
Sin embargo, lo interesante es que mientras se eluden las sagradas interpretaciones sobre el significado de tales actos, Dupieux ofrece lo mejor que el cine puede darnos en estas circunstancias: humor, comedia negra y un derrotero absurdo por el cual transitamos y queremos escapar, pero, como en los sueños, terminamos pisando brea.
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