Título original: Idem
Origen: Argentina / Uruguay / Chile
Dirección: Federico Luis
Guión: Federico Luis, Tomás Murphy, Agustín Toscano
Intérpretes: Lorenzo Ferro, Kiara Supini, Pehuén Pedre, Laura Nevole, Agustín Toscano, Camila Hirane
Fotografía: Marcos Hastrup
Montaje: Tomás Murphy, Andrés Medina
Música: Hernán González Villamil
Duración: 98 minutos
Año: 2024
6 puntos
SÓLO QUIERO QUE ME QUIERAN
Por Mex Faliero
Hay algo original en Simón de la montaña, pero no original en el sentido que pretende hacer de eso una pose o sintetizarse sólo en su originalidad sin que haya nada más profundo que encontrar (ese mal de la originalidad es uno de los principales males del cine contemporáneo). No, la película de Federico Luis sigue una estructura más o menos convencional de drama juvenil indie, la historia del chico que no se siente contenido en su hogar y busca estímulos puertas afuera. Pero una vez que captura al espectador en su lógica, la película lo sacude, lo moviliza y lo lleva a un viaje de descubrimiento en el que saberes y formas prediseñadas en el cine (y en la sociedad) para abordar el tema de la discapacidad son descartados a favor de una bienvenida incomodidad. Incomodidad que está planteada desde la primera e intrigante escena, en medio de un viento fenomenal que vuelve todo inaudible y, a partir del polvo que se levanta, también bastante difuso.
En un comienzo, Simón (un intenso y efectivo Lorenzo Ferro) parece uno de tantos chicos que concurren a una institución que atiende a jóvenes con diversas discapacidades. Pero no, sin poder hacer pie en la vida junto a su madre y la pareja de esta, Simón se evade relacionándose con estos chicos. La forma en que se integra hasta la mímesis, utilizando un audífono que no precisa, copiando temblores corporales y dificultades en el habla, nos presenta una suerte de Zelig que busca encajar entre aquellos que no pueden encajar en los requerimientos de la sociedad. Pero a la vez su comportamiento, involucrando a sus compañeros en situaciones riesgosas o indebidas bajo determinados parámetros, lo vuelven un elemento disruptivo que rompe primero el sistema que propone la película y luego las relaciones entre los personajes. El escaso paternalismo de la propuesta es una de las máximas apuestas de Luis, un elemento en el que la película busca hacerse comprender desde su extrañeza.
El director tiene claridad respecto de lo quiere contar y cómo, y demuestra una gran calidad para la dirección de actores, integrando a sus intérpretes con discapacidad de manera orgánica al relato, a la vez que utiliza algunos recursos formales, distorsiones de sonido, primeros planos asfixiantes, videos hogareños del propio Ferro, con absoluta coherencia. Así como Simón de la montaña aborda la discapacidad sin hacer de eso una apología de su propia capacidad para la inclusión, todos los recursos carecen de cualquier dejo de virtuosismo. La película de Luis apuesta por la fluidez para amalgamar sus ideas narrativas y argumentales, para apostar por un naturalismo que no evada la responsabilidad de lo cinematográfico, y para ser totalmente fiel con sus propios objetivos formales: es una película extraña, que no incomprensible, que arriesga y no se parece a nada, que provoca e incomoda, pero que como Simón busca que los demás la acepten y la comprendan tal cual es, sin dobleces ni hipocresías de la corrección política.
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