Por Mex Faliero
Este texto contiene algunos spoilers.
How I met your mother fue una de las grandes sitcoms de todos los tiempos, una que llegó en el ocaso del género y que supo sintetizar los valores de dos grandes referentes: Seinfeld y Friends. De la primera tuvo su poder de observación para los apuntes cotidianos y el riesgo formal de apostar a elementos narrativos que le daban un toque de astucia a su puesta en escena. De la segunda, la construcción de personajes icónicos y la mirada atenta al grupo de amigos y a los cambios en las relaciones que se dan con el paso del tiempo. Y a todo esto, le sumó su propia sensibilidad para abordar el amor, la amistad, los vínculos familiares, la soledad, la alienación de la gran ciudad, lo laboral y el conflicto que acarrea crecer y madurar. Fue una serie muy graciosa, desatadamente divertida, pero también melancólica, tanto que lo que contaba era un flashback nostálgico narrado desde 2030. La idea de hacer una suerte de spin-off, ahora centrado desde la perspectiva de una mujer, surgió ni bien terminaron sus 9 temporadas en 2014, pero el proyecto se dilató lo suficiente como para que la ansiedad de los fans se liquidara. Pero como en la industria audiovisual norteamericana nadie parece rendirse, mucho menos ahora que las plataformas piden contenido cual adicto a la morfina, la idea fue retomada y finalmente confirmada en 2021. Este año, entonces, conocimos How I met your father. Esta primera temporada arranca con la Sophie del futuro (Kim Cattrall) contándole a su hijo por videollamada cómo era su vida en la Nueva York de 2022 cuando ella era una joven demasiado acostumbrada a perder en el amor (Hillary Duff). Si el primer problema de la serie es que al fin de cuentas es más de lo mismo, estos primeros diez episodios no hicieron nada distintivo, no digo que nos hiciera olvidar de su antecesora, pero sí al menos estar a su altura. Con Carter Bays y Craig Thomas solo como productores y alejados del rol de guionistas y creadores, la posta tomada por Isaac Aptaker y Elizabeth Berger como showrunners tiene pocas luces para hacer de esta secuela algo significativo. En How I met your mother se notaba que Bays y Thomas tomaban mucho de su experiencia personal para contar la historia, mientras que esta secuela es apenas un refrito de dilemas existencias narrados sin humor ni gracia, por más que se hable de aplicaciones y virtualidad como novedad (ya avejentada a esta altura, hay que decirlo). Son apenas diez episodios que sacan alguna sonrisa moderada, entre personajes chatísimos, alejados de esa impronta inmediata que tenía el grupo de amigos de How I met your mother, con el que el espectador conectaba desde el primer episodio (aquí solo Christopher Lowell parece tener el tiempo y la corporalidad que requiere la sitcom). Ya del virtuosismo narrativo de la original olvídense, aunque en los últimos dos capítulos, dirigidos por Pamela Fryman (directora de la mayoría de los episodios de How I met your mother), surge algo mínimo del encanto y la velocidad para hilvanar subtramas y cruzar ejes narrativos. Si decimos secuela es porque hay rastros que demuestran la continuidad en la línea temporal, como que un par de amigos habitan el departamento de Ted y Marshall, y en el último episodio aparece Robin Scherbatsky tomándose unos tragos en el MacLaren’s. En unos pocos minutos Robin pone las cosas en su lugar y nos hace recordar tiempos mejores.
NdR: Los 10 episodios de How I met your father se pueden ver en la plataforma Star+.
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