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MAR DEL PLATA 2020 – Walter Hill: “La acción es el personaje”

Por Patricio Beltrami

(@Pato_Beltrami)

“En general, odio las entrevistas. Odio que me pregunten sobre mis películas, pero estoy muy emocionado sobre esta charla”. La presencia del director y autor Walter Hill en el 35° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata comenzó con una declaración de principios. Sin embargo, su exposición se extendió durante más de una hora, donde repasó en detalle su vida y obra. Además, ahondó en la importancia que varios directores tuvieron en su carrera. En relación con los géneros, lamentó la falta de interés del público y la industria en los westerns y, también, aseguró que “la acción es el personaje”.

En principio, el realizador contó que su vínculo con el cine había nacido avanzada su infancia. “No me gustaban las películas hechas especialmente para niños. Me gustaban los dramas, que los adultos tuvieran sus historias de amor, sus luchas, sus peleas. Me gustaban las películas oscuras. Eso lo he mantenido durante mi vida”, comentó. Con el paso del tiempo, señaló que pasó por diferentes empleos que estaban relacionados con la industria audiovisual. Sin embargo, remarcó: “Siempre supe que iba a escribir”.

Bajo la moderación del programador Pablo Conde, Hill reveló que es “un gran admirador de Luis Buñuel y su trabajo”. Además, exhibió el cuadro El puente de Argenteuil de Claude Monet, al que definió como “una inspiración”. “Monet nos enseñó la importancia de la búsqueda para que te salga una cosa bien. Creo que los directores sabemos una o dos historias, y siempre estamos tratando de buscar mejores formas de presentarlas, de contar una gran historia donde todo caiga en su lugar”, sintetizó.

Consultado sobre su manera de encarar los proyectos, el director enfatizó en que “cada uno arma su propio método”. “No hay una forma correcta de escribir una película o un guion. En mi caso, intento que dentro del texto siempre haya un equilibrio entre personajes, narrativa y temática”, sostuvo. No obstante, admitió que su abordaje “pasó de moda” y criticó algunas tendencias actuales: “Los temas son muy oscuros en el cine moderno, la narrativa a veces está ignorada. Lo que hoy está de moda me parece un ejercicio para desarrollar un personaje, que hacen que la película sea más una clase de actuación. Pero esto es una queja de un viejo”. Ante ello, reclamó: “Lo bueno es tener una idea simple y sólida, y empezar desde ahí. Pido que construyan la narrativa y sus inquietudes, y que estén al nivel de los personajes”.

Western

Además de haber publicado varias novelas gráficas en los últimos años, Walter Hill mencionó que continúa activo: “Sigo escribiendo”. Incluso, admitió que ha recibido guiones “muy buenos”, aunque confesó que únicamente le interesan sus propios textos. Sin embargo, lamentó que “es muy difícil que se financien”. “Tengo algunos westerns, prácticamente son todo lo que escribo”. A su vez, aludió a otra complicación respecto a estos proyectos: “Es difícil encontrar un público. La realidad es que los espectadores ya no lo ven como un género con mucho atractivo”.

Luego, el autor abordó las diferencias que existen entre el género y el spaghetti western. “Me gusta, creo que están buenos, son divertidos”, afirmó. Igualmente, consideró que “de alguna manera alteró la versión americana del western, y el objeto incluso fue diferente”. “Antes se pensaba en los westerns sobre la colonización, la dificultad de ir y domar los elementos salvajes, climáticos, los animales. Ir al oeste y ser el civilizado, esas luchas heroicas. Después se borró todo eso y se hizo que las películas fueran sobre una sola cosa: el pistolero y el que se le opone, que suele ser un héroe moderno, no el típico hombre de ley. Eso se volvió como el modelo operativo para los westerns americanos”, sostuvo. “Hay que plantear que no son westerns reales”, advirtió.

Por otra parte, Hill manifestó que “la acción es el personaje”. En esa línea, proclamó: “Algunos intentamos incluir esto en la esencia de nuestro trabajo”. Asimismo, expresó que sus trabajos en la materia estuvieron altamente influenciados por su formación religiosa: “Al hacer westerns no estás trabajando con un período de la historia americana, sino más bien con el Antiguo Testamento. Estás contando historias que son muy similares. ¿Qué historias elegís? Eso es lo que revela al cineasta. Mi mamá era religiosa, éramos protestantes. Ella me mandaba a la iglesia y a catequesis hasta que tuve 15 años, cuando me rebelé y no quise ir más. Hoy me doy cuenta de que fue un gran error, porque muchas de esas historias permanecieron en mí, y me hubiera gustado aprender más”.

