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Hotel Transylvania: Transformania

Título original: Idem
Origen: EE.UU.
Dirección: Derek Drymon, Jennifer Kluska
Guión: Todd Durham, Genndy Tartakovsky, Amos Vernon
Voces originales: Andy Samberg, Selena Gomez, Brian Hull, Brad Abrell, Fran Drescher, Steve Buscemi, Molly Shannon, David Spade, Keegan-Michael Key, Jim Gaffigan, Kathryn Hahn
Dirección de arte: Michael Isaak
Montaje: Lynn Hobson
Música: Mark Mothersbaugh
Duración: 98 minutos
Año: 2022
Plataforma: Amazon Prime Video


6 puntos


QUERIDOS MONSTRUOS

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Ya sin la presencia de Adam Sandler como la voz del Conde y con Genndy Tartakovsky desplazado como director y ocupando el rol de coguionista, la franquicia de Hotel Transylvania parece querer dar las hurras con Transformania, la cuarta entrega que terminó estrenándose en la plataforma Amazon Prime Video -tal vez- como una forma de renuncia: esto ya dejó de pertenecer hace tiempo al mundo del cine y lo suyo es la minucia del streaming. Y si bien la película cierra la historia como una suerte de conclusión, esto no quiere decir que un posible éxito en este formato no sirva como excusa para mantener con vida al concepto. Los resultados no son ninguna maravilla, pero bien sabemos que éxito y calidad no tienen que ir necesariamente de la mano.

En Hotel Transylvania: Transformania hay una premisa que es, en verdad, una excusa como lo han sido todas las premisas anteriores. Por medio de un dispositivo, los humanos se pueden converti en monstruos. Y los monstruos, claro, en humanos. Por culpa del celoso Conde (siempre un padre conservador y extremadamente protector, leit motiv de la franquicia), ocurre un accidente y Johnny (el yerno) se convierte en un monstruo -primero simpático y luego amenazador- y los monstruos, la pandilla de amigos del Conde, en humanos. Más allá de la pereza de algunos pasajes (pereza que, por demás, se condice con una saga que nunca supo dar el salto de calidad), no hay que negar que esa idea, la de reconvertir a los personajes en lo opuesto a lo que conocemos, funciona, produce una comicidad efectiva y logra algunos momentos de felicidad.

La saga de Hotel Transylvania siempre se sostuvo sobre dos pilares. Primero, la icónica figura del creador Tartakovsky, uno de los nombres más interesantes en la renovación del dibujo animado en las últimas décadas. Su diseño, su apuesta a un humor neurótico y afilado como en el cartoon clásico, respaldaba la idea de humor fragmentario que tenían las películas. Lo segundo, la presencia de Sandler y algunos de sus amigos (Andy Samberg, Steve Buscemi, Molly Shannon, David Spade) en el elenco de voces hacían ver a estas películas como un sucedáneo animado de las aventuras del comediante y sus temas y obsesiones. Eso le daba una cohesión al producto, que fue perdiendo con el tiempo y muy especialmente en una tercera entrega muy mala, de esas capaces de arruinar cualquier producto. Aunque sin Sandler, esta cuarta entrega vuelve un poco a las fuentes, mantiene a los personajes en su hábitat natural y tiene una mínima virtud: su apuesta por la comicidad sin búsqueda de trascendencia. Eso la vuelve poco ambiciosa tal vez, pero nos permite disfrutar de una película que se propone como un momento divertido y hace todos los chistes posibles para que la pasemos bien. No hay forma de no quererla un poco.


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