
Título original: Armor // Origen: EE.UU. // Dirección: Justin Routt // Guión: Cory Todd Hughes, Adrian Speckert // Intérpretes: Jason Patric, Sylvester Stallone, Josh Wiggins, Dash Mihok, Blake Shields, Josh Whites, Joel Cohen, Jeff Chase, Martin Bradford // Fotografía: Cale Finot // Montaje: Marc Fusco // Música: Yagmur Kaplan // Duración: // Año: //
4 puntos
CALVARIO EN EL PUENTE
Por Patricio Beltrami
Un grupo de mercenarios fuertemente armados emboscan un camión de caudales en medio de un puente abandonado en algún lugar del Estados Unidos profundo. A pesar de ello, los transportistas, padre e hijo, se enfrentan a los delincuentes con escasos recursos, ingenio y la protección de la cámara blindada del vehículo. Más allá de su premisa concreta, este relato de supervivencia a contrarreloj esconde una tragedia, secretos familiares y una complicada relación entre padre e hijo. A pesar de la presencia de Sylvester Stallone como gancho para el público, Blindado: sin salida no brilla como película de acción, no conmueve en su faceta dramática y, además, por momentos parece estirarse demasiado, incluso teniendo en cuenta que sólo dura 88 minutos.
Lo más interesante de la producción pasa por sus dos protagonistas. Tanto el James que compone Jason Patric como el Rook que encarna Stallone son dos profesionales que chocan cuando intentan cumplir con su labor. Lógicamente, las motivaciones de James, quien decide permanecer en el puente, asediado por criminales y con su hijo gravemente herido, encuentran un mayor tratamiento a lo largo del film. Esa adicción que mantiene en secreto, sumado a la culpa por la muerte de esposa y la distancia emocional hacia su hijo, quedan en segundo plano frente al calvario en el puente. En ese orden, el sentido de justicia y sus convicciones éticas y morales, correctamente desarrolladas en el relato, respaldan el accionar y las decisiones que toma este héroe a la fuerza. A su vez, el enfrentamiento con Rook adquiere mayor profundidad porque el villano también expresa cierto sentido de la nobleza y predilección por terminar el trabajo, alejándose del cualquier estereotipo de maldad y brutalidad.
Sin embargo, por fuera de estos aspectos, Blindado: sin salida se resquebraja más rápido que la seguridad del camión de caudales. En primer lugar, la acción carece de tensión, emoción o vértigo, como la persecución vehicular que antecede a la llegada al puente o el intercambio de disparos en el asalto. De hecho, durante el largo tiempo que James y Casey pasan dentro del blindado, sofocados por el calor, el gas lacrimógeno y las heridas físicas, nunca se produce una sensación de ahogo y encierro. Ni hablar de cómo se resuelve la situación de ambos en el último acto de la película, donde la mala y previsible ejecución se combina con efectos especiales defectuosos y algún disparate narrativo. Finalmente, todo pasa tan rápido en estos casi noventa minutos (mayormente con poca sustancia), que previo al desenlace del conflicto se intercala un extenso flashback. Como si las palabras y los gestos del presente no fueran suficientes para explicar la raíz de la tragedia familiar y el desencuentro entre padre e hijo, una secuencia completamente anticlimática destroza la continuidad cronológica sólo para estirar la película innecesariamente.
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