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Horizon: An american saga – Capítulo 1

Título original: Horizon: An American Saga – Chapter 1
Origen: EE.UU.
Dirección: Kevin Costner
Guión: Jon Baird, Kevin Costner
Intérpretes: Kevin Costner, Sienna Miller, Sam Worthington, Jena Malone, Owen Crow Shoe, Tatanka Means, Ella Hunt, Tim Guinee, Giovanni Ribisi, Danny Huston, Colin Cunningham, Scott Haze, Tom Payne, Abbey Lee
Fotografía: J. Michael Muro
Montaje: Miklos Wright
Música: John Debney
Duración: 181 minutos
Año: 2024
Plataforma: MAX


8 puntos


MÁS CORAZÓN QUE ODIO

Por Marcos Ojea

(@OjeaMarcos)

Kevin Costner y el western van de la mano desde siempre. O al menos desde Silverado, aquel film de Lawrence Kasdan de 1985. Claro que el verdadero romance se consolidó en 1990 con Danza con lobos, la ópera prima de Costner como director. Después vinieron fracasos, idas y vueltas, una obra maestra infravalorada como lo es Pacto de justicia, y la reconciliación con el público y la crítica con la serie Yellowstone, una suerte de relectura de El padrino en clave western moderno. Pero faltaba algo más. Una epopeya, el western definitivo, la mirada total de Costner sobre el género americano por antonomasia. Producto de esa ambición, y de un esfuerzo personal -económico- que ya no suele verse, aparece Horizon: An american saga, capítulo 1. El primero de cuatro episodios, con el segundo próximo a estrenarse en Venecia, y los dos últimos en desarrollo.

Dicho así, pareciera tratarse de un éxito asegurado. Pero la suerte siempre es esquiva para ese gran artista que es Costner. Luego de los aplausos en Cannes, la llama se extinguió rápidamente y casi todo el mundo le dio la espalda a Horizon. En Argentina no tuvo estreno comercial. Nada nuevo para el viejo Kevin, una bestia cinematográfica muchas veces incomprendida, a pesar de estar ligado no sólo al western, sino también al otro género estadounidense por definición, el cine deportivo. Su presencia es clásica pero también incómoda, una estampa de fortaleza que remite al relato mitológico de los Estados Unidos (y que parece ya no existir, o nunca haber existido, a juzgar por la historia y las noticias). Kevin Costner encarna lo que su país quiso ser: el beisbolista, el entrenador, el guardaespaldas, el vaquero, el héroe. El Hombre, con mayúsculas. The Man. Tiene sentido que, en este presente de revoluciones necesarias pero, más de una vez, superadas por sus propias consignas, la figura de Costner ya no encuentre lugar. Lo tiene, por supuesto, en los que seguimos viendo y celebrando sus películas, los que queremos ver cine más allá de cualquier consigna. El tiempo dirá si eso alcanza.

Cuando aparecieron los primeros avances de Horizon, el comentario con amigos, jocoso pero esperanzado, fue: va a ser la mejor película de la historia. Lo cierto es que es difícil determinarlo. Quizás lo sea, una vez transcurridos sus cuatro episodios. Dentro de los límites del primero, lo que Costner nos presenta es una historia coral sobre la conquista del Oeste americano, donde confluyen las voces de los nativos, los vaqueros, los soldados, los inmigrantes chinos, y un largo etcétera. Una multiplicidad de personajes conjurados para darle forma a un fresco total de la época, sin tomar partido por ninguno de los bandos. La narración, fiel a la ambición, es mixta: hay clasicismo en el relato, pero también una comprensión del tiempo propia de las series, de la evolución episódica de un conflicto. ¿Podría haber sido Horizon una serie? Es probable que sí, pero Costner quería hacer una película -La película sobre el Oeste-, y si le permitimos a Mariano Llinás filmar catorce horas de La flor, ¿cómo no vamos a dejar que Kevin se entregue con pasión a su sueño (y desafío) más grande?

Ahora bien, si su devenir parece más cercano a una serie, las formas de Horizon son indudablemente cinematográficas. Es una lástima no haber podido atestiguar esos planos del desierto en una sala de cine, con una pantalla lo más grande posible. Una fotografía bellísima a la vez que cruda, potenciada por una banda sonora que, de tan estridente y aventurera, parece anacrónica. A medida que la historia avanza, se va haciendo evidente la habilidad de Costner para introducir personajes, presentarlos con un par de pinceladas, y volverlos materia viva. Con muy poco consigue que se vuelven importantes, que sus destinos tengan trascendencia. No da lo mismo quién vive o muere, aunque el reguero de sangre sea cada vez más grande. Eso también es notable: la película no rehúye de la violencia gráfica, explícita, pero corre la vista cuando la tragedia podría dar paso al morbo. Lo que se dice, buen gusto. Tampoco escapa a la épica, ni se contiene de las emociones que otros se niegan a poner en escena, por miedo a quedar sensibles.

Kevin Costner, un cineasta del pasado que se sigue batiendo a duelo con el presente, parece no temerle a nada, y lo demuestra con esta saga de largo aliento, que tiene todas las fichas para fracasar en taquilla y ponerse a la crítica en contra. Bueno, un poco ya lo hizo. Allá ellos, cínicos desalmados e hijos de puta. Perdón. Aunque por ahora lo que tenemos con el Capítulo 1 es un prólogo extenso, las piezas están ubicadas con la estrategia y la sabiduría suficientes para saber que lo que viene será inmenso. Ese “tráiler” con el que finaliza, con la cámara que sigue a Costner cabalgando, y se detiene cuando se da vuelta y apunta con la escopeta, es cine absoluto y nos deja con el corazón en la boca. Un plano que resume la experiencia vital del actor y director, y también su relación histórica con la industria. Es la postal de un renegado, un verdadero outlaw en estos tiempos de persecución. Vengan, parece decir Kevin. Vengan, que acá los espero.


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