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24 líneas por segundo: Tango & Cash

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Por algún motivo que desconocemos (mentira… ¡nostalgia!), este año Netflix estrenó dos producciones centradas en dos de los íconos más grandes del cine de los 80’s: Arnold, una serie documental sobre Arnold Schwarzenegger, y Sly, una película documental sobre Sylvester Stallone. Y ambas son muy buenas. Pero más allá de hablar de ellas, es interesante la relación que surge de compararlas. Bueno… los mundos de Arnold y Sylvester vivieron en eterna comparación y rivalidad durante los 80’s y buena parte de los 90’s: ver a Schwarzenegger confesar que simuló estar interesado en el guión de ¡Para o mi mamá dispara! sólo para que Stallone vaya, la filme y derrape es un disfrute glorioso por la maldad compleja de la idea. Esa anécdota era sólo posible en un tiempo y un momento en el que estos dos tipos se jugaban el liderazgo de la taquilla pero, también, comenzaban languidecer en unos 90’s donde el CGI venía a decir que cualquiera podía ser héroe y los músculos eran una anacronía. Lo interesante de comparar ambas producciones, entonces, surge de ver desde qué lugar se construyó cada uno. Arnold es la síntesis del exitoso a su pesar, del tipo que todo lo que se propuso en la vida lo alcanzó (con un poco de esfuerzo, pero casi que no), siendo un líder en lo suyo: en el fisicoculturismo, en el estrellato cinematográfico, en la política. Por el contrario, Sly es el ejemplo del que la tuvo que luchar bastante, del pibe de barrio golpeado por el padre que cimentó un lugar desde la imposibilidad constante. Y cuando recorremos su filmografía descubrimos que entre sus Rocky’s y sus Rambo’s hubo fracasos, un vaivén que a la distancia no se observa porque sólo sobresalen los grandes hitos. En ese recorrido de cada uno, es casi imposible que Schwarzenegger no sea ese señor mayor un poco aburrido que ya casi ni actúa y tira frases como en un manual de autoayuda, porque, claro, le salió todo; en su mente no existe el fracaso. Y es casi imposible que Stallone no sea ese señor mayor que se resiste al olvido, que sabe lo que es caer y no poder, y que busca siempre el amor de los demás; lo suyo está bien lejos de la autoayuda, es consciente de que a veces no se puede. Uno, Sly, es el esfuerzo y el trabajo, el llanto melancólico de lo que nunca será. El otro, Arnold, es el exitoso perpetuo al que todo le salió bien y que sólo cree en el materialismo de lo concreto. Tango & Cash… o Tango & Ca$h.


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