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Megalodón 2: el gran abismo

Título original: Meg 2: The Trench
Origen: EE.UU. / China
Dirección: Ben Wheatley
Guión: Jon Hoeber, Erich Hoeber, Dean Georgaris
Intérpretes: Jason Statham, Cliff Curtis, Sienna Guillory, Shuya Sophia Cai, Skyler Samuels, Melissanthi Mahut, Page Kennedy, Jing Wu, Whoopie Van Raam, Kiran Sonia Sawar, Sergio Peris-Mencheta
Fotografía: Haris Zambarloukos
Montaje: Jonathan Amos
Música: Harry Gregson-Williams
Duración: 116 minutos
Año: 2023


5 puntos


MEGALODÓN(ES): NOW THE ARE TWO THREE OF THEM!

Por Franco Denápole

(@fdenapole)

Algo que me llamó la atención al terminar Megalodón 2: el gran abismo, es que en los títulos figurara el nombre de Ben Wheatley vinculado a la dirección. Hace poco menos de una década, el director británico supo trabajar en proyectos que, a lo menos, no carecían de personalidad, algo de lo que adolece casi por completo esta secuela acerca de un tiburón prehistórico gigante.

El actor y ex clavadista profesional (dato no tan insignificante teniendo en cuenta de qué va la película) Jason Statham retoma el rol de Jonas Taylor, nueva variación de ese subtipo particular de héroe de acción que éste ha sabido desarrollar a lo largo de los últimos veinte años y que se sostiene sin mayores alteraciones desde su origen en la saga de El transportador. Jonas, rescatista especializado en aguas profundas, que en la primera regresaba de un retiro autoimpuesto luego de perder a unos amigos en una misión, se encuentra ahora desempeñándose a pleno como ecoactivista extremo. Con la astucia de James Bond, las habilidades de combate de Bruce Lee, la destreza técnica de Macgyver y los one-liner de Schwarzenegger, Jonas se infiltra en barcos de malhechores que contaminan el océano y los combate a base de patadas voladoras y periodismo fotográfico. Mientras tanto, cuida como un padre de la preadolescente Meiying, la hija del interés amoroso de la primera película, Suyin, fallecida fuera de cámara. En esta nueva entrega deberá combatir a otra empresaria corrupta y lidiar con un mercenario que busca venganza, mientras desde las profundidades de la fosa oceánica emergen nuevos monstruos temibles.

Hija de Tiburón y Jurassic Park, Megalodón proponía una aventura clásica, un arco de redención con fachada ecologista y un monstruo gigante, todo empaquetado en un envoltorio China-friendly, es decir, presentando las credenciales necesarias para asegurar un lugar en la cartelera del país asiático. Entre ellas, un elenco que incluye estrellas chinas, el uso oportuno de la lengua y una sana limpieza de cualquier discurso que le pudiera valer algún tipo de censura. Lo mismo hace Megalodón 2, tratando de emular la fórmula que llevó a la original a los 500 millones de dólares de recaudación.

Los hilos se le encuentran a cualquier megaproducción moderna si se los busca, y más se los busca cuando el largometraje no logra interesar por otros lares. Esto le ocurre a esta secuela que redobla la apuesta del componente monstruoso: ataca ya no solo un megalodón, sino tres, y se suman al elenco otras bestias asesinas colosales y prehistóricas. Le sucede lo que a la mayoría de las continuaciones de películas sobre monstruos: es decir, se ve obligada a subir la apuesta de su antecesora, presentar una amenaza aún mayor, y, en la grandilocuencia, pierde sutileza. Este contratiempo de guion es el que James Cameron asumía y afrontaba inteligentemente en la segunda parte de Alien, en la que decide abandonar la utilización del misterio y la apelación a lo oculto como generador de terror, en pos de una multiplicación explosiva: el mal se revelaba y de película de terror se pasaba a épica bélica.

Sin embargo, el acto de multiplicar y sacar a la luz al monstruo lleva a Megalodón 2 por derroteros menos felices, puesto que nada bueno le aporta a esta película, la cual resulta una repetición redundante de la primera, y, que, además, ha perdido el factor sorpresa. Los intentos por potenciar la amenaza caen en la redundancia o en repeticiones poco inspiradas de otras criaturas que ya hemos visto innumerables veces. Hay un pulpo gigante, eso sí, que parece que va a darle un poco de condimento a la trama, pero se lo relega a un papel secundario y de poca importancia. Por todo esto, Megalodón 2 termina por convertirse en una secuela prescindible.


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