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Friends – 10 temporadas

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Ahora que con la reunión del elenco de Friends la popular sitcom volvió a estar en boca de todos (como si le hiciera falta) quiero confesar que soy un seguidor… de la última hora. Pero de la última-última: cuando dentro de muchos años recordemos la cuarentena por la pandemia de Covid-19, yo la voy a recordar por ese período de tiempo en el que me maratonée las diez temporadas de Friends. La verdad que en su momento nunca le presté atención (en verdad no miraba muchas series) y cuando pesqué algún episodio suelto en la tele no me hizo demasiada gracia. Un día, viendo que la sitcom estaba completa en Netflix, hice un experimento: busqué en IMDB el episodio mejor rankeado y lo miré. El mejor rankeado en verdad es el último, así que obviamente decidí no verlo, y fui directo al segundo mejor rankeado, The one where everybody finds out (el 14° de la 5ª temporada), que es el episodio en el que todos se terminan enterando que Monica y Chandler finalmente están saliendo… ¡my eyes, my eyes! Debo decir que me resultó un buen pasaje de comedia, una estructura muy hábil de confusiones, enredos y revelaciones, pero tampoco me maravilló. No me pareció digno de la inteligencia formal de How I met your mother, por ejemplo y por ponerla a jugar con otra sitcom de su liga, que narrativa y argumentativamente le pasa el trapo en todos los niveles. Ahora bien, noté ahí el germen de algo interesante, de un elenco sólido y con todos sus recursos afiladísimos, como un equipo de fútbol que juega de memoria. Así que era 2020, había pandemia, había cuarentena, el tiempo sobraba, pagábamos Netflix y las madrugadas se podían estirar con varios capítulos de una comedia simpática, amable y efectiva: le di otra oportunidad a Friends, pero esta vez desde el comienzo y en orden cronológico. Debo reconocer que la sitcom creada por David Crane y Marta Kauffman es un artefacto raro, no tanto por su propuesta en sí (no deja de ser una comedia vodevilesca jugada con mucho oficio), sino por lo que genera hacia afuera, en los espectadores, para bien o para mal. Porque Friends no es tan buena como sus fanáticos creen, pero tampoco es tan mala como sus detractores aseguran, algunos con ese mal del elevado intelectualmente que se ríe solo con Seinfeld porque… bueno, porque queda bien. En mi caso es imposible analizar el fenómeno de esta serie en retrospectiva porque no la vi en el momento de emisión, pero pensando en las sitcoms que le antecedieron, Friends tuvo el gran acierto de bajar la edad de sus protagonistas y hablarle a un público nuevo. Si las sitcom de los 70’s y 80’s retrataban mayormente universos familiares, aquí lo que tenemos es a un grupo de jóvenes, que a su modo terminan formando una familia sí, pero donde lo central es la amistad y sus códigos, sus espacios de pertenencia y sus complejidades. De ahí, que haya generado un tipo de lazo con sus seguidores mucho más cercano y que ese mismo se haya extendido en el tiempo: no la convirtió en inmortal la admiración por algo que funcionó perfectamente, sino la mirada desde una perspectiva generacional; la serie es parte del proceso formativo y de crecimiento de mucha gente que tiene hoy entre 30 y pico y 40 y largos. ¿Acaso no es la generación que comenzó a celebrar fuertemente el Día del Amigo y le dio un sentido? Después, obviamente que en diez temporadas el nivel es desparejo, pero los guionistas siempre encontraron variantes para rizar el rizo básicamente porque tenían seis protagonistas con los que experimentar y porque Jennifer Aniston, Courteney Cox, Lisa Kudrow, Matt LeBlanc, Matthew Perry y David Schwimmer tenían recursos humorísticos tan variables, que Friends podía recurrir al humor físico (Ross), al humor verbal (Chandler, Monica), al humor absurdo (Phoebe) y hasta al humor procaz y de doble sentido (Joey). Incluso podía construir en el camino a una estrella con la gracia y la velocidad de la comedia clásica para el remate (Rachel). Friends fue un poco tontolona y bastante simplona desde lo formal, e incluso nunca se animó a ponerse decididamente seria cuando los temas lo ameritaban. Pero tal vez haya una razón para eso y tenga que ver con la empatía de los personajes y la forma exacta con la que cada integrante del elenco encajó en esas criaturas: la serie no precisaba nada más. De hecho, cuando volví a ver el episodio The one where everybody finds out funcionó de una manera perfecta, porque el aprendizaje junto a esos personajes hizo que la comicidad, muy centrada en el desarrollo de las características de los protagonistas, se desarrolle a partir de la empatía que logramos como espectadores (se dirá que eso siempre es así, pero en Friends, que no tiene mayores virtudes aparentes, resulta clave).  Cuando decimos que Friends es un fenómeno generacional (lo es por el peso de la evidencia de sus frases instaladas en la memoria colectiva), tenemos que decir además que nació en el momento en que la sitcom brillaba en la televisión y se extinguió cuando el género comenzaba a desaparecer o reformularse; mientras la televisión empezaba un proceso de raro prestigio que sigue hasta nuestros días. Eso también la vuelve icónica a su modo, tal vez por ser el registro de un mundo un poco más ingenuo y feliz, en el que nos podíamos hacer amigos de seis neoyorquinos imposibles que salían en la tele y tomaban café.

-Las diez temporadas de Friends estarán disponibles en HBO Max.

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