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Objetos

Título original: Ídem
Origen: España / Argentina 
Dirección: Jorge Dorado
Guión: Natxo López
Intérpretes: Álvaro Morte, Eugenia Suárez, Verónica Echegui, Daniel Aráoz, Andy Gorostiaga, Maitane San Nicolás, Selva Alemán
Fotografía: David Acereto
Montaje: Carlos Egea, Pablo Zumárraga
Música: Eric Claus Kuschevatzky
Duración: 108 minutos
Año: 2022


4 puntos


AQUELLO QUE PERDIMOS

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

Los primeros minutos de Objetos son alentadores. Mario (Álvaro Morte) está a cargo de la Oficina de Objetos Perdidos en Madrid. Este hombre solitario pasa sus días entre labores administrativas y el arreglo de los elementos viejos y rotos que llegan al viejo galpón. Por entonces, su dedicación y compromiso parecían introducir a un personaje que no perdería la amabilidad y la humanidad a lo largo de este oscuro thriller. Sin embargo, esta esperanza rápidamente se desvanece para caer en un espiral sobre lo peor de la miseria humana.

Luego del dragado en un río, una valija llega a la Oficina de Objetos Perdidos. Al abrirla, Mario descubre el esqueleto de un recién nacido. Ante la reticencia de la Policía y la Justicia para investigar el hecho, Mario se lanza a la búsqueda de la madre del bebé. Con la colaboración de Helena (Verónica Echegui), una oficial con la que mantiene una relación romántica, halla una serie de pistas que lo guían hacia una red de prostitución que opera en un lujoso hotel del centro de Madrid. Sin embargo, su cruzada recién iniciará cuando conozca a Sara (Eugenia Suárez), la madre del bebé fallecido. En ese momento, Mario arriesgará todo para liberarla de una red de trata de personas, aunque en el camino deberá enfrentarse no sólo con lo peor de la escoria humana, sino también con sus propios demonios y traumas.

Uno de los grandes problemas de Objetos es la necesidad de pronunciarse sobre los principales males que aborda: la condena a las redes de trata de personas y explotación sexual; la crítica a la ineficiencia y desinterés de las instituciones (Justicia y Policía); y la violencia, el machismo y la corrupción que imperan en una sociedad tan perdida como rota. En ese orden, Mario nunca puede erigirse como un héroe. Más allá del fin que persigue, el protagonista se vale de una serie de medios ética y moralmente cuestionables (robo, secuestro y extorsión), a través de los cuales revela su verdadera naturaleza. Incluso, desde la apariencia y los ambientes, hay varias escenas donde se busca plantear un paralelismo con John Wick, aunque la referencia es superficial y, contra la intención de los autores, paródica sin autoconsciencia.

Asimismo, resulta extremadamente difícil empatizar con los personajes. Desde ya, la pareja de Mario y Sara únicamente emana frialdad y, además, la presencia de Helena (Echegui siempre cumple, incluso en este contexto) sólo se justifica a partir de las necesidades del guion. Y aunque todos habitan una realidad violenta y cínica, sólo la condenan desde el discurso. De hecho, Mario se embarca en una cruzada final a raíz de una revelación. Es decir, el único gesto altruista del protagonista esconde motivaciones egoístas, algo conservadoras y directamente vinculadas con un violento trauma del pasado. En ese sentido, durante el segundo y el tercer acto de la película se llevan a cabo algunas revelaciones trascendentes que podrían haber fomentado la desconfianza o el alejamiento entre Mario y Sara, pero finalmente no tienen impacto alguno en los personajes ni en la historia, como si no hubiese ocurrido nada.

Más allá de las interpretaciones entre discretas y malas, con alguna escena que roza lo vergonzoso, existen diálogos donde los actores argentinos mezclan expresiones meramente españolas con formas locales. Tan confusa resulta esta cuestión que, en algún momento, el siniestro Ochoa (Daniel Araoz) mantiene un diálogo en castellano español y tonada inconfundiblemente cordobesa con otro personaje argentino. En tanto, la sordidez impuesta de Objetos es tan grande que los 108 minutos parecen mucho más largos, con secuencias extendidas por demás y, en la acción, una cámara que pretende demostrar el vértigo de la saga de la Bourne pero que sólo produce la confusión visual característica de la franquicia Transformers. Tras un breve y apurado desenlace, mientras los protagonistas encuentran aquello que habían perdido en algún momento de sus vidas pero que, en realidad, nunca habían tenido, Objetos se consagra como otro thriller con impostada conciencia social, aunque tan miserable como la sociedad que refleja y sin una gota de humanidad.


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