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Funcinema

Sangre

Título original: Idem
Origen: Argentina / Brasil / España / Alemania
Dirección: Juan Schnitman
Guión: Juan Schnitman, Agustina Liendo
Intérpretes: Juan Barberini, Natalia Tena, Bella Camero, Dirk Marten
Fotografía: Soledad Rodríguez
Montaje: Andrés «Pepe» Estrada
Música: Paloma Peñarrubia
Duración: 102 minutos
Año: 2020


6 puntos


VIAJE A UNA MENTE PERTURBADA

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Fernando, el protagonista de la nueva película de Juan Schnitman, es otro de esos personajes límites que propone el director de El incendio: un tipo con sus obsesiones bien marcadas, actitudes mecánicas y primitivas que friccionan lo ético y un derrotero que nos resulta tan poco empático como fascinante de seguir. Trabajador en un buque petrolero, parece haberse mudado a Rosario para una nueva posibilidad laboral, aunque en verdad ese traslado le sirve para estar cerca de la española Gabriela, un amor del pasado sobre el que todavía siente algunas cosas. Y mientras vigila y se reencuentra con aquella mujer, comienza una relación con Melissa, una joven brasileña parienta de un compañero de trabajo. Sangre es una película intensa y muy incómoda por el lugar al que intenta poner al espectador (el de seguir constantemente el punto de vista de Fernando), aunque a veces en pos de obtener ese clima se lleve puestas un poco las reglas del relato.

Si marcamos la nacionalidad de las amantes de Fernando no es para connotar el carácter de coproducción de la película (también hay un alemán), sino para resaltar un elemento que contribuye al extrañamiento y el desacople de los personajes que el director propone. Si todos son extranjeros y Fernando es el único nativo, lo cierto es que su carácter nómade lo vuelve también un personaje inasible y desterrado. Desde esa soledad que los personajes habitan se va construyendo un universo donde el sexo parece ser la única vía de escape para este cuarteto, aunque en ocasiones no parezcan disfrutar demasiado lo que está pasando. Sangre tiene un aspecto lúdico que queda un poco sepultado por la perfección formal de Schnitman, quien se luce desde la puesta en escena en aquellas secuencias sexuales narradas sin cortes que potencian lo verista del asunto y apuestan por lo que los intérpretes pueden generar ante la cámara, que afortunadamente es bastante.

Si desde la climática música de Paloma Peñarrubia y la utilización de los colores hay una apuesta por volver más y más cerrada psicológicamente esta aventura con tintes de thriller erótico, el guion de Schnitman y Agustina Liendo fortalece también ese carácter intenso al eludir las escenas de transición. Así es como la película se somete de manera progresiva al interior de la mente de su protagonista y termina absorbida por ese punto de vista enfermizo. Esto además exige al espectador, que se verá involucrado sin querer en la experiencia de un personaje carente de culpa, manipulador, que avanza con un espíritu absolutamente autodestructivo. Es ahí donde la película propone algunos giros audaces desde un punto de vista narrativo, y quien dice audaces también dice polémicos. Aunque en todo caso lo que ocurre no deja de tener lógica si pensamos que terminamos esta experiencia (a veces un poco demasiado asfixiante) desde la mirada viscosa y confundida de Fernando. Y ese terreno de inseguridades se remata con un último plano tan inquietante como brutal.

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