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Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil – Miniserie

Por Rodrigo Seijas

(@rodma28)

Teniendo en cuenta los nombres involucrados (Joe Berlinger en la dirección y producción, Ron Howard como parte del listado de productores) y los hechos que actuaban como su punto de partida, Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil generaba como una expectativa considerable. Aunque claro, había que tener en cuenta que ambos suelen ser realizadores que dependen mucho del nivel del material con el que cuentan y que no suelen tener la capacidad de convertir algo discreto en óptimo a partir de sus propias habilidades. Lo cierto es que los dos primeros episodios de esta miniserie documental parecen cumplir con las esperanzas instaladas, abordando el caso de Elisa Lam, estudiante y turista canadiense que desaparece misteriosamente en el Hotel Cecil. Ubicado en la zona más peligrosa de Los Ángeles, el lugar donde se alojaba la víctima tiene una historia oscurísima, repleta de hechos de violencia. Como los días pasan y ella no aparece, la policía decide revelar el video de vigilancia de un ascensor donde se ve a Lam por última vez con vida: las imágenes tienen componentes entre enigmáticos y escalofriantes, ya que se la ve con un comportamiento errático y pareciera que estuviera huyendo de alguien (o algo). Y como si eso no fuera suficiente para disparar especulaciones virales en las redes, la aparición del cadáver arroja más preguntas que respuestas, ya que es dificultoso determinar las causas de su muerte. Hasta ahí, el enigma se sostiene y genera la tensión justa en el espectador, a tal punto que la miniserie hasta puede darse el lujo de formar parte de una especie de “universo compartido” de hechos policiales de Netflix -buen concepto aportado por el colega Matías Gelpi-, ya que aquí también aparece la figura de Richard Ramirez, el villano de Acosador nocturno: a la caza de un asesino en serie. Sin embargo, ya empiecen a hacer ruido las teorías conspirativas que vuelcan los investigadores aficionados, a los que el relato parece darles un espacio quizás excesivo. Eso se potencia en los siguientes dos capítulos, particularmente el tercero, donde las hipótesis de estos seudo detectives que manejan información limitada no solo ingresan en un territorio disparatado, sino también persecutorio y hasta cruel. Recién en el último episodio, cuando llegan las respuestas y son mucho más razonables de lo que podría esperarse, es que la miniserie pareciera querer hacerse cargo del patetismo paranoico que se desarrolló previamente. Es entonces que pretende reflexionar sobre los peligros del activismo desmesurado en las redes, la necesidad de confiar y no interferir en el trabajo de los profesionales, y en que lo importante es tener en cuenta la vida que se perdió, cómo Elisa ya no está y su ausencia todavía se siente. Pero esa especie de mea culpa apresurado solo deja más en claro lo manipuladora que es la miniserie y cómo ni siquiera se hace cargo de la manipulación que ejerce. En cierto modo, Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil termina siendo un poco como los activistas de las redes a los que primero les da un lugar desmesurado y luego señala con el dedo: arroja toda clase de teorías insostenibles y luego piensa que todo se arregla con un simple pedido de disculpas. Y no Berlinger, no Howard, la realidad no puede manejar así nomás, a conveniencia e irresponsablemente.

-Los cuatro episodios de Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil están disponibles en Netflix.

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