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Hunters – Temporada 1

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Un colega, en una charla informal, definió a Hunters como “un cocoliche irresponsable”, lo cual es bastante cierto, aunque eso no es necesariamente malo. Es que ya el planteo de la serie es cuando menos polémico: situada en 1977, se centra en un joven judío (Logan Lerman) que, luego del violento y misterioso asesinato de su abuela, es reclutado para formar parte de un variopinto grupo de personas que, en secreto y clandestinamente, se dedican a cazar a nazis que se han infiltrado y viven de incógnito en los Estados Unidos. La duda entonces surge casi instantáneamente: si la premisa tiene elementos un tanto disparatados, cercanos a las teorías conspirativas, pero ligeramente verosímiles y sobre un tema marcado por el horror, ¿cuál va a ser el tono utilizado por el creador David Weil y el equipo de producción, entre los que se encuentran Jordan Peele y Alfonso Gomez-Rejon? ¿Serio, oscuro y algo manipulador, como el Spielberg de La lista de Schindler y Munich? ¿Reflexivo sobre las formas de representación, como el Scorsese de La isla siniestra? ¿O explícitamente absurdo y retorcido, como el Tarantino de Bastardos sin gloria? La respuesta es todo eso junto, y si agregamos la estructura de thriller paranoico más la presencia de un Al Pacino desatado como el líder de “los buenos”, lo que tenemos es un experimento tan interesante como problemático. De hecho, ya la secuencia de créditos -que muestra a los distintos personajes desplegados como piezas en un tablero de ajedrez- es una muestra de cómo la serie se piensa a sí misma: como un juego algo tétrico, donde cada protagonista es una pieza más manipulada y utilizada por un poder que los sobrepasa. Ese poder no la comunidad judía buscando venganza ni los nazis queriendo armar un Cuarto Reich; y tampoco la sociedad norteamericana mirando para otro lado. Es el propio diseño narrativo de la serie, que se permite pasar del humor negro y canchero a la solemnidad y gravedad en cuestión de segundos, como si estuviera buscando de forma constante el límite ético y moral no solo de la representación de la temática que aborda, sino también de cada espectador. En ese caminar por la cornisa a propósito es donde se pierde todo equilibrio posible, como en el capítulo 8, The Jewish Question, que es un compendio de todo lo que no hay que hacer cuando se piensa y se reflexiona sobre el antisemitismo. Sin embargo, la estructura dramática tiene un mérito importante a su favor, que es el hecho de cómo utiliza personas (como el cazanazis Simon Wiesenthal) y eventos (como la Operación Paperclip) reales de forma astuta en su propio beneficio, haciendo hincapié en lo que está comprobado para luego especular sobre los cabos sueltos de la Historia. Así, construye una especie de línea histórica paralela que interpela con habilidad nuestras dudas y miedos sobre el legado del nazismo y ese autoritarismo siempre latente y acechante en Occidente. De paso, se permite interrogarse sobre las clásicas divisiones entre héroes y villanos, aunque le falte sutileza y mesura para cumplir a fondo con su propósito. Quizás Hunters, a pesar de sus ambiciones, no sea más que un entretenimiento vertiginoso y arbitrario, que por su mezcla de tonalidades no merezca ser tomado muy en serio. O quizás sí, pero esa duda tal vez solo pueda ser resulta con la llegada de la segunda temporada, tras un cierre de la primera entrega que explota, con total desparpajo, todos nuestros temores sobre la persistencia del horror.

-La primera temporada de Hunters está disponible en Amazon Prime Video. Ya está confirmada una segunda temporada.


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