Por Mex Faliero
Con semejante subtítulo, la miniserie alemana Oktoberfest: cerveza y sangre termina ofreciendo menos de lo que promete. O, en todo caso, hay bastante de lo primero y mucho menos de lo segundo. Esta producción está basada libérrimamente en la historia real de Georg Lang, un empresario que sobre fines del Siglo XIX llegó de Nüremberg a Munich para establecerse en la popular celebración cervecera del título, que por entonces le negaba participación a todo aquel que no fuera de Munich. Y que fue progresivamente (y a partir de su inescrupulosidad) motor del cambio de una feria sin mayor glamour a un gran evento. Aquí Lang es Curt Prank (Misel Maticevic), quien en 1900 llega de la misma forma a Munich con el objetivo de instalar su cerveza en el Oktoberfest, pero se encuentra con los escollos de las autoridades locales. La diferencia es que Prank es uno de esos personajes que no temen en cometer diversos crímenes para cumplir sus planes y destruir todo aquello que se le meta en el medio. Se pueden encontrar algunas referencias en Oktoberfest: cerveza y sangre, como puede ser la fenomenal serie de HBO Boardwalk Empire o las Pandillas de Nueva York de Martin Scorsese, historias que registran luchas políticas dirimidas en terrenos fangosos y violentos, y que definen en cierta forma a una sociedad y su vínculo con la sangre. Y hay, como en Moulin Rouge! de Baz Luhrmann, una mirada a ese comienzo de Siglo XX como un espacio propicio para los emprendedores y, también, para un grado de locura y desenfreno. Digamos que todas estas referencias pasan por encima a esta miniserie alemana, creada por Christian Limmer, Ronny Schalk y Alexis Wittgenstein, que en sus mejores pasajes se vuelve un culebrón sanguinolento con familias enfrentadas, entre los amores cruzados y los intereses empresariales. Uno de los problemas es que en apenas seis episodios se pretenden abarcar muchos temas, desde un acelerado discurso feminista en el último episodio hasta una subtrama que involucra a los artistas bohemios de aquel entonces, que lucen poco desarrollados y bastante apretados en su resolución. De todos modos hay un nivel de profesionalismo evidente, el diseño de producción es impactante y en todo caso funciona como un llamado de atención sobre un proceso histórico que desconocíamos. Se trata de una introducción más que interesante sobre un tema a profundizar por otros medios.
–Los seis episodios de Oktoberfest: cerveza y sangre está disponibles en Netflix.