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Amor y monstruos

Título original: Love and monsters
Origen: Canadá / EE.UU.
Dirección: Michael Matthews
Guión: Brian Duffield, Matthew Robinson
Intérpretes: Dylan O’Brien, Michael Rooker, Ariana Greenblatt, Jessica Henwick, Ellen Hollman, Damien Garvey, Melanie Zanetti, Tasneem Roc, Amali Golden, Dan Ewing, Tonia Renee, Tandi Wright, Arthur Costa
Fotografía: Lachlan Milne
Montaje: Debbie Berman, Nancy Richardson
Música: Marco Beltrami, Marcus Trumpp
Duración: 109 minutos
Año: 2020
Plataforma: Netflix


8 puntos


TODAVÍA HAY ESPERANZA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

La textura de esta película de Michael Matthews se parece bastante a la de tantas películas basadas en sagas literarias para adolescentes que se han hecho en los últimos años (encima el protagonismo de Dylan O’Brien, de Maze Runner, provoca la relación inmediata). Pero acá no hay que rendirle pleitesía a ningún público cautivo, más bien la libertad para proponer un viaje junto al protagonista por un mundo imprevisible y hacer paradas en destinos que pueden provocar una enorme melancolía, como toda esa secuencia en la que Joel comparte un diálogo existencialista y sensible con un robot que le hace compañía mientras duren los pocos minutos de batería que le quedan. Si pensamos en descartarla de entrada, Amor y monstruos nos convence velozmente: hay aquí otra cosa, un relato de aventuras sumamente atractivo, una historia que piensa en los personajes antes que en la tecnocracia del CGI y que construye pequeñas y buenas secuencias de suspenso y acción.

Joel ha visto morir a sus padres por el ataque de un bicho enorme y ahora vive recluido en un bunker junto a un grupo humano que lo ha relegado a ser el cocinero, el que nunca sale de caza o a defender la guarida. Es que el mundo se defendió de un ataque provocando una tragedia mayor, y ahora los insectos se han convertido en bestias gigantescas que amenazan con exterminar a la población. Su deseo, ante la imposibilidad de que le acepten su rol de hombre de acción, es salir de ahí rumbo a otro bunker, donde vive su gran amor a quien no ve desde que comenzó todo esto, hace unos siete años. Si vamos a morir, piensa Joel, hagámoslo heroicamente en búsqueda de aquello que deseamos. Amor y monstruos es todo lo concreta que su título presenta: el amor es lo que motoriza el viaje del protagonista y los monstruos son quienes se interponen ante su objetivo. Y tiene la inteligencia para trabajar las emociones sin caer en excesos, aun cuando pone en primer plano a un personaje absolutamente enamoradizo.

La esperanza en Amor y monstruos alcanza varios niveles. Primero, la esperanza del protagonista, su optimismo medido de poder alcanzar un objetivo. Pero también la esperanza de saber que este tipo de relatos, que han sido profanados por una repetición de sagas sin sentido, todavía tiene novedades y sorpresas para dar. O, tal vez, la sorpresa sea encontrarse con un director capaz de darle un aire renovado a imágenes que están ahí y que solo necesitan alguien que las trate con cariño (hacer que una escena musicalizada con Stand by me no luzca grasa a esta altura es todo un logro). La otra esperanza funciona por contexto en una película filmada sin tener en cuenta todo lo que iba a pasar en el planeta. Y es la idea de una película que habla de salir del agujero y arriesgarse ahí, en la vida, mientras afuera, en lo real, el mundo que habitamos los espectadores está tan raro.

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