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Buscando a Eva (1999)



EXPLOSIÓN DEL PASADO DE BRENDAN FRASER

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Ya todos saben, Brendan Fraser se ganó el Oscar. Fue noticia por todos lados y lo venía siendo desde que La ballena, la película por la que lo ganó, comenzó a girar por festivales. La reacción era más o menos la misma que sucede cuando un actor que mayormente esquivó la búsqueda de prestigio de repente actúa en uno de esos dramas que hacen del elemento humano del actor su principal herramienta. Su personaje con sobrepeso de la película de Darren Aronofsky habilitaba todos los tics de las actuaciones premiables: un esfuerzo físico y psicológico evidente, aunque a favor de Fraser hay que decir que por momentos parecía haber en su mirada el horror de quien pide que lo rescaten del espanto en el que se metió. Esa piedad es la que no sólo rescata a Fraser, sino la que salva a la película de caer en el más profundo de los pozos del cine de explotación. Claro está, nos habíamos olvidado que Fraser después de todo es un gran comediante, alguien que tiene esa chispa vital del que mira todo sabiendo que las cosas no tienen mucho sentido. Y Fraser, esa es la buena noticia, no dejó de ser del todo Fraser a pesar de su búsqueda evidente de los premios y el reconocimiento.

Los orígenes cinematográficos de Fraser se dieron en la década de 1990 y cuando uno repasa su filmografía descubre muchos títulos relevantes, con un llamativo balance entre comedias juveniles y familiares (El hombre de California, Cabezashuecas, George de la selva) y dramas formales (School ties, Con honores, Dioses y monstruos). Década que culminaría en 1999 con la película que tal vez lo terminó de instalar en la consideración del gran público, La momia, pero que además lo convertiría impensadamente en un héroe de acción (de todos modos la mejor película de Brendan Fraser es de 2001, ese delirio hermoso de Henry Selick llamado Monkeybone). Y en 1999, además, el actor estrenaría la que es, posiblemente, una de sus mejores comedias: Buscando a Eva. La película del recientemente fallecido Hugh Wilson tenía una premisa ocurrente: un matrimonio que en plena Guerra Fría se ocultaba en un búnker por miedo a un ataque nuclear y que educa a su hijo en ese espacio subterráneo durante más de tres décadas. Claro está, un día salen a la luz para ver en qué quedó el mundo.

El hijo del matrimonio, Adam (después aparecía Eva, tampoco las cosas era demasiado sutiles), interpretado por Fraser, era el encargado de salir a descubrir cómo estaban las cosas en el exterior y de conseguir provisiones para continuar con la vida subterránea. Fraser explotaba un perfil cómico que le funcionaba perfectamente: el del tipo aniñado, algo asexuado, un poco tontolón, pero de buen corazón. Y como en El hombre de California, también tenemos al personaje extrañado que no conoce las reglas del mundo con el que tiene que interactuar. Detrás del gancho de Fraser, la película tenía a dos intérpretes con trayectoria (para darle cierto prestigio al asunto), como Christopher Walken y Sissy Spacek, y un interés romántico como Alicia Silverstone, joven revelación de los 90’s, que explotó en los videos de la banda Aerosmith, conoció el éxito con Ni idea y el fracaso con Batman y Robin, película que arruinó su carrera parcialmente. ¿Noventas dijimos? Bueno, en Buscando a Eva tenemos el amigo gay, personaje habitual de comedias de la época como El objeto de mi afecto o La boda de mi mejor amigo, interpretado aquí por David Foley.

Seguramente ninguna película es consciente de su tiempo y todas logran representarlo una vez que las miramos con distancia. Y a lo lejos, y seguramente de forma involuntaria, Buscando a Eva era una suerte de radiografía de un momento. Claro que la ética de una época era desarticulada en la película, pero eso se daba como una obvia progresión de su estructura dramática, en la que los personajes que habitaban ese búnker como si estuvieran en los 60’s terminaban necesariamente asomándose a los 90’s. Ahora bien, a partir de un personaje femenino corrido del estereotipo de la chica ingenua de la comedia romántica, del amigo gay, de una visita a un boliche donde la sexualidad se vive libremente, de la presencia -marginal pero evidente- de la transexualidad, Buscando a Eva hace explícitos esos cambios sociales que por entonces se exhibían con algo de timidez y, probablemente, con desconocimiento de aspectos que hoy se han vuelto decididamente políticos. Un avance para un tipo que unos años antes había filmado ese horror de El club de las divorciadas. También es obvio que la película no buscaba hacer foco en eso -tampoco en su premisa más política respecto del modo de vida americano-, sino que se perdía en los vericuetos de la comedia romántica, en el chico del pasado conoce a chica, en el “se aman se pelean se vuelven a amar”, dejando de lado sus aspectos más interesante. Pero comenzamos hablando de Fraser y en definitiva Buscando a Eva es casi un vehículo para su lucimiento. Y el actor lo aprovecha notablemente, apropiándose de cada escena en la que aparece y actuando el humor físico y la sorpresa del ingenuo que se asombra con todo con un timing más que envidiable.


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