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Merlina – Temporada 1

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Si en los 90’s las adaptaciones trataban de ser lo más literales posibles, los tiempos han cambiado y ahora las adaptaciones son terrenos en los que se usa el material de base para reinterpretaciones varias. Eso queda claro al ver Merlina y compararla con las dos películas de Los locos Addams dirigidas por Barry Sonnenfeld. Como lo indica su título, Merlina es en verdad una serie que toma por protagonista a la hija de la familia (en una construcción de personaje que le sienta perfecto a Jenna Ortega), una joven cínica, arrogante, nihilista y sumamente escéptica, a la que convierte en investigadora cuando una serie de crímenes acecha a la comunidad de un pueblo y, muy especialmente, a los de la escuela de freaks en la que Morticia y Homero (Catherine Zeta-Jones y Luis Guzmán, desaprovechados) depositaron a Merlina luego de que la expulsaran del colegio por poner pirañas en la pileta. No dijimos, todavía, que estábamos ante una producción de Tim Burton, quien dirige los primeros cuatro episodios y de alguna forma sienta el tono y la forma: Merlina es, como tiene que ser en el director, una historia de marginados, pero con un toque fantástico que es como si metiéramos a Daria en la escuela de Harry Potter (o tal vez en la de Miss Peregrine y los niños peculiares). O mejor, y ahí está la clave, en el universo de la popular serie Riverdale, que también lleva a los personajes del comic Archie a un escenario de misterio y fantasía adolescente, algo que Netflix ya había intentado con su adaptación de Sabrina y que se quedó a mitad de camino. Claramente, la N gigante va tras un público juvenil que se fue seducido por la propuesta de otras plataformas. La diferencia radical, aquí, es que muchos de los temas de agenda del presente ya fueron abordados por Burton desde los 80’s, por lo que hay en su mirada una honestidad que sabe evitar los subrayados y las bajadas de línea obvias en las que muchas producciones del presente caen. Merlina es, por tanto, una historia de misterio en el que la protagonista tendrá que aprender a confiar en los demás. Hay tal vez una repetición algo agotadora del cinismo de la protagonista, con un humor negro que se hace redundante, pero en todo caso es la cuota de rareza que esta serie se permite como único lazo con aquella comedia televisiva de los 60’s, que satirizaba a la sociedad y mostraba que lo anormal era la regla. Merlina está bien, es divertida aunque un poco previsible en su resolución, pero no llega nunca al nivel de mordacidad de aquella querida sitcom.

NdR: Los ocho episodios de Merlina están disponibles en Netflix.


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