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La sudestada

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Daniel Casabé, Edgardo Dieleke
Guión: Edgardo Dieleke, Daniel Casabé, Martín Mauregui, Agustina Liendo
Intérpretes: Katja Alemann, Juan Carrasco, Edgardo Castro, con la participación de los bailarines Pablo Castronovo, Bárbara Hang y Andrés Molina
Fotografía: Leonardo Hermo
Montaje: Daniel Casabé, Andrés Pepe Estrada
Música: Leonardo Martinelli
Duración: 86 minutos
Año: 2023


6 puntos


LA TENTACIÓN FORMALISTA

Por Guillermo Colantonio

(@guillermocolant)

Los primeros minutos de La sudestada, la película codirigida por Daniel Casabe y Edgardo Dieleke, basada en una novela gráfica homónima, arman un código atmosférico, fabrican un tono que remite al policial negro. A partir de allí, como el agua que busca su cauce, nunca se sabrá dónde está el centro de esta singular propuesta. Su propia indeterminación genérica puede resultar un acierto o un desconcierto. Tal vez, su naturaleza híbrida (mezcla de noir con costumbrismo criollo) invite a pensar qué estamos viendo y qué puerta debemos abrir, si la de la afectación o la parodia.

En el principio dos personajes se unen en su capacidad de observación. El es el sabueso Villafañez, un detective privado cuya vida parece estar marcada por la tormenta que lo vio nacer. La primera imagen, cuya pose formalista es demasiado evidente, nos lo muestra de espaldas frente a una ventana contemplando los rayos que iluminan el cielo nocturno de la ciudad. Material de archivo de una sudestada es alternado con esa escena primigenia. Corte. Ella es Elvira Schulz, coreógrafa, quien también observa compulsivamente los movimientos de sus alumnos y se pierde en la naturaleza durante su tiempo libre. Lo que diferencia a ambos son las intenciones. Uno mira por trabajo, la otra por amor al arte. El lazo que los unirá es la obsesión del marido de Elvira por saber si ella está con alguien. Y para la búsqueda estará Villafañez. Por supuesto, siempre lo propio de un plan es que falle, entonces las intenciones del sabueso devendrán en el deseo por poseer a la mujer, por internarse en su secreto artístico.

A partir de la breve excusa argumental, la película sostendrá cierto hermetismo dramático, paralelo a la vida de los personajes, toques oníricos y momentos de solapado humor. Los interiores se vuelven espacios oscuros, carentes de matices, en una correspondencia con la monotonía de quienes los habitan. Al mismo tiempo, es inevitable no advertir algunas resoluciones forzadas (¡ay, esa libretita que justo pierde un detective!) y una arbitraria inclusión de otros personajes secundarios (por ejemplo, el grupo de amigos de Villafañez) que atentan contra un verosímil difícil de asimilar.

Juan Carrasco y Katja Alemann sostienen los protagónicos con una hermosa parquedad. Uno es la versión autóctona de tantos (anti)héroes cinematográficos del género. Las pocas palabras y los escasos gestos, más la vestimenta que lo define, configuran una identidad icónica. En cuanto a Alemann, además de homenajear sus performances teatrales del pasado, se perciben su carácter fotogénico y su sensualidad. No obstante, el resultado se parece a una película de retazos, con más preocupación por cumplir con el lucimiento formalista que con insuflar vida, aire.


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