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Jingle Jangle: una mágica Navidad

Título original: Jingle Jangle: A Christmas Journey
Origen: EE.UU.
Dirección: David E. Talbert
Guión: David E. Talbert
Intérpretes: Forest Whitaker, Anika Noni Rose, Keegan-Michael Key, Hugh Bonneville, Phylicia Rashad, Nikkita Chadha, Madalen Mills, Justin Cornwell, Tina Louise Owens, Abraham Popoola, Pierre Bergman
Fotografía: Remi Adefarasin
Montaje: Joe Galdo, Virginia Katz, Michael Tronick
Música: John Debney, Michael Diskint
Duración: 122 minutos
Año: 2020


6 puntos


SOBRAN LAS CANCIONES

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Un inventor de juguetes sufre, a manos de su despechado asistente, el robo de su libro de inventos, por lo que comienza a ceder su fama mientras aquél crece y se hace popular. Y esta situación, sumado a la muerte de su esposa, insume a inventor en una notable depresión que lo lleva a alejarse de su pequeña hija y a refugiarse en su taller sin el más mínimo glamour. El cuento es bastante depresivo, pero luego de una gran elipsis la historia se centrará en cómo la nieta de aquel inventor se encontrará con su abuelo y lo irá amigando progresivamente con sus capacidades. Y ahí Jingle Jangle sacará a relucir su espíritu navideño, mientras pretende convertirse en un gran espectáculo musical aunque termina funcionando más como un drama familiar de autodescubrimiento.

Jingle Jangle: una mágica Navidad es la enésima película navideña que estrenó Netflix por estas semanas, pero tiene algunas particularidades que la distinguen mínimamente. Por un lado se trata de una película dirigida y protagonizada (salvo algunos pocos personajes de reparto) por afroamericanos, pero lo hace evitando el subrayado discursivo al respecto. Es, también, una gran producción, plagada de efectos especiales y con un diseño de arte y vestuario lujoso. Y, como decíamos, es un musical con canciones compuestas por el afamado John Legend, que buscan imponerse y volverse clásicas. Y precisamente eso es lo que sobresale en la película de David E. Talbert, una energía y una ambición un poco desmedida para lo que son sus resultados, pero que en ese riesgo exhibe la intención por instalar esta historia entre las historias navideñas más populares. Obviamente, no lo logra aunque se hace querer.

Lamentablemente a Jingle Jangle: una mágica Navidad le sobran las canciones, que no solo son poco inspiradas (como las coreografías musicales) sino que llegan para subrayar innecesariamente lo que los personajes ya habían señalado con anterioridad. Por lo tanto, lo mejor que tiene para exhibir la película es la presencia de Forest Whitaker, un actor sólido, que muestra su talento también en una fábula infantil y familiar, construyendo un personaje con sus emociones ocultas y sin subrayar ningún gesto. Su centralidad es lo que hace que mantengamos la atención sobre lo que pasa en la pantalla. Y comprueba que el componente humano, aún en un producto repleto de coas digitales como este, es lo que sigue haciendo vibrar a las películas. Y es, también, lo que hace menos mecánico y más honesto el espíritu navideño que en definitiva es lo que se busca.

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