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ER – 15 temporadas

REMEDIO PARA MELANCÓLICOS

Por Virginia Ceratto

(@vir_ceratto)

Ray Bradbury escribió un libro de cuentos -varios y novelas- titulado Refugio para melancólicos. Algo así creo que (me) ocurre con esta emblemática serie ER, que se emitió desde 1994 hasta comienzos del 2009, y que desde hace un par de años se da en cable común, antes TNT Series y ahora TCM.

Explico, aún cuando tenía el servicio de la plataforma que pasó a costar una fortuna, me refugiaba, madrugada a madrugada -y aquí adelanto algo no menor: insomnio- en esos capítulos que me transportaban a un tiempo en el que, no porque era joven, allá lejos y hace tiempo, las cosas no estaban tan horrendas como ahora. De ahí lo de Remedio para melancólicos: si apago la luz y solamente veo la pantalla, y logro perder conciencia de mi cuerpo cansado, puedo ser aquella mujer cuyo día de mañana tenía un propósito, y encima viendo excelentes envíos con temas que aún, muchos, no han sido resueltos.

Porque ER, además de ser el columpio que catapultó a la fama a artistas como George Clooney, Alex Kingston, o la misma Mariska Hargitay -nuestra Olivia de La Ley y el Orden en un breve paso como novia torpe de Antony Edwards- trataba con cierta profundidad temas que eran tabú en aquellas décadas: control de la natalidad, derecho al aborto, HIV, homosexualidad, prejuicios sexistas y de clase, injusticia laboral, patriarcado, salud mental, sindicalizarse para obtener paridad, derecho a una muerte digna, disparidad social, juramento hipocrático versus la realidad social o la individual de los tratantes, falta de recursos en hospitales públicos, posibilidad o imposibilidad del duelo, problemas con el tratamiento del abuso de drogas… ¿Sigo?

En aquel tiempo, Siglo XX, qué antiguo suena esto, la vida de muchos, incluso la mía, parecía estar medianamente al margen, medianamente, de muchos de esos temas. Hoy en día, aún cotidianos.

Hoy, a 20 o más años luz, atravesada como cualquier sexagenaria/o, de forma personal por muchos de ellos y aún siendo sobreviviente de por lo menos, tres cataclismos: el HIV (que no tuve, siendo que en mi juventud la píldora parecía suficiente), la Dictadura y la pandemia, siento y he aquí la paradoja, que no hemos evolucionado tanto.

Continúan la pobreza, la inequidad a la hora de contar con un servicio de salud (cualquier paciente de IOMA lo sabe), el prejuicio y el odio: veamos a un gobierno que quiere derogar leyes como la del Matrimonio Igualitario o la IVE, y no me extrañaría que se intentara volver a una colimba.

Todo muy grave. Sólo que en aquel tiempo yo no lo sabía. Pensaba que estaba súper que esos temas no seguirían siendo problemas, que eso era un claro indicio de que todo iba a cambiar para mejor.

Hoy, me encuentro viendo ER tratando de volver a quien era en ese momento, una mujer joven, con hijas felices, con más o menos problemas económicos, pero yendo a un futuro mejor.

Y al día siguiente, voy a una marcha en donde veo que las banderas de mi corazón, cantaría el Indio, están balcanizadas. Donde se pide por lo mismo que se pedía hace décadas, porque retrocedimos décadas, donde, salvo alguna excepción, y no se tome esto como un guiño partidario, sólo vi a un diputado de mi ciudad, Pulti, marchar junto a su ciudad y declarar por los reclamos de todos, frente a otras/os que estaban claramente en campaña (sí, puedo equivocarme, puedo no tener registro de todo, no soy un dron…).

Y hoy, ayer, veo que siguen matando mujeres y trans y la cuenta se agranda y no pasa nada. Y veo que cada cual está como el Don Pirulero, cada cual, cada cual, atiende su juego… Y no veo, salvo casos, pongamos la dirigencia, como el de Santoro, que merece todo mi respeto, haciendo autocrítica.

Hoy volveré a esperar ER, porque cada vez la pasan más tarde. Volveré a buscar esa sensación de que estoy en aquel tiempo donde todo se podía superar, mejorar y no pensaré en que un remedio que preciso ya no se puede comprar, volveré a pensar que el patriarcado terminará, que la droga tendrá penalización y no ganarán los narcos, que nuestros hijos no agonizarán, que los hospitales no tendrán problemas de presupuestos y que a cada paciente no se lo atenderá según su seguro médico…

Hoy volveré a viajar en el tiempo. Por un rato, mientras la madrugada se transforma en la mañana y entonces, vuelta a la lucha.


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