Por Mex Faliero
Días atrás se conoció el tráiler de Locked down, la nueva película de Doug Liman protagonizada por Anne Hathaway y Chiwetel Ejiofor. No habría nada singular en este dato, salvo por el hecho de que la historia que cuenta Liman (director de la maravillosa Al filo del mañana) está enmarcada en el contexto del confinamiento global por la pandemia de coronavirus. Si bien ya hubo durante toda esta cuarentena múltiples ejemplos de cine que toma las consecuencias del Covid como tema, sinceramente temo que la producción audiovisual futura, tan enamorada la industria del cine de los temas que impactan, se pueble de una forma para nada original de historias de gente con barbijo, encerrada en la casa y conectada a una computadora. Y temo, realmente, porque después de casi un año de padecer esta situación, lo cierto es que ya no quiero ver más gente con barbijo ni tener reuniones con amigos monitor de por medio ni andar a tientas por la vida tratando de no contagiarme un virus. Así que por qué motivo uno debería tener ganas de seguir viendo en la pantalla a gente que padece esta abúlica situación. No sé si les pasó a ustedes, pero tan acostumbrado como estoy a usar barbijo, ponerme alcohol en gel en las manos y lavarlas constantemente, no reunirme con gente querida y tomar distancia en los pocos contactos personales que mantengo, cuando veo una película o una serie, una de esas que fueron filmadas antes de todo esto, y veo a la gente andando libre por la vida, me genera una sensación rara. Y ahí descubro nuevamente esa capacidad del cine para entregarnos las vidas que nunca nos animaríamos a vivir o, como en este caso, estaríamos imposibilitados de hacerlo. Eso nos enamora de las películas, la libertad. Así que cuando todo esto pase y podamos volver a nuestra normalidad, ¿quién va a tener ganas de ver películas con gente embarbijada y encerrada? No cuenten conmigo.