
Por Virginia Ceratto
(especial para @funcinemamdq)
Hay personas y personas en el negocio del cine.
A los aplausos sostenidos, y sostenidos precisamente por unos pocos, como el genial Marc Giró quien, además, no se corta ni un pelo al hablar en su monólogo inicial en su Late Xou de un loco con una motosierra que hace felices a los que piensan que la culpa de todos los males la tienen las trans, textual, con ironía, claro está, se añadieron las críticas altas y altivas de todos los que aprovecharon unas declaraciones anteriores a sus premios, para acribillar, o al menos intentarlo, a Karla Sofía Gascón, la actriz que ganó los mejores premios europeos por su interpretación en la película Emilia Pérez.
Karla, que ya se ha gastado pidiendo perdón, y conste que más pronto se olvida el pasado de un genocida, y no es el caso, ahora ha sido galardonada por sus pares, otorgándole un poco de calma después de tanto atropello que tiene un origen clarísimo, y que en Argentina conocemos bien: la TRANSFOBIA. Que ha salido de sus nichos con más fuerza que nunca. Y a la que no nos queremos ni arrimar, al menos no yo. Ni la buena gente amiga.
Karla Sofía Gascón es buena actriz, buena mujer, buena madre. Y es una persona que se equivoca y que, por otra parte, no mandó a matar a nadie. No deseó la muerte de nadie.
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Marc Giró, en su Late Xou -martes a la medianoche- inigualable, le ha rendido tributo, como se merece.
No así, Henar Alvarez, conductora de un símil late, Al cielo con ella, que no está mal, pero que todavía no logra arrancar, desde el que, primero le dio con un palazo y ahora, ante la solidaridad de sus invitados para con Karla, guarda silencio, porque se dio cuenta de que su opinión fue un poco facha y que conviene hacer mutis por el foro. Debería pedir perdón a la Gascón, como ella, una dama, lo hizo ante todos.
Coda: la televisión española, y aún no me meto con La revuelta, magnífico programa, es una gloria. Y para los melancólicos que quieren culebrón, está aún Amar es para siempre, un remanso.
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