
Título original: Nutcrackers
Origen: EE.UU.
Dirección: David Gordon Green
Guión: Leland Douglas
Intérpretes: Ben Stiller, Homer Janson, Ulysses Janson, Arlo Janson, Atlas Janson, Linda Cardellini, Toby Huss, Edi Patterson, Tim Heidecker, Ari Graynor, Ashley Rae Spillers, Lucy Zukaitis
Fotografía: Michael Simmonds
Montaje: Colin Patton
Música: Aaron M. Fernandez Olson
Duración: 104 minutos
Año: 2024
Plataforma: Disney+
6 puntos
LA NAVIDAD DE LOS MARGINALES
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
En Cascanueces (disponible en Disney+), tenemos dos retornos que inevitablemente generaban expectativas: primero, el de Ben Stiller a la actuación, luego de casi siete años donde solo hizo algún cameo; y segundo, el de David Gordon Green al cine de comedia, tras un largo tiempo dedicado al terror, en el que pergeñó la nueva trilogía de Halloween y Exorcista: Creyentes. El saldo no es el mejor que se podía esperar, pero al mismo tiempo se agradece que el film despliegue una nobleza y honestidad en su tono que últimamente son difíciles de hallar.
El film tiene una premisa bastante transitada: Mike (Stiller) es un hombre que se ve obligado a dejar sus obligaciones laborales en Chicago y viajar a la zona rural de Ohio, luego del fallecimiento de su hermana Janet y su marido. Cuando llega allí, se encuentra con sus cuatro sobrinos (los hermanos en la vida real Homer, Ulysses, Arlo y Atlas Janson), de los que deberá hacerse cargo temporalmente, obligado por la trabajadora social a cargo de la situación (Linda Cardellini). Los cuatro niños son casi ingobernables y la casa un completo caos, lo que alterará por completo la existencia de Mike, un tipo entre estructurado, obsesivo y solitario. Para colmo, esa situación “temporal” comenzará a estirarse, poniendo en peligro su trabajo, aunque otra consecuencia será realmente inesperada, porque a medida que pase el tiempo, el vínculo entre ese tío/padre forzado y sus sobrinos empezará a encontrar una fluidez afectiva impensada. Y eso por más que Mike continúe buscando formas creativas de deshacerse de los pibes y volver a su normalidad previa.
Lo que vemos en Cascanueces es la típica estructura del cuento navideño, ese donde se fusionan nociones de aprendizaje, comunidad, familia y hasta un poco de redención. Green se muestra consciente de esto desde la puesta en escena y por eso su objetivo parece ser eludir la moralina habitual de estos relatos, para en cambio trabajar a fondo esos momentos de incomodidad y malestar por los que transita Mike, al que Stiller le pone su sapiencia habitual para ese tipo de personajes que están fuera de lugar y de su elemento. Lo hace mediante el estiramiento de los tiempos y acciones, además de un examen de los espacios y su interacción con los cuerpos, casi dejando que las instancias de humor aparezcan por sí solas, antes que buscándolas. El resultado de esta apuesta es interesante, pero desparejo: hay unos cuantos pasajes donde la película gira en el vacío, sin profundizar mucho en sus conflictos, como esperando que la química entre Stiller y los Janson haga todo el trabajo.
Llamativamente, donde mejor termina funcionando Cascanueces es en su parte dramática, en cómo indaga en el vínculo paterno-filial entre los protagonistas y, principalmente, en el dilema que atraviesa a Mike, un tipo que no solo quiere eludir responsabilidades, sino que tampoco puede aceptar que necesita algo de compañía. Por eso el film consigue crecer en sus últimos minutos, donde da un par de giros que lo colocan al borde de lo inverosímil y el golpe bajo, pero igualmente se las arregla para emocionar con herramientas nobles. Ahí, en su aspecto más humano y, convengamos, navideño, es que Cascanueces nos confirma que Green es un tipo que quiere a sus personajes, por más marginales que sean -o precisamente por eso- y que necesitamos más de ese Stiller incómodo, a punto de estallar, y único en su gestualidad.
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