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Garage Olimpo (1999)



TRANSICIONES EN LA MEMORIA

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Hacia finales de los noventa, el discurso cinematográfico argentino sobre el Proceso de Reorganización Nacional, al igual que el de la esfera gubernamental y política, se encontraba en una encrucijada. En los ochenta, a la par del regreso de la democracia y la presidencia de Raúl Alfonsín, La historia oficial había representado un cine oscarizable y con aspectos interesantes en su construcción temática, aunque también problemático por su estética televisiva; mientras películas como La Noche de los Lápices directamente se zambullían en el más puro sensacionalismo. Pero la llegada del menemismo había introducido un cambio de paradigma, con tensiones palpables entre memoria y olvido, a la par de nuevas búsquedas formales y narrativas. En ese contexto, Garage Olimpo, estrenada justo cuando culminaba la segunda presidencia de Carlos Menem, venía a ofrecer un camino posible y bastante más renovador de lo que podía parecer a primera vista en un período de indudables transiciones.

Posiblemente la clave estuviera en el guionista y director Marco Bechis, quien, exiliado en Italia luego de haber sido detenido en el centro clandestino “Club Atlético”, estaba en una posición particular para narrar la historia de la película: había pasado por el infierno que contaba, pero lo suficientemente distanciado del país en que se situaba. Ese estar adentro y a la vez afuera le permitía delinear otras tonalidades para el relato sobre María (Antonella Costa), una activista y alfabetizadora que era detenida y llevada al centro clandestino de detención conocido como Garage Olimpo, donde se daba cuenta que un joven inquilino de su casa, Félix (Carlos Echevarría), era uno de los represores. Bechis configuraba una atmósfera seca pero no por eso distanciada, todo lo contrario: la sensación de asfixia crecía progresivamente, hasta apabullar al espectador, por más que no todo el film transcurría en espacios cerrados.

Esa claustrofobia que dominaba el film se daba porque Bechis conseguía hilvanar una trama donde todo giraba alrededor del encierro: el confinamiento al que era sometida María; su relación imposible y forzada por las circunstancias con Félix; el de su madre emprendiendo su búsqueda con un recorrido que era fatal; el de detenidos y represores insertos en una rutina marcada por el horror; y finalmente la de un país que se autodestruía a partir de silencios, omisiones y actos salvajes. El gran mérito de Garage Olimpo es que nunca se permitía caer en las remarcaciones o sensacionalismos al momento de retratar el cautiverio de la protagonista; ni tampoco en el romanticismo banal, la demagogia política o los giros que tranquilizaban al espectador.

Bechis había vivido buena parte de lo que contaba, pero entendía a la vez que esa historia que había ideado era otra, y que por ende el destino de María no tenía que ser el suyo. Para ella no había escapatoria, ni siquiera exilio o nuevas oportunidades, y lo mismo para Félix, que elegía finalmente seguir cumpliendo con su rol de victimario. Forzadamente y/o por elección, ambos estaban atrapados por una cotidianeidad del horror, transformada incluso en rutina laboral. Y eso conducía inevitablemente al desenlace fatal, que la película construía con la sobriedad apropiada para así, paradójicamente, reforzar el impacto. Garage Olimpo era un film atrapante desde la angustia que transmitía con una honestidad y equilibrio llamativos, no solo para el momento de su estreno, sino todavía hoy.

Frente a ese dilema constante sobre cómo abordar los años de plomo, el cine nacional venía eligiendo -y en muchos aspectos continuaría eligiendo- la voz alta, los señalamientos explícitos, incluso los gritos. Garage Olimpo proponía otro camino posible, mucho más complejo y por ende productivo desde su posicionamiento ético a la hora del diálogo entre lo personal y lo social. Y aunque quedó un poco relegada en el imaginario construido alrededor de la temática, ha sido más influyente de lo que podría concebirse al momento de pensar la relación entre cine y memoria histórica.

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