Si bien durante su carrera incursionó en la novela gráfica, Hill indicó: “No me interesan las cosas del tipo superhéroe, no me gustan”. Lejos de representar un desprecio superficial por el género, sostuvo que estos films “están muy bien hechos, con toda la tecnología”. No obstante, fundamentó su posición con una anécdota: “En la década del 70 teníamos una frase cuando escribíamos y hacíamos películas: ‘Las bromas son graciosas, pero las balas son reales’. Y las balas no son reales en las películas de superhéroes. No hay consecuencias. Por eso, para alguien como yo, que probablemente sea demasiado serio, son como triviales. Las consecuencias de la acción física tienen que pensarse en términos realistas”.

No hay finales felices

A lo largo de su carrera, grandes actores participaron en las películas dirigidas o escritas por Hill. Ante ello, aseguró: “Tuve mucha con el casting. Creo que lo que pasó es que en mi primera película logramos que actuara Charles Bronson. Si podés sobrevivir a eso… Ya estaba en ese nivel, y después todo comenzó a acomodarse solo”. Consultado acerca de su visión sobre algunos realizadores que fueron influenciados por su obra, evitó pronunciarse al respecto. “No suelo hablar sobre directores que están vivos porque se enojan conmigo si hablo de ellos. Sienten que, si los halago, es insuficiente, y se enojan si los ignoro, si no los menciono”. Sin embargo, destacó a Edgar Wright: “Es casi enciclopédico. Parece poder recordar cada escena de cada película, con una memoria prodigiosa. Es amigo y es un tipo fantástico, y parece haber visto todas las películas que se hicieron en la historia del cine”.

“Entonces prefiero hablar sobre directores muertos”, recalcó Hill, quien ahondó en su admiración por John Ford. “Soy un fanático devoto, desde que era muy chico he visto sus películas”. Ante ello, se expresó como partidario de “no calificar películas, sino obras en general”. “No existe una película de Ford que sea perfecta, sin embargo creo que son maravillosas en sus ideas y en su poesía, y en esa cualidad invisible y esa presencia que traen sus narrativas a través de sus personajes”, explicó. Incluso, confesó: “No lloro muy seguido, pero John Ford te puede hacer llorar, sin dudas. La mayoría de los directores no puede hacerlo, pero Ford sí”.

Cerca del cierre de la charla magistral, el director recordó su experiencia con las primeras tres películas de la franquicia Aliens. “Pensamos que era un proyecto comercial. Estábamos tratando que se hiciera, y pensábamos que podían aplicarse nuevas técnicas. La película se hizo porque teníamos un proyecto con el estudio de Star Wars. A ellos les gustaba la ciencia ficción, porque es una película un poco de terror y un poco de ciencia ficción”, apuntó. Sobre el guion, sostuvo que tenía “una fascinación”. “La película es como fría, solitaria, peligrosa, y es parte del poder que tiene. Alien es lo opuesto a las visiones de Steven Spielberg, por ejemplo. Es la otra cara de la moneda. Es peligroso, es solitario, es frío, y podemos sacarle drama a todo esto”, definió.

Por último, Hill argumentó los motivos por los que los desenlaces de sus films dejan un sabor agridulce o amargo en los espectadores. En primer lugar, enfatizó: “Era una manera de imponer mi voluntad, porque a Hollywood le encantan los finales felices”. “Creo que toda historia termina con una lágrima. Todos los finales son finalmente tristes, incluso en las comedias. Creo que eso es ser honesto. Las relaciones terminan. Creo que Hemingway dijo que toda historia de amor tiene un final triste, porque alguien siempre muere primero. Nunca me saqué esa idea de la cabeza”, desarrolló. Como no podía ser de otra manera, la charla magistral terminó con otra declaración de principios: “Mis películas casi nunca tienen un final feliz, y si lo tienen, está disfrazado. Las lágrimas aparecen disfrazadas”.

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