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¿Crisis? ¿Qué crisis?

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

NdR: Este artículo contiene spoilers.

Tan evocada por buena parte de la crítica y el público, parece que finalmente hemos llegado a la era de la saturación de los superhéroes en cine y series. Entre fracasos creativos, tanques que no han alcanzado sus altas expectativas y rendimientos de taquilla discretos, el subgénero ha demostrado problemas a causa de la sobreproducción de contenidos, proyectos fallidos, la imposición de temáticas y personajes de agenda y la tensión, cada vez más evidente, entre el relato individual y las necesidades de su universo. Sin embargo, para decepción de los agoreros del apocalipsis audiovisual de los superhéroes, la industria recién acusará el golpe de esta presunta crisis (si es que lo hace) allá por 2026.

El último período de aclamación para el género oscila entre diciembre de 2021 y marzo/abril de 2022 a partir de los lanzamientos de Spider-Man: Sin camino a casa (Marvel Studios y Sony), Peacemaker (DC Studios) y Moon Knight (Marvel Studios). Desde ese momento, Hombre Lobo por la noche y Guardianes de la Galaxia: El especial de las fiestas, ambas presentaciones especiales del Universo Cinematográfico Marvel (MCU), recibieron una aprobación unánime aunque bastante contenida. El resto del año estuvo integrado por apuestas ATP (Liga de Súper Mascotas y Yo soy Groot), fracasos artísticos (Morbius y Black Adam), propuestas irregulares o fallidas (Ms. Marvel, She-Hulk: Defensora de héroes y Pantera Negra: Wakanda forever) o regresos de grandes personajes que, lejos de decepcionar, fueron relatos tan correctos como imperfectos (The Batman, Doctor Strange en el multiverso de la locura o Thor: Amor y trueno).

Si bien The Sandman o The Boys podrían integrar este bloque, aquellos detractores del género evitan incluirlos en la bolsa de los superhéroes a causa de sus respectivas condiciones de solemne novela gráfica y sátira canchera plaga de cinismo (próximamente abordaremos esta conveniente salvedad). Igualmente, existe un consenso generalizado en que la salud del género se evalúe en base a los proyectos de los principales estudios: DC, Sony y Marvel. Por ello, sólo un sector minoritario del público y la crítica ha tomado en cuenta la positiva experiencia de El cuartel secreto para juzgar el rendimiento de los superhéroes en 2023, mientras que la serie animada Koala Man ha pasado casi desapercibida en Star+.

En febrero, Ant-Man and The Wasp: Quantumania inauguró el año para el género. Más allá de haber representado un ligero retroceso para la franquicia, su gran problema fue haber sido demasiado condicionada por las necesidades del multiverso Marvel en detrimento del propio relato. Si bien mantuvo el nivel de su predecesora, ¡Shazam! La furia de los dioses estuvo condenada desde antes de su estreno a raíz de la improbable continuidad de la saga en el futuro Universo de DC Studios. En este orden, la recaudación de ambos films estuvo por debajo de lo esperado: Ant-Man 3 sólo duplicó la inversión (una tragedia para Disney) y Shazam 2 aún no alcanzó su presupuesto de 125 millones. Protagonizadas por dos héroes que no se encuentran entre los más convocantes de sus estudios, estas propuestas además cargan con el estigma de ser comedias familiares, característica que las aleja de la pretensión de seriedad, trascendencia y prestigio que rige en buena parte del público y la crítica.

Sin embargo, el irregular año de estrenos no provocará cambios en el plan de los estudios a corto o mediano plazo. Si bien Disney decidió reducir la cantidad de lanzamientos anuales del MCU, no prevé cortar la producción de adaptaciones de superhéroes. Si bien en pocos días la segunda temporada de Sweet Tooth abrirá la (valga la redundancia) temporada alta de estrenos de 2023 en Netflix, el segundo cuatrimestre contiene los pesos pesados del año: Guardianes de la Galaxia Vol. 3 (4 de mayo), Spider-Man: Across the Spiderverse (1 de junio), The Flash (16 de junio), Secret Invasion (21 de junio) y Blue Beetle (18 de agosto). A esto hay que sumarle las propuestas de los tres estudios que cerrarán el 2023: Loki (Temporada 2), Kraven The Hunter, The Marvels, ¿Echo? y Aquaman y el Reino Perdido.

¿Crisis? ¿Qué crisis? El género de superhéroes posee numerosos matices, por lo que es un error analizarlo como si fuera un movimiento homogéneo. Incluso, los próximos estrenos ostentan una interesante variedad de atractivos: el cierre de una saga prestigiosa a cargo de un autor de renombre (Guardianes de la Galaxia Vol. 3); la secuela de una de las mejores y más creativas películas del género, escrita por dos de los guionistas más talentosos de su generación, protagonizada por uno de los héroes más populares del mundo (Spider-Man: Across the Spiderverse); una serie que apuesta por la acción, el espionaje y la intriga (Secret Invasion); y la culminación de todo un universo cinematográfico en clave de aventura y adaptando una de las historias más exitosas del cómic (The Flash). Cada propuesta no solo será un acontecimiento en sí mismo, sino que también demuestra que la versatilidad del género garantiza numerosas posibilidades de explotar las narrativas en films y series.

Igualmente, los tres grandes estudios han bajado el ritmo de producción durante los últimos años. Si bien DC Studios estrenará cuatro largometrajes en 2023, lo cierto es que, luego de haber cancelado Batgirl, se busca un ciclo con las historias que la anterior gestión de Warner Bros. Discovery había autorizado a desarrollar en estos años. En ese sentido, a finales de 2022 Disney había ordenado que Marvel Studios bajara la elevada cantidad de lanzamientos anuales que había mantenido durante los últimos dos años para privilegiar la calidad de los proyectos sobre la cantidad. Justamente, Sony había entendido esta cuestión hace varios años, pero aún no ha podido lograr consolidar una gran propuesta en acción real, más allá de que Spider-Man: Un nuevo universo es una obra maestra. En este orden, el fin de los superhéroes es más un deseo de los detractores del género que una posibilidad a futuro. La crisis sólo provocará una reestructuración en la industria, no un apocalipsis.


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