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Yo soy la Nochebuena

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

NdR: Este artículo contiene spoilers.

La Navidad y las producciones audiovisuales de superhéroes tienen un largo y próspero historial. Sin dudas, la principal referencia es Batman vuelve, una de las obras maestras del subgénero. Asimismo, se podría confeccionar una lista de muy buenas experiencias en materia de cine y series con Iron Man 3, Hawkeye, Guardianes de la Galaxia: Especial de las Fiestas y Teen Titans Go!, enemigos acérrimos de una versión maligna de Papá Noel. En esta línea, semanas atrás Un pequeño Batman navideño se sumó a este selecto grupo, particularmente cediendo el protagonismo a un pequeño Damian Wayne. Parafraseando al Batman de Robert Pattinson, quien se definía como la personificación de la noche y la venganza, en este caso el héroe podría afirmar “Yo soy la Nochebuena” como carta de presentación.

Se podría considerar a Un pequeño Batman navideño como un relato que trascurre en un futuro alternativo. Mientras que Logan configuraba una distopía donde casi todos los mutantes estaban muertos y los pocos que quedaban eran perseguidos, de manera más amable esta película imagina un escenario donde Batman / Bruce Wayne (Luke Wilson) había limpiado el crimen de Ciudad Gótica por una simple razón: Debía criar a su hijo Damian (Yonas Kibreab), por supuesto que con ayuda de Alfred (James Cromwell). Sin embargo, la Liga de la Justicia convoca a Batman para que se encargue de una urgencia durante la mañana de Nochebuena, aunque el encapotado le asegura a su hijo que volverá a la noche para festejar Navidad en familia. Lógicamente, la ausencia de Bruce y las travesuras de un Damian de 8 años que anhela convertirse en Batman se entrecruzan con una serie de maniobras criminales que llevarán a que el inexperto superpibe deba salvar la Navidad de Ciudad Gótica.

Una de las cuestiones que resultan más interesantes de esta apuesta es consecuente con el período donde sitúa la historia. Al tratarse de un futuro, los personajes que habitan Ciudad Gótica están avejentados: Alfred es una anciano que apenas se puede mover pero que no pierde las mañas ni descuida su rol papel de consejero y niñero de los Batman; Bruce Wayne mantiene una vida hogareña como padre sobreprotector de su hijo, luciendo una barba frondosa y descuidada mientras lo agobia la idea de eventualmente iniciar a Damian como futuro Batman; y los villanos lucen más grandes, arrugados, menos letales desde los movimientos aunque más sagaces como mentes malignas.

Si bien todos los personajes enfrentan desafíos acordes a sus edades, el joven Damian deberá madurar de golpe mientras atraviesa el camino del héroe. En ese marco, el primer arco de su experiencia como Batman está estrechamente ligado a Mi pobre angelito. Tras engañar a Alfred para que salga de la mansión, Damian debe evitar que un par de ladrones saqueen los regalos y los valiosos bienes de la familia. Valiéndose de ingenio y trampas letales elaboradas artesanalmente, frustra el asalto pero su tarea queda inconclusa cuando los malvivientes le quitan su regalo navideño: su primer cinturón de Batman. Justamente, esta es la excusa para que el niño abandone la comodidad de su casa y se lance a la aventura a lo largo de la ciudad, sin saber que caerá en las garras de los villanos.

Y si hablamos de robar la Navidad, rápidamente se descubre que la mente maestra detrás de este plan es el Guasón (David Hornsby). Esta versión sociópata del Grinch reúne a un grupo de villanos caídos en desgracia (El Pingüino, Hiedra Venenosa, Bane y el Señor Frío) para vengarse de Batman, utilizando a su hijo para arruinar la celebración y el legado del héroe. Como si fueran los fantasmas de Canción de Navidad, cada enfrentamiento (guiños a Batman vuelve) y cada derrota van quebrando la voluntad y el sueño de Damian, al punto de convertirse en el enemigo público número uno para los vecinos de Gótica. Contrario al colorido de la festividad, la sensación de miedo, impotencia y culpa está excelentemente representada en una secuencia en blanco y negro por los tenebrosos callejones de la ciudad, con un juego de sombras y formas de carácter expresionista.

Como Clint Barton en Hawkeye, Bruce cumple su promesa y regresa justo a tiempo para pasar Navidad con su hijo. En ese momento, descubre que el pequeño no sólo ha comprendido que un gran poder conlleva una gran responsabilidad, sino que también ha entendido que el cinturón, el santo grial de esta aventura entre padre e hijo, representaba algo mucho más grande que un simple anhelo. Como ocurre cada 24 de diciembre, la familia festeja Nochebuena a las piñas, incluso compartiendo (de compromiso) la celebración con ese pariente disfuncional que disfruta sembrar el caos a lo largo de todo el año. Finalmente, Un pequeño Batman navideño hace homenaje al mensaje que nos había legado Luis Aguilé: “Por eso y muchas cosas más, ven a mi casa esta Navidad”.


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