Por Patricio Beltrami
NdR: Este artículo contiene spoilers.
Desde lo discursivo, She-Hulk: Defensora de héroes pretendió ser una serie distinta en el MCU, conjunto de más de treinta propuestas audiovisuales bajo un estricto control creativo y una ejecución fríamente calculada. Ante ello, el fin de la temporada produjo sensaciones ambiguas. Por un lado, innovó a partir de la autoconsciencia sobre la serie, su universo (y el multiverso) y la industria cultural misma. De esa forma, también generó que todos los conflictos construidos previamente carecieran de importancia para la historia y para protagonista. Fallidamente, se privilegió la forma por sobre el contenido. Guionado por Jessica Gao y dirigido por Kat Coiro, Whose show is this? arranca con las consecuencias del ataque de furia de She-Hulk tras el hackeo de teléfono. En la introducción, se homenajea a la presentación de la serie El Increíble Hulk a partir de escenas originales con estética, efectos y texturas similares a la propuesta de fines de los 70. En la prisión de Control de Daños, Jennifer Walters (Tatiana Maslany) acepta las condiciones para volver a la libertad: renunciar a su empleo y usar un inhibidor de poder. Así, Jennifer descubre cómo su vida personal y profesional se había arruinado. Cuando la búsqueda sobre Intelligencia se estanca, decide pasar unos días de paz en el rancho de Emil Blonsky (Tim Roth). En ese momento, Nikki (Ginger Gonzaga) y Pug (Josh Segarra) se infiltran en una reunión de Intelligencia, donde Todd (Jon Bass) se revela como HulkKing, apelando a un arsenal de acusaciones misóginas en clave de parodia. Pero en la charla motivacional de Abomination todas las subtramas confluyen: Todd se convierte en Hulk tras inyectarse sangre de Jennifer, Hulk (Mark Ruffalo) vuelve del espacio y pelea contra Abomination sin saber que era aliado de su prima y Titania (Jameela Jamil) entra destruyendo paredes. Allí se produce el giro: Jennifer rompe la cuarta pared para detener la acción, ya que la clásica pelea final para resolver todas las subtramas carecía de sentido. A fin de arreglar este problema de guion, atraviesa el menú de Disney+ e ingresa a las oficinas de Marvel Studios. Tras interpelar a guionistas que ejecutan ideas prefabricadas y trilladas y de firmar un contrato de confidencialidad, accede a la mente que controla el MCU: K.E.V.I.N., algoritmo convertido en una máquina similar a AUTO (villano de Wall-E) con una chapa en forma de gorra para aludir al CEO de Marvel Studios, Kevin Feige. Mientras K.E.V.I.N. defiende la idea para cerrar la serie, Jen exige que la historia tenga un final diferente, ya que carecía de sentido por todo lo construido previamente y por la impronta de la protagonista. Entre buenos pasajes de humor (chistes sobre efectos especiales, Daredevil y X-Men), She-Hulk explicita qué hay detrás del título del último episodio. Finalmente, K.E.V.I.N. accede y el relato vuelve al MCU, donde todo se resuelve de acuerdo a las consecuencias legales y un verosímil que nunca existió: arrestan a Todd y desmantelan Intelligencia, Blonsky vuelve a prisión tras violar su libertad condicional y Titania regresa a la vida de influencer. Antes del final, Daredevil / Matt Murdock (Charlie Cox) regresa a escena para protagonizar dos pasajes de comedia y, además, Hulk presenta a su hijo extraterrestre Skaar (Wil Deusner). En tanto, She-Hulk continúa su vida como abogada, aunque resignada a vivir en un mundo sin perspectiva de género. En la escena postcréditos, Wong (Benedict Wong) rescata del encierro a Blonsky. El gran problema de Whose show is this? fue haberle quitado trascendencia a los conflictos que se habían construido. Si bien la gran pelea final resultaba tan descabellada como el plan de Todd, la elipsis para resolver subtramas y afianzar al show como una sitcom de abogados destruyó el peso de los traumas que había padecido Jen y de los temas sensibles que se habían tocado en toda la temporada. Se falló en imponer la forma antes que el contenido, aunque se destaca a un producto que en su final se animó a una búsqueda diferente desde la comedia, lo lúdico, la parodia y la autoconsciencia por sobre los lugares comunes del género: la acción, los discursos humanos pretenciosos y el drama impostado.
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