Título original: Luther: The Fallen Sun
Origen: Reino Unido / EE.UU.
Dirección: Jamie Payne
Guión: Neil Cross
Intérpretes: Idris Elba, Cynthia Erivo, Andy Serkis, Dermot Crowley, Thomas Coombes, Hattie Morahan, Lauryn Ajufo, Vincent Regan, Ross Waiton, Dan Li, Edward Hogg, Einar Kuusk
Fotografía: Larry Smith
Montaje: Justine Wright
Música: Lorne Balfe
Duración: 129 minutos
Año: 2023
Plataforma: Netflix
6 puntos
CUANDO LA ASTUCIA SE IMPONE AL DRAMA
Por Rodrigo Seijas
(@rodma28)
Luther fue, con sus vaivenes y desniveles, una muy buena serie: creada por Neil Cross, era un policial crudo y duro, con un protagonista problemático y repleto de matices, al que Idris Elba ha sabido interpretar con maestría. Era también un retrato del lado más oscuro de Londres, una ciudad que adquiría atmósferas siniestras y hasta agobiantes, que interactuaban con las contradicciones éticas, morales y hasta afectivas de John Luther, que ha mostrado a lo largo de cinco temporadas ser tan brillante como torturado. Lamentablemente, Luther: cae la noche es una película que no está a la altura de ese alegado, a pesar de ser relativamente correcta en su ejecución.
Escrito por el mismo Cross y dirigido por Jamie Payne, el film tiene unos minutos iniciales realmente muy buenos. En particular la primera secuencia, que incluso se permite coquetear con el terror a partir de cómo crea un clima angustiante con apenas un par de pinceladas. A partir de ahí, delinea, en rápida progresión, la caída en desgracia de Luther, que termina en la cárcel gracias a las maniobras de asesino en serie (un Andy Serkis en su salsa) con muchos recursos y un complejo plan que involucra la manipulación de una gran cantidad de personas. Pero Luther no es precisamente de esos tipos que se resignan frente a la adversidad y monta un escape tan disparatado como efectivo, que le permite volver a las calles de Londres y darle caza a un criminal que lo desafía en todos los niveles.
Precisamente, hay en Luther: cae la noche una tensión constante entre el disparate y la solemnidad, que durante buena parte del metraje se resuelve mediante la interacción y retroalimentación entre ambas vertientes. Todo va rápido, sin reflexiones, de la mano de los planes de esa mente maestra criminal al que Luther persigue obsesivamente, mientras trata a la vez de eludir a las autoridades que procuran recapturarlo. Esa velocidad permanente a la que se aferra el relato consigue que el espectador no preste demasiada atención a algunas arbitrariedades del guión y hasta entrega algunas secuencias con una alta tensión, como una que involucra una serie de suicidios múltiples transmitidos en vivo y en directo.
Sin embargo, Luther: cae la noche no puede escapar a una dificultad típica que enfrentan los thrillers y policiales, que se da cuando debe mostrar todas las cartas y revelar los planes del villano en toda su dimensión. Ahí es cuando el film comienza a desacelerar, a entregarse a unas cuantas explicaciones redundantes y apelar a algunas vueltas de tuerca entre obvias y facilistas. Si el relato amaga en un momento con volcarse a la tragedia y dejarse llevar por la vocación autodestructiva de Luther -que siempre está ahí, latente-, finalmente se conforma con un cierre algo amargo, pero también tranquilizador. Si Luther siempre fue, en el fondo, un drama sobre un tipo que solo puede ser un brillante cazador, porque en lo personal es un completo desastre, Luther: cae la noche parece más preocupada por mostrarse astuta. Y en ese afán es donde pierde complejidad y hasta se sobreestima a sí misma.
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