Título original: Idem
Origen: Uruguay
Dirección: Israel Adrián Caetano
Guión: Israel Adrián Caetano
Intérpretes: Diego Alonso Gómez, Néstor Prieto, Catalina Arrillaga, Luis Alberto Acosta, Marcos Da Costa, José Pagano, Federico Morosini, Sabrina Valiente
Fotografía: Juan Manuel Apolo
Montaje: Agustín Fagetti
Música: Diego Caetano Guerra
Duración: 92 minutos
Año: 2022
Plataforma: Netflix
6 puntos
MARGINALIDAD Y CLASE B
Por Mex Faliero
Se podría decir que Adrián Caetano, a partir de Pizza, birra y faso, es uno de los padres de la marginalidad en el audiovisual argentino. Sin aquella película no hubiera existido una serie como Okupas, por ejemplo, y sin aquella serie tampoco hubiera existido El marginal. Es decir, el estilo Caetano, que después continuaron muchos (bueno, muy especialmente Bruno Stagnaro, codirector de Pizza, birra y faso, y director de series como Okupas y Un gallo para Esculapio), fue un modo de retratar a una marginalidad muy específica, la que fue gestando el menemismo en los años 90’s, los despojos del liberalismo económico y político, atravesado por la estética del rock nacional y la cumbia. La diferencia entre Caetano y el resto es que básicamente en su mirada se observa la inevitable presencia de la cinefilia clásica; en su obra no hay especulación ni exposición de miseria para ganar prestigio, más bien la aplicación de un contexto a las reglas de los géneros del cine.
Eso se observa también en Togo, un film menor dentro de su filmografía pero que mantiene ese tono tan particular de su cine. Aquí Diego Alonso (actor emblemático de esa marginalidad audiovisual) interpreta a un cuida-coches que protege tanto a los autos como a la cuadra, su cuadra, espacio entendido como un territorio del western. Togo es el apodo con el que lo conocen todos los vecinos, un tipo amable, con reglas propias y mucha nobleza. Eso se observa en el vínculo que genera con una piba de clase alta que, aburrida de sus padres, opta por evadirse acompañando a Togo en la calle (en la que es tal vez la nota más disonante de la película, aunque Caetano sortea el riesgo de la bajada de línea). Togo le enseña las reglas de su trabajo, pero también los límites de esa vida compleja. Y la complejidad llegará en forma de unos pibes que trabajan vendiendo drogas a los automovilistas que pasan a una cuadra, y que vendrán a reclamar el territorio como unos forajidos.
El clima de la película se irá espesando y la confrontación, que es ética en un primer momento trasciende a lo físico y el riesgo de vida. Y en esa instancia, donde los seres humanos tomamos decisiones drásticas, Caetano hace un movimiento inteligente: en vez de convertir su película en un drama con tintes sociales, lleva todo para el terreno de la Clase B y el cómic, con Togo convertido casi en un héroe a lo Clint Eastwood. Togo tiene dificultades al caminar y usa un bastón, elemento que termina utilizando como usaba el sable aquel ciego que interpretaba Rutger Hauer en Furia ciega. Habrá quienes se sientan defraudados con el cierre entre épico y autoconsciente que plantea Caetano y quienes, como quien suscribe, celebra el nivel de riesgo y la osadía con la que el director se corre de lo previsible sin romper con la lógica de un universo y unos personajes que pedían a gritos ese retrato más mitológico que verista.
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