
Título original: Our little secret
Origen: EE.UU.
Dirección: Stephen Herek
Guión: Hailey DeDominicis
Intérpretes: Lindsay Lohan, Ian Harding, Kristin Chenoweth, Jon Rudnitsky, Katie Baker, Jake Brennan, Dan Bucatinsky, Tim Meadows, Judy Reyes, Ash Santos, Henry Czerny, Bobbie Eakes, Melinda Tanner, Mim Drew, Chris Parnell, Kurt Yue, Nathan Tutterrow, Jade Fernandez
Fotografía: Graham Robbins
Montaje: Heath Ryan
Música: Emily Bear
Duración: 101 minutos
Año: 2024
Plataforma: Netflix
4 puntos
AMAR A LINDSAY LOHAN DUELE
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Gracias a Netflix y vía la comedia romántica, Lindsay Lohan está experimentando un pequeño resurgimiento de su carrera. O, por lo menos, está con laburo, y encima protagónicos, lo cual hace unos años nomás, era algo impensado, teniendo en cuenta las malas elecciones profesionales y problemas personales (con escándalos incluidos) que había acumulado durante un largo período. A título subjetivo, para mí es una buena y una mala noticia a la vez. Buena porque Lohan, entre el período que va de Viernes de locos (2003) a Herbie a toda marcha (2005) y que incluyó a Chicas pesadas (2004), fue claramente el amor de mi vida, y uno siempre le desea lo mejor a las figuras que tiene idealizadas. Mala porque verla en este presente de “recuperación” me hace dar cuenta de que difícilmente recupere el nivel actoral de principios del nuevo milenio. Más aún si sigue haciendo película mediocres como Nuestro secretito, de la que nos ocuparemos a continuación.
Esta película dirigida por Stephen Herek -uno de esos realizadores todoterreno, pero sin demasiado vuelo- arranca con una ruptura bastante ardua entre Avery (Lohan) y Logan (Ian Harding), que habían sido pareja durante largo tiempo, pero cuyos proyectos de vida los terminaron separando. Años después, ambos se reencuentran, pero de forma también problemática, porque descubren que sus nuevas parejas son hermanos. Debido a “razones” -básicamente, que lo necesitaba el guión-, ambos acuerdan ocultar el pasado en común y deben pasar la Navidad con su familia política, mientras hacen malabares para que la “terrible” verdad no salga a la luz. Obviamente, los malentendidos y enredos se irán sucediendo, mientras resurge el amor entre los protagonistas.
Con un argumento tan arbitrario y previsible en su desarrollo como este, se necesita mucho timing para la comicidad, química en el elenco -no solo entre los personajes principales, sino también entre los de reparto- y una puesta en escena que sepa manejar los vaivenes narrativos. Y eso solo aparece a cuentagotas, porque todo está en piloto automático, confiando en que el espectador solo quiere pasar el rato y no mucho más. Lo cual es una pena, porque todo es un despliegue de lugares comunes, pero igual había terreno fértil para rescatar las mejores tradiciones del género y aprovechar lo que podían dar las distintas figuras del elenco. Sin embargo, solo encontramos algunos pasajes con un humor mínimamente logrado; actores como Tim Meadows, Kristin Chenoweth y hasta la misma Lohan están bastante desperdiciados; y lo mejor es pasar por alto ciertos giros del relato que son forzadísimos.
Viendo Nuestro secretito, da la impresión de que sus realizadores piensan que el romance y las fiestas navideñas son trámites burocráticos que se pueden hacer en la misma ventanilla de la ANSES. Seguiré aferrándome a los recuerdos idealizados de mi antiguo amor por Lohan, pero amarla, a veces, duele.
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