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Diez años después, mejor volver a empezar

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

NdR: Este artículo contiene spoilers de Flash y un explícito homenaje a Los Rodríguez.

Diez años después, el Universo Extendido DC (DCEU) comienza a cerrar el ciclo popularmente denominado Snyderverso. En ese sentido, el lanzamiento de Flash estuvo lejos de representar una conclusión épica al entramado narrativo desarrollado durante la última década y, al mismo tiempo, no queda claro cómo está historia conformará las bases del futuro universo ideado por los CEO de DC Studios, James Gunn y Peter Safran. Prolija y (demasiado) ordenada, en un contexto de exploración (y rotura) del multiverso y homenajes a la historia de audiovisual del estudio, el film protagonizado por Ezra Miller encuentra sus mejores pasajes en las escenas de intimidad familiar y en la dinámica del Flash canon con los Batman de Ben Affleck y Michael Keaton, quien sólo con oficio y carisma se erige como el personaje más interesante del relato.

Con el objetivo de cerrar la narrativa iniciada en 2013 con El Hombre de Acero, justamente Flash regresa a esa linda primavera inicial para reescribir la historia del multiverso. Dirigida por Zack Snyder, esta historia de Superman continúa siendo el relato más lúcido y logrado del DCEU, por lo que el retorno a este suceso también representa una suerte de reivindicación a un comienzo prometedor. Sin embargo, la amenaza representada por Zod (aparición breve y a reglamento de Michael Shannon) configura un instrumento del guión para demostrar la existencia de acontecimientos inevitables en el multiverso. Luego de algunos minutos, este suceso se convierte en el escenario donde acontece el conflicto entre las versiones de Barry Allen / Flash, quitándole todo sustento simbólico a la invasión a la Tierra.

“No te olvides que soy distinto de aquel, pero casi igual”. A partir de un plato de fideos a la boloñesa, Bruce Wayne explica a la perfección el funcionamiento del multiverso DC y cómo impactan los viajes en el tiempo y cualquier cambio que se realice a nivel líneas temporales. De esta manera, se explican la lógica de la presencia de diversas versiones de superhéroes y villanos en la película. En consecuencia, se justifica la despedida de Ben Affleck, seguramente en su mejor interpretación de Batman / Bruce Wayne (diez años después le encontraron el tono al personaje, justo en su salida del estudio) y la ¿última presencia? de Gal Gadot como la Mujer Maravilla, con su clásica apatía y falta de carisma. Además, la hostilidad entre el estudio y Henry Cavill quedó manifiesta con el destino de Superman en la película: Un plano general de espaldas en un noticiero y la novedad del asesinato de Kal-El fuera de pantalla (resuena “aquello fue un gran punto de partida, pero a la vez que fácil se te olvida”). En tanto, las versiones el Batman de Michael Keaton y la Supergirl de Sasha Calle están tan justificadas por la historia como condenadas por el devenir del universo que habitan.

“Una carta te di, que nunca escribí, que nadie leyó. Hoy diez años después, todo sigue igual, nunca te llegó”. “Ingrato” es la palabra que correctamente eligió Matías Gelpi para definir los destinos de Batman y Supergirl en Flash, y se podría agregar a Superman en esta lista. También puede ser un término que ilustre al devenir del DCEU. Más allá de los fracasos creativos que condicionaron el futuro del Snyderverso desde sus primeros años, lo cierto es que las acusaciones contra ejecutivos de DC, directores y productores de films y varios escándalos protagonizados por los mismos intérpretes (sumado a la tragedia de la familia Snyder) afectaron el desarrollo de la narrativa planeada en 2013. Incluso, Flash debió someterse a varias reescrituras a medida que cambiaba la cúpula de Warner y DC, ya que, al representar un evento canónico para los siguientes años del universo, debía sentar las bases del futuro de las franquicias.

Si bien las comparaciones son odiosas, es inevitable considerar que Warner pretendió que DC replicara el éxito comercial y artístico del Universo Cinematográfico Marvel (MCU) en la Saga del Infinito. Sin embargo, mientras que Marvel Studios había ideado y ejecutado su narrativa durante más de una década, la competencia entendió que podrían acortar los plazos y, de esa forma, desarrollar el DCEU a la velocidad de Flash, únicamente sustentado en la popularidad de sus franquicias. Sin embargo, el Snyderverso se arrebató en pocos años (“algo se va a incendiar”), incluso arrastrando al debacle a la mismísima Liga de la Justicia, cargándose a Batman, Superman y Mujer Maravilla al mismo tiempo. Más allá de haber condicionado el prestigio de sus futuras producciones, cuestión sustentada por la incertidumbre a nivel ejecutivo y artístico que padeció el estudio entre 2017 y 2022, lo insólito de este zafarrancho es que los responsables del estudio no perdieron la razón por amor ni por soledad, sino por desesperación e incompetencia.

En la previa del estreno de Flash, James Gunn se cansó de afirmar que el desenlace de la película derivaría en la redefinición del Universo DC. No obstante, a la falta de épica que caracterizó a la resolución del relato se suma la incertidumbre sobre el futuro de la narrativa del estudio. Está claro que Barry Allen cambió su realidad (o aterrizó en otra línea temporal) por la presencia de George Clooney como el nuevo Bruce Wayne, pero la aparición de Jason Momoa como Aquaman en la escena post-créditos provoca incertidumbre sobre el futuro. Claro está que formalmente Aquaman y el Reino Perdido será la última historia del saliente DCEU, pero estas dos secuencias parecen encontrarse más al servicio del fanservice que las necesidades narrativas del estudio. En línea con la acumulación de chistes sobre Volver al futuro, seguramente Gunn y Safran llegan a la misma conclusión que Andrés Calamaro a mediados de los noventa: Diez años después, ¿quién puede volver atrás? Diez años después, mejor volver a empezar.


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