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El estrangulador de Boston

Título original: Boston Strangler
Origen: EE.UU.
Dirección: Matt Ruskin
Guión: Matt Ruskin
Intérpretes: Keira Knightley, Carrie Coon, Chris Cooper, Alessandro Nivola, Rory Cochrane, David Dastmalchian, Peter Gerety, Robert John Burke, Ryan Winkles, Morgan Spector, Michael Malvesti, Aurora McLaughlin
Fotografía: Ben Kutchins
Montaje: Anne McCabe
Música: Paul Leonard-Morgan
Duración: 112 minutos
Año: 2023
Plataforma: Star+


6 puntos


ZODÍACO BAJAS CALORÍAS

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Los true crimes Netflix devolvieron la fascinación por los asesinos seriales, que habían tenido una larga popularidad a partir la reinstalación del tema con El silencio de los inocentes allá a comienzos de los 90’s. Particularmente no sé en qué lugar termina el interés real y en qué lugar comienza el morbo, pero una película como El estrangulador de Boston hace bastante porque lo primero le gane a lo segundo. El film de Matt Ruskin tiene el valor de no sentirse fascinado por lo truculento (aunque imprime algunas imágenes en ese sentido) y de ofrecer una mirada si se quiere más social y política al tema de los asesinos seriales. Esa es al menos la intención, los resultados son otra cosa.

El estrangulador de Boston hace mención a uno de los casos reales más emblemáticos de la crónica policial norteamericana, un supuesto asesino serial que azotó la ciudad del título en los años 60’s. Sobre el mismo caso hay varias películas, la más recordada la de Richard Fleischer, con Tony Curtis y Henry Fonda, que se estrenó cuando aún varios asuntos relacionados con los crímenes estaban sin resolver. En el caso del film de Ruskin, desvía la mirada de la crónica policial, del accionar del asesino, y se centra en la investigación que llevaron a cabo las periodistas Loretta McLaughlin (Keira Knightley) y Jean Cole (Carrie Coon), clave a la hora de desentrañar el misterio. En primera instancia esto incluye a la película en la agenda, al retratar un tiempo en el que las mujeres eran relegadas dentro de las redacciones a cubrir eventos de sociedad y familia. Pero la tozudez de McLaughlin la llevó a involucrarse en la investigación al límite de poner en riesgo su vida.

Si hay un modelo que El estrangulador de Boston continúa, o al menos lo intenta, ese es Zodíaco de David Fincher. La de Ruskin también indaga en los límites entre lo privado y lo público, entre la obsesión y la verdadera preocupación, mientras construye un drama que se crispa con los elementos del thriller. Pero a diferencia de aquella, donde a Fincher no le preocupaba tanto cerrar el caso como revelar el descenso psicológico de sus personajes, El estrangulador de Boston está más preocupada en la resolución del conflicto que dé con la construcción de una heroína romántica, en la senda de la mirada sobre el periodismo de películas como En primera plana o The Post. Si Zodíaco se daba la mano con el cine de los 70’s, Ruskin elige un relato del presente para mirar aquel pasado, un relato donde en definitiva todas las dudas se clausuren y los conflictos se resuelvan de forma cristalina. El estrangulador de Boston no es necesariamente un mal film (tiene valor de producción y en sus actuaciones, incluso en el abordaje informado del director), pero se lo ve tan preocupado en escaparle al morbo que se queda a mitad de camino entre el drama lavado y un thriller que nunca genera tensión.


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