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24 líneas por segundo: Lágrimas de granizo

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

De manera un poco desvergonzada el actor Peto Menahem y el director Marcos Carnevale salieron a cuestionar las críticas negativas que recibió Granizo, la película estrenada recientemente por la plataforma Netflix. Antes que nada, están en todo su derecho de hacerlo si creen que hicieron un buen trabajo. Es más, están en todo su derecho incluso si ni siquiera confían en lo que hicieron. Todos nos enojamos cuando nos cuestionan un poco virulentamente como suele pasar en redes sociales, aunque intrínsecamente sepamos que tienen razón. Lo desvergonzado fue, en todo caso, el tono de las defensas. Menahem, por ejemplo, nos mandó a todos a hacer terapia. Carnevale rizó el rizo y dijo que se habló tanto de la película que se tapó lo de la guerra entre Rusia y Ucrania. Aceptamos ambas boutades, pero no podemos dejar de señalar un fenómeno nuevo que atraviesa la industria cinematográfica argentina a partir del influjo de las plataformas y el streaming. Esto se notó hace dos años con Corazón loco, el anterior film de Carnevale estrenado también en Netflix (aunque había sido imaginado para las salas) y se repite con Granizo. Hasta hace algunos años, productos como estos, solo llegaban a los cines: la crítica los cuestionaba mayoritariamente y el público que los consumía era, por lo general, un público cautivo. Raramente quien elige pagar una entrada por una película de Suar no sepa con qué se va a encontrar. Lo que ocurría, entonces, era que las películas se convertían en éxitos de millones de espectadores y los críticos quedábamos como amargados sin retorno que odiábamos al cine, a la gente, a nuestras mascotas e, incluso, nuestras propias vidas. La apertura que bridan las plataformas tiene el beneficio de la masividad, pero también el riesgo de la llegada a públicos que tal vez no sean los indicados. Cuando en 2020 muchos se horrorizaban con Corazón loco, algunos decíamos tímidamente que bueno, que de eso estuvimos hablando durante dos décadas mientras nos trataban de malas personas. ¡Los estábamos alertando! Carnevale dice en una entrevista que reproduce La Nación (ver acá), que hace las películas para el público. Pero es el público el que se expresa en las redes y se enoja. O tal vez Carnevale se enoje por los cuestionamientos desde otros sectores de la industria, pero eso ya forma parte de una interna de nuestro cine nacional que no genera ningún beneficio. Lo cierto es que si nuestra amable familia del audiovisual argentino se va a tirar de lleno a producir para las plataformas, bien tienen que saber que cosas como estas pueden ocurrir. Lo bueno es que ya los críticos no tendremos la culpa, sino esa entelequia conocida como redes sociales.


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