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Funcinema

Two/One

Título original: Idem
Origen: Inglaterra / China / Canadá / Argentina
Dirección: Juan Cabral
Guión: Juan Cabral
Intérpretes: Boyd Holbrook, Yang Song, Beau Bridges, Anna Van Hooft, Zhu Zhu, Maddie Phillips, Jane McGregor, Ashley Ross, Candus Churchill, Raymond Ma, Yuki Morita, Riun Garner, Brian Calvert, Emma Yi
Fotografía: Larry Smith
Montaje: Emiliano Fardaus
Música: Nicolas Barry, Tomas Jacobi
Duración: 100 minutos
Año: 2019


6 puntos


DOS QUE NO SON UNO

Por Mex Faliero

(@mexfaliero)

Dos protagonistas masculinos, dos amores obsesivos, dos relaciones parentales con sus bemoles, dos profesionales un poco en crisis con aquello a lo que se dedican: uno, un esquiador especialista en salto, de origen canadiense; el otro, un ejecutivo de una firma china. Un poco como anticipa el título de esta película británica del argentino Juan Cabral, ambas historias terminarán fusionándose, más allá de que constantemente haya puntos de contacto: cuando uno se duerme el otro se despierta, en una sucesión que mantiene cierta intensidad dramática, casi no hay tiempos muertos. Fusión con la que se amaga y que explota al final, avanzando hacia una vertiente más metafísica, o fantástica, según la forma que tengamos de enfrentarnos a estos relatos.

El esquiador (Boyd Holbrook) atraviesa un par de crisis: el reencuentro con una ex novia que ahora está casada y tiene una hija, pero también su situación deportiva, con más de 30 años y enfrentándose al inexorable fin de su carrera. Como si esto fuera poco, se sumará un conflicto familiar que profundizará aún más su crisis existencial. Por su parte el ejecutivo chino (Yang Song), un tipo solitario y con una angustia indisimulable (“la masturbación ayuda un poco, no es necesario receta para eso”, lo chicanea el médico) se enfrenta a una presentación corporativa que lo inquieta, mientras se obsesiona con un nueva compañera. Cabral, que viene de la publicidad y ha filmado videoclips, conoce las herramientas estéticas para contar una serie de dramas humanos tradicionales como si fueran algo novedoso. El montaje, el encuadre potenciando el vacío de los personajes, los planos cortos cuando las emociones afloran, son recursos audiovisuales que exhiben a un realizador moderno desde el lenguaje pero impensadamente clásico en lo narrativo. Two/One está atravesada por estas dos historias y la película avanza con claridad, sostenida sobre un sistema de causa y efecto, pero sin volver demasiado obvio o subrayado ese ir y venir entre China y Canadá.

Queda pendiente, claro, ese recurso de la dualidad. Esa incógnita que pende sobre los espectadores respecto de qué está pasando: ¿las historias están relacionadas? ¿Uno de los personajes está siendo soñado por el otro? ¿Quién sueña a quién? Puede que Cabral, de puro enamorado de su guion, se haya empecinado en un sistema que termina siendo una trampa. Y lo es más aún cuando la película juegue un poco con las posibilidades del relato: si primero parece haber un toque de comedia absurda en la resolución del conflicto estructural (que no tanto el dramático), progresivamente ingresa el drama más sórdido. Que es contenido y está mostrado sin excesos, pero que cae sobre los personajes como un castigo un tanto injusto. Si el director había mostrado durante algo más de una hora el control sobre el melodrama, hacia el final todo se desbarranca un poco con un espíritu new age medio forzado. No se arruina, porque los personajes nos interesan. Lo que termina quedando claro es que finalmente ese sistema narrativo que estructura Two/One es innecesario y que sus dos historias tenían los componentes como para ser atractivos por sí mismas. Tal vez esta aceptación de la individualidad y la soledad no sea tanto un fracaso del relato como un consejo a sus protagonistas.

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