Por Patricio Beltrami
NdR: este artículo contiene spoilers.
Cerca del final de la segunda temporada, What if…? presentó un universo tan inverosímil que provoca el desconcierto de los propios protagonistas. Para ello, retoma la idea de la inmersión, clave tanto para la primera temporada como para Doctor Strange y el multiverso de la locura: un personaje provoca que dos realidades se entremezclen hasta que colapsan. En este marco, la serie usa para este evento, presuntamente irreversible, para desplegar una aventura de Los Vengadores en clave renacentista. Dirigido por Bryan Andrews y co-escrito por A.C. Bradley y Ryan Little, el inicio de What if…? The Avengers assembled in 1602? revela que, a causa de la magia de Wanda Merlin (Elizabeth Olsen), la Capitana Peggy Carter (Hayley Atwell) llega a una versión alternativa de 1602. Una brecha verde en el cielo interrumpe la obra shakesperiana del príncipe Loki (Tom Hiddleston) y, pese al esfuerzo de Peggy, absorbe a la reina Hela. Ante ello, el Rey Thor (Chris Hemsworth) ordena la ejecución de Carter, quien escapa y se encuentra con The Watcher (Jeffrey Wright). El narrador le ofrece llevarla a su universo, ya que se encuentran en medio de dos realidades a punto de desaparecer. En línea con la época, los monólogos de The Watcher tienen espíritu shakesperiano, pomposos, casi en rima para relatar los hechos y las sensaciones de la historia. Ayudada por Wanda y Sir Fury (Samuel Jackson), Peggy iniciará una misión para evitar la destrucción del mundo, mientras el Rey Thor le ordena a Sir Hogan (John Favreau) que detenga a la traidora. Tras pedirle al inventor Tony Stark (Mick Wingert) que diseñe un artefacto para activar la gema del tiempo, la fugitiva deberá robar el cetro del Thor con la colaboración de tres aliados: Rogers Hood (Josh Keaton), Bucky Barnes (Sebastian Stan) y Scott Lang (Paul Rudd). Las influencias de What if…? The Avengers assembled in 1602? combinan la obra de William Shakespeare con la leyenda de Robin Hood, sumando dosis de El Rey Arturo y Los Tres Mosqueteros. Justamente, Rogers y sus justicieros se encuentran con Peggy tras asaltar el carruaje de Loki y, por supuesto, surge el amor a primera vista. Cuando Hogan destruye la fortaleza de los forajidos en el bosque, Peggy se sacrifica para poner su plan en movimiento. En el castillo, la vengadora halla el último eslabón de Los Vengadores 1602: El hombre de la máscara de hierro, Bruce Banner (Mark Ruffalo). Mientras una Wanda intenta evitar que la brecha verde destruya el castillo, Los Vengadores concretan el asalto al Rey Thor en su corte, quien resiste blandiendo su Excálibur de vibranio. Mientras Hulk batalla con Hulk Hogan y Peggy enfrenta a Thor, Stark y los mosqueteros rescatan el cetro y activan la máquina con la gema del tiempo. Así, se revela que el culpable de inmersión era Steve Rogers, quien había llegado a esta realidad tras haber golpeado la gema con su escudo en la pelea contra Thanos. Desolada por haber perdido otro final feliz junto a su enamorado, Peggy envía a Steve a su universo y salva ambas realidades de la destrucción, quedando atrapada en 1602. En tanto, el capítulo cierra con el encuentro entre Carter y Supreme Strange (Benedict Cumberbath), abriendo la puerta hacia el último gran evento de la temporada. What if…? The Avengers assembled in 1602? resultó otro de los puntos altos de una correcta temporada. No sólo se logró nutrir a la historia de elementos, hechos y personajes reconocidos de la literatura, sino que también se consiguió integrar la mitología del Universo Marvel (MCU) y de la propia serie para confeccionar un relato creativo, dinámico, entretenido y sorprendente en su resolución. En ese marco, la subtrama de robo le sumó atractivo a un capítulo que, en clave de comedia, seguía apostando a la acción típica de las historias de superhéroes. Finalmente, la Capitana Carter se erige como uno de los personajes más queribles de este Multiverso Marvel. Con el corazón roto y condenada a vivir en otros tiempos y universos, Peggy se mantiene fiel a la impronta del Capitán América: hacer todos los sacrificios que sean necesarios para cumplir la misión de turno, sin perder ni una pizca de humanidad aún ante las decisiones más dolorosas.
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