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El bufón

Título original: The Jester
Origen: EE.UU.
Dirección: Colin Krawchuk
Guión: Colin Krawchuk, Michael Sheffield
Intérpretes: Matt Servitto, Lelia Symington, Jesse L. Green, Ken Arnold, Dan DeLuca, Sam Lukowski, Michael Scheffield, Jenna Hellmuth, Mary Jane Pentony, Lena Janes
Fotografía: Joe Davidson
Dirección de arte: Lynn Sharp Spears
Música: Rafal Gosciminski
Duración: 90 minutos
Año: 2023


4 puntos


VIENE, ME INTRIGA, ME ABURRE, SE VA Y YA LA OLVIDÉ

Por Marcos Ojea

(@OjeaMarcos)

La secuencia que abre El bufón, la ópera prima de Colin Krawchuk, es mala pero promisoria. Es decir, nos deja en claro que lo que vamos a ver va a estar mal actuado y filmado sin gracia, pero también nos da la esperanza de un viaje truculento. O, al menos, uno entretenido, porque se sabe que el terror y el virtuosismo no siempre se llevan bien, y a veces una película objetivamente mala puede deparar algunas alegrías. El espíritu Clase B, o la comedia involuntaria (y bizarra) de la Xlase Z. Un tipo en un puente, la llamada a una mujer que lastimó, y la presencia inquietante de El bufón, con su traje naranja, su gesticulación muda, y esa máscara perturbadora, un poco parecida a la de Ethan Hawke en El teléfono negro. “Bueno, dale”, decimos. “A ver qué pasa”. Y lo que pasa está muy mal, no al nivel nauseabundo de Winnie Pooh: miel y sangre, pero sí en cuánto al piso mínimo e indispensable para que una película de terror se sostenga y prospere.

Existe una tendencia dentro del género, prevaleciente en los últimos años, que les brinda a nuevos realizadores la posibilidad de ampliar sus universos, planteados previamente en cortos que circulan por Internet. Pasó con David F. Sandberg y su Cuando las luces se apagan, con Damien Leone y la saga Terrifier (el corto protagonizado por el payaso Art ya estaba incluido en una antología, pero lo mismo da), y ocurre ahora con el debut de Krawchuk. Los casos son más, por eso hablamos de una tendencia, pero enumerarlos no es el propósito de esta crítica. Sí podemos adelantar cierta expectativa por The Backrooms, basada en la serie web de Kane Parsons, y que producirá James Wan. Hablando de productores, uno de los implicados en ese rol en El bufón es Eduardo Sánchez, director (junto a Daniel Myrick) de la mítica El proyecto Blair Witch. Lo cierto es que, mal que le pese a Sánchez y a los encargados de prensa que decidieron utilizar esa referencia para vender El bufón, su figura no es garantía de nada. Un éxito en los 90 y una carrera que nunca despegó. Perdón, Eduardo, pero es lo que es.

Después de los eternos créditos iniciales, que abusan del único recurso que la película va a poder explotar durante sus 90 minutos (la máscara creepy), conocemos a las dos protagonistas, las hermanas Jocelyn y Emma. Distanciadas por las decisiones del padre que les tocó, que abandonó a una para construir una nueva familia y tener a la otra, coinciden años después en el funeral del tipo, que se suicidó en un puente. ¿Dónde ocurre la acción? Sí, en un pueblito. ¿Cuándo? Sí, la noche de Halloween. ¿Y qué sucede a partir de ahí? Sí, El bufón las persigue y en el camino va matando gente, pero nunca entendemos bien por qué. El guión de Krawchuk, coescrito con Michael Sheffield (quién interpreta al Bufón), se ahorra explicaciones pero tampoco construye un relato que justifique ese vacío. Los lugares comunes en el terror no son un problema si los ingredientes del género cooperan entre sí: puesta en escena para generar climas, buenos personajes o, al menos, delineados para generar interés, ritmo en la narración, coherencia entre fondo y forma, y voluntad para trabajar el miedo. O algunas buenas muertes, algo, lo que sea, pero algo. El bufón carece de todos estos ítems y, para peor, recubre los conflictos de sus personajes con solemnidad y moralina aforística.

Entonces, ¿es El bufón una de las peores películas del año? No, simplemente es una más que pasa y se olvida, un producto de relleno al que las distribuidoras le dan lugar porque el terror siempre vende. Y está muy bien que así sea, aunque tengamos que aguantar veinte bodrios para encontrar una buena. Siempre termina apareciendo. Como le dice el entrenador a Mason Dixon en Rocky Balboa: “Siempre hay alguien ahí afuera, esperando su turno”. La cita es inexacta, pero se acerca bastante, y cumple con el propósito de lo que queremos decir. No, El bufón no es de las peores del año, aunque sea tediosa y descartable; las peores son las que nos hacen enojar, aquellas de las que esperábamos mucho y nos terminan devolviendo nada, las que son celebradas como nuevos clásicos por una multitud complaciente. A esas, desde nuestro humilde lugar, les presentamos batalla. A Bufón lo dejamos atrás para chequear qué película de terror se estrena la próxima semana.


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