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Inmortal

Título original: Idem
Origen: Argentina
Dirección: Fernando Spiner
Guión: Fernando Spiner, Eva Benito, Pablo De Santis
Intérpretes: Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez, Analía Couceyro, Patricio Contreras, Elvira Onetto
Fotografía: Claudio Beiza
Montaje: Alejandro Parysow
Música: Natalia Spiner
Duración: 96 minutos
Año: 2020
Plataforma: CineAr Play


5 puntos


NO ES TAN FÁCIL HABLAR CON LOS MUERTOS

Por Marcos Ojea

(@mexfaliero)

A pesar de un crecimiento en los últimos años, el cine fantástico ocupa un lugar ciertamente marginal dentro de la producción nacional, con un mainstream que lo ignora, y que muchas veces parece más preocupado por verter discursos en moldes seguros para el público. No es un problema de cantidad, como ya dijimos, ni de calidad (hay muchas y buenas películas de género), sino más bien de visibilidad. Desde que estrenó La sonámbula en 1998, el director Fernando Spiner viene tomando posición al respecto, intentando dar forma a una ciencia ficción con impronta nacional. Esa ambición continuó con Adiós, querida luna, de 2005, una rara avis quizás incomprendida, escrita por Sergio Bizzio y protagonizada por el fallecido Alejandro Urdapilleta. Hicieron falta 15 años para que Spiner volviera al género (en el medio estuvieron Aballay, el hombre sin miedo, de 2010, un western basado en un texto de Antonio Di Benedetto, y el documental La boya, de 2018, más algunos trabajos en televisión), y el resultado es más bien decepcionante.

Inmortal, que pasó por Sitges y por el Festival de Mar del Plata, abraza el costado más filosófico de la ciencia ficción, ese que permite explorar cuestiones trascendentes contraponiendo la pequeñez del ser humano con la vastedad del universo y los usos de la tecnología. Un concepto que no es ajeno a Hollywood, donde tipos como Christopher Nolan y su secuaz Denis Villeneuve montan grandes espectáculos para hablarnos de cosas importantes, pero que no son más que masturbaciones públicas frente a un espectador ávido porque lo salpiquen las explicaciones y la falta de emociones. En Argentina este tipo de experiencia no es tan común, al menos desde la superficie temática sobre la que elige trabajar Spiner. La historia de Inmortal es la de Ana (Belén Blanco), una mujer que llega a Buenos Aires tras la muerte de su padre, y cuyo camino se cruza con el de un científico llamado Benedetti (Daniel Fanego). A través de él Ana descubre la existencia de Leteo, un espacio creado por una misteriosa organización, que funciona como un mundo paralelo donde es posible visitar a los seres queridos que han fallecido.

Pese a las buenas intenciones, y a la voluntad por crear algo distinto, las cosas se derrumban rápidamente, con una protagonista intrascendente y una historia a la que le cuesta arrancar. Tanto los personajes arquetípicos como los malos efectos visuales podrían perdonarse, e incluso entenderse dentro del contexto, pero la película nunca se preocupa por construir una narrativa que los justifique. Las relaciones afectivas aparecen delineadas de manera superficial, incluso torpe, con intérpretes que lucen poco convencidos, o directamente perdidos. Cuando el tema de fondo es la muerte y sus implicaciones para los que siguen vivos, la falta de profundidad para tratar los vínculos hace que todos los defectos de Inmortal queden más expuestos. Como parte de una ciencia ficción autóctona que todavía no encuentra la manera de visibilizarse y crecer, y más aún, viniendo de parte de uno de sus principales propulsores, no deja de ser una lástima.

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