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Secretos de un escándalo

Título original: May December
Origen: EE.UU.
Dirección: Todd Haynes
Guión: Samy Burch, Alex Mechanik
Intérpretes: Natalie Portman, Julianne Moore, Charles Melton, Cory Michael Smith, Chris Tenzis
Fotografía: Christopher Blauvelt
Montaje: Affonso Gonçalves
Diseño de producción: Marcelo Zarvos
Duración: 117 minutos
Año: 2023


8 puntos


UNA HISTORIA SOBRE LA INMORALIDAD Y SU DIFÍCIL ACEPTACIÓN

Por Emiliano Attadia

(@emilianoattadia)

Cada sociedad marca sus propios límites entre lo moral y lo inmoral, más allá de la legalidad del asunto. Casos tan complejos como la sexualidad o las drogas, para ir a dos cuestiones ejemplificativas bien marcadas, tiene un discurso social muy diferente según la fecha o el lugar (actualmente no es lo mismo hablar sobre matrimonio igualitario en Occidente que en otras partes del globo). Esto se complejiza con el retrato subjetivo de los medios de comunicación y sus espectadores habituales. Todas estas variables se pusieron en juego para el caso de Mary Kay Letourneau, una maestra estadounidense que, en 1996, a la edad de 34 años y con un esposo, mantuvo relaciones sexuales con un alumno de 12. Ella fue a prisión por seis años, mientras dio a luz a dos hijos del adolescente; en 2005 se casaron y luego se separaron en 2019. Un año después falleció Mary.

Esta historia es utilizada libremente por Todd Haynes para sentar las bases de Secretos de un escándalo, un caso que dividió al público norteamericano como consumidor mediático a finales de la década del 90 junto con el conflicto Clinton/Lewinsky y el juicio televisado a O. J. Simpson (ambos muy bien narrados en la serie American Crime Story). En el film, Julianne Moore, que ya había trabajado con el director en Lejos del paraíso y A salvo, interpreta a Gracie, una ex empleada de un vivero y pareja de Joe (Charles Melton), su antiguo ayudante, que comenzaron a salir cuando este tenía 13 años. El triángulo lo completa Elizabeth (Natalie Portman), una actriz de televisión que lleva a cabo una suerte de entrevistas a la ex condenada para personificarla en una película de bajo presupuesto. Más allá del metadiscurso, la clave está en mostrar el pasado poco claro (en esta versión no sabemos si fue a prisión y los motivos de realizar un largometraje sobre la vida de Gracie) a través de pequeños elementos, como revistas de época y entrevistas a persona involucradas indirectamente en el caso. Esa decisión de no utilizar flashbacks permite centrar el relato en esa relación de tres personas, que va desde lo laboral al suspenso.

Sería muy simplista explicar Secretos de un escándalo como la transformación de Elizabeth para poder realizar la obra y los vicios que incorpora (una línea narrativa muy común en películas de suspenso, como por ejemplo Jodie Foster en El silencio de los inocentes). La otra virtud, más allá de cómo narrar esta historia, se encuentra configurada en la complejidad de los otros dos personajes; Gracie aparenta tener una vida ordenada, se dedica a la pastelería y forma parte de un grupo vecinal respetable. Sin embargo, su verdadera cara (la angustia y el llanto como manifestación habitual) está en un pasado que la atormenta. Este tiempo atrás se encuentra también en el registro de Joe; si bien es un jefe de familia tradicional, con el correr de los minutos empezamos a notar que le faltó vivir una etapa. Como si su esposa le hubiese arrancado experimentar todo lo que pasa luego de la adolescencia hasta el momento de asumir responsabilidades netamente adultas. Es cuando muy solapadamente entendemos la utilización del plano detalle en distintos momentos que muestran el crecimiento lento de una oruga: la mariposa, el insecto en esta etapa, solo aparece cuando el adolescente-viejo entiende todo lo que no vivió gracias a la cruel ayuda del personaje de Natalie Portman.

Secretos de un escándalo oscila entre el drama, lo socialmente condenable, las víctimas colaterales (un padre que consumo gran cantidad de cigarrillos por día) y el humor negro. Reconfigurar una historia real le sienta bien al experimentado director de 63 años, como en Velvet Goldmine, que inventó su propia versión queer entre David Bowie, Lou Reed e Iggy Pop.


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