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Quemando las naves

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

Este artículo contiene spoilers.

El territorio audiovisual había sido esquivo para Mortal Kombat. Si bien la película de 1995, que envejeció muy mal, había contado con el beneplácito de los seguidores del juego, el resultado de la secuela de 1997 fue tan desastroso que debieron trascurrir más de veinte años para que la franquicia volviera a incursionar en la producción de nuevos largometrajes. El regreso se materializó durante los lejanos primeros meses de pandemia con Mortal Kombat Legends: la venganza de Scorpion. Incluso, el reboot en acción real de Mortal Kombat, estrenado en HBO Max en abril de este año, tomó muchos elementos de la película animada y, justamente, esos pasajes fueron los más atractivos del relato. Y aunque Mortal Kombat Legends: la batalla de los reinos podría haberse basado en alguna otra historia inédita que enriqueciera la mitología de la franquicia nacida en los videojuegos, finalmente termina sepultando cualquier esperanza de originalidad y, a su vez, quemando las naves de la saga.

A diferencia de las versiones anteriores, donde el eje estaba puesto en el torneo de artes marciales que definiría el destino del mundo, Mortal Kombat Legends: la venganza de Scorpion se centra en la trágica historia del ninja amarillo. De hecho, los primeros minutos del film se ocupan de mostrar la vida de Hanzo Hasashi y su familia, líderes del clan Shirai Ryu en un Japón medieval. Asimismo, esta secuencia introductoria cuenta con la virtud de incorporar el tono sangriento del videojuego durante la matanza que culmina con la muerte de Hanzo y el nacimiento de Scorpion. Incluso, la venganza contra los culpables de la muerte de su esposa e hija no solo se desarrolla durante toda la película, sino que representa el principal arco de la historia y la clave en el desenlace. Además, tiene el mérito de ubicar al tradicional torneo en un segundo plano, ya que el ninja mantiene el protagonismo en todo momento.

Particularmente, Mortal Kombat Legends: la batalla de los reinos amaga con profundizar en la historia de Liu Kang. En un flashback, un grupo de monstruos de otra dimensión asesinan brutalmente (y sin mayor explicación) a los padres del guerrero cuando era un bebé. Sin embargo, Raiden irrumpe en escena para salvar su vida. Igualmente, no solo esta breve secuencia no tiene ningún peso en el resto de la película, sino que ninguno de estos sucesos cuenta con desarrollo o continuidad a lo largo del relato. De la misma manera, el emperador Shao Khan detiene su inevitable conquista del planeta al frente de un enorme ejército para pactar con Raiden la realización de un Mortal Kombat que definirá el destino del mundo y del Mundo Exterior.

Y toda la película avanza con esta falta de lógica, alimentada con una seguidilla de decisiones antojadizas que ni siquiera encuentran lógica en el desenlace. En ese marco, el milenario torneo de artes marciales solo prima durante parte del relato. Esto se explica porque el director Ethan Spaulding y el guionista Jeremy Adams, mismo equipo creativo que en la producción de 2020, decidieron que la continuidad de la rivalidad entre Scorpion y Sub-Zero y todos sus conflictos asociados debían presentar el mismo tenor que la historia de Liu Kang. Y si bien todo lo relacionado con Mortal Kombat ocupa buena parte de la producción, el clímax está dedicado a la redención de los ninjas; a un enfrentamiento entre entidades sobrenaturales, tan exagerado como aburrido y anticlimático; y a validar por qué Liu Kang debía consagrarse como El Elegido, aunque inicialmente solo lo era para derrotar a Shao Khan.

Mientras tanto, durante el film se acumulan numerosas tramas que aportan poco y nada a la historia: el romance entre Sonia Blade y Johnny Cage; el sacrificio de Raiden; el dilema de Kitana; el enfrentamiento entre Liu Kang y Shang Tsung; el plan de Shinnok; y la venganza de Kuai Liang y la traición de Gran Maestro de Lin Kuei. Como si fuera poco, las peleas del torneo de artes marciales, que si bien mantenían un tono brutal y sangriento, resultaron mayormente breves e insignificantes, como si solo se buscara cumplir con un trámite obligatorio para llegar a los enfrentamientos decisivos: Liu Kang vs. Shao Khan y Liu Kang vs. Ser Único.

Con los dioses a favor de los héroes luego haber derrotado a los villanos más poderosos, pareciera que la saga se ha quedado sin antagonistas trascedentes en el horizonte. Además, la consagración de Liu Kang y la redención de Scorpion y Sub Zero descartan cualquier posibilidad de profundizar sobre estos arcos en futuras entregas. Con decisiones apresuradas y llena de personajes subdesarrollados e historias de relleno, esta versión de Mortal Kombat parece haber quemado las naves cuando tenía la posibilidad de conformar un universo en base a historias originales y novedosas. Quizás tengan más suerte con las películas en acción real, ya que aún se espera por la confirmación de la secuela. En cuanto al territorio animado, ojalá no demoren otros veinte años para intentarlo de vuelta.

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