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Supongamos que Nueva York es una ciudad – Miniserie

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Fran Lebowitz es una reconocida escritora y disertante norteamericana, una mujer que si bien no nació en Nueva York se instaló allí hace más de 50 años y ha logrado una relación especial con esa ciudad que puede ser tan fascinante como irritante. Esa relación particular incluye una amistad con el director Martin Scorsese desde los tiempos de Taxi driver. Scorsese y Lebowitz ya colaboraron en Public speaking, un documental de 2010 en el que el director seguía a la escritora en disertaciones y espacios de debate, pero también en El lobo de Wall Street, donde interpretó a una jueza. Precisamente, Lebowitz ya había interpretado regularmente a una jueza en la serie La ley y el orden. Supongamos que Nueva York es una ciudad es una suerte de extensión de Public speaking, una miniserie documental de siete episodios en donde Scorsese entrevista y sigue a Lebowitz por las calles y los espacios de la ciudad, que son recorridos por la mirada corrosiva de la autora. Si hay algo particular en la escritora es que bajo su punto de vista todo es posible de convertirse en un chiste, un chiste irónico, sarcástico, ácido, porque si hay algo que a Lebowitz no la mueve es la corrección política. La escritora habitó la Nueva York densa de los setentas (fue la primera mujer taxista de la ciudad) y atravesó todo el proceso de reconversión en una ciudad luminosa, turística y hipster. Sin llegar a la nostalgia de tiempos pasados de Lillian Kaushtupper, el increíble personaje que Carol Kane interpretaba en la sitcom Unbreakable Kimmy Schmidt, Lebowitz reconoce que aquellos tiempos eran realmente jodidos, y hasta el músico Charles Mingus podía correrla con una escopeta, pero eso no le impide horrorizarse con este presente de exceso de virtualidad y arquitectura que emula lo más horroroso y elefantiásico. Supongamos que Nueva York es una ciudad es perfecta, una miniserie documental con la que Scorsese eleva la vara del género en Netflix y que se convierte en una gran comedia. Ver cómo Scorsese asiste divertido y ríe a carcajadas con cada invención poética de Lebowitz es un placer y es una invitación a recorrer el mundo de un personaje único. El turismo, el dinero, lo material, lo político, el vegetarianismo, el feminismo, la sexualidad y la identidad, la arquitectura, la literatura, el deporte, el pasado, la infancia, lo judío, todo ingresa en la órbita de la mirada de la autora y todo es ocurrente, gracioso, provocador. Los siete capítulos son imperdibles. Y tal vez lo más interesante sea ver la forma en que Lebowitz se piensa como parte de la ciudad, y cómo su mirada sobre Nueva York no deja de ser una mirada sobre ella misma. Lebowitz es una gran oradora y disertante, y Scorsese es uno de los mejores directores vivos. La combinación es perfecta.

Los siete episodios de Supongamos que Nueva York es una ciudad se encuentran en Netflix.

